Pareciera una paradoja que en un país donde se plantea la construcción del socialismo y se dan pasos decididos para ello, los comunistas se encuentren tan lejos de la vanguardia. En tal sentido, si bien existen causas históricas a considerar: el error garrafal del 58, la pérdida de la lucha armada, la división del MÁS, […]
Pareciera una paradoja que en un país donde se plantea la construcción del socialismo y se dan pasos decididos para ello, los comunistas se encuentren tan lejos de la vanguardia. En tal sentido, si bien existen causas históricas a considerar: el error garrafal del 58, la pérdida de la lucha armada, la división del MÁS, el derrumbamiento de la gloriosa Unión Soviética, etc; éstas no pueden seguir utilizándose para justificar la poca incidencia que tenemos los comunistas dentro del proceso revolucionario, especialmente cuando más allá de la carga histórica, actualmente se toman posturas que sólo contribuyen a seguir debilitando el movimiento comunista.
Ahora bien, es importante explicar que constituirse en vanguardia no es un capricho de los comunistas, no es un problema subjetivo sino político-ideológico. Ser comunista, en palabras del propio Fidel, «es el escalón más alto de un revolucionario», puesto que es el sector de la humanidad que asume de manera científica y decidida la superación del capitalismo, la resolución de la contradicción que supone el carácter social de la producción y la propiedad privada sobre los medios de producción, con la mira puesta en la construcción de una sociedad de iguales, liberada de la explotación, la dominación y la enajenación, superada la explotación del hombre por el hombre y por ende suprimidas las clases sociales y su lucha histórica. En tal sentido, los comunistas entendemos como un deber el lograr constituirnos en vanguardia objetiva para guiar las luchas de los explotados hacia su liberación.
En este orden de ideas, resulta muy lamentable atestiguar que en un país cuyo pueblo ha emprendido un proceso político que, independientemente de sus muchos defectos y vigente insipiencia, es la esperanza de los pueblos oprimidos del mundo, los comunistas hayamos sido tan incapaces de construir una política que toque la fibra del pueblo, y fundamentalmente, tan incapaces de ponernos de acuerdo. Es muy triste tener que decir con sinceridad que son comunistas de otras latitudes los que más aportan a nuestro proceso.
La actuación del PCV.
Es imposible hablar de la actuación de los comunistas venezolanos sin hablar del PCV, sin duda alguna el partido que más le ha dado a este país y que, a su vez, es el que más está en deuda con la patria, a mi entender, por lo que de él debe esperarse. En este orden de ideas, es importante hablar de la situación que atraviesa actualmente el PCV:
A partir de la propuesta que arrojó el Presidente Chávez de construir una estructura única, que permita darle cohesión y coherencia al accionar del Estado, elevar los niveles de organización popular y ser espacio para el surgimiento y construcción de los cuadros medios de la revolución, a mi entender, de cara a la construcción del partido de la revolución; nacen y se incrementan en el seno del PCV importantes contradicciones que devinieron eventualmente en la división de la estructura y la escisión de un importante número de cuadros hacia el PSUV.
En mi opinión, esta ruptura traumática pudo ser impedida de haber asumido fórmulas que admitían tanto la inclusión dentro de una estructura política tan importante como espacio del pueblo para la disputa de la hegemonía del proceso, y la no disolución de la estructura orgánica del PCV, tan necesaria en los momentos actuales de nuestra revolución. Pero pudieron más las contradicciones políticas entre los liderazgos del PCV, imponiéndose una artificial contradicción entre mantener la estructura y dar la pelea en el PSUV, defendiendo cada cual su parcela, y al final se dividió la fuerza de manera traumática, en detrimento de la tan necesaria unidad de los comunistas.
Ahora bien, ambas partes tienen misiones igualmente enormes, una la de luchar por un PCV fuerte, que tenga incidencia en el pueblo y la otra la de dar la pelea dentro del PSUV para disputar la hegemonía del proceso a los sectores reformistas y contrarrevolucionarios, misiones que lastimosamente no desarrollarán de manera conjunta, como debería ser, por cuanto ahora se nos impone de lado y lado la visión de que existen comunistas buenos y comunistas malos, o que «nosotros sí somos y ellos no», y mientras tanto se relame la socialdemocracia, la derecha y los impostores del proceso, y ¿cómo no van a estar felices de que los comunistas se dividan y se tengan tirria entre ellos? Ojalá encontremos la senda de la unidad para que se les acabe su alegría infame, y no sólo entre aquellos que venimos del PCV sino la unidad de todos los comunistas venezolanos, ojalá desmontemos el discurso divisionista y trascendamos rencillas que muchas veces son hasta personales.
En otro orden de ideas, me preocupa enormemente la situación actual del PCV. Este es un momento muy delicado, puesto que el PCV se ve en la obligación de demostrarle al país la pertinencia de su existencia como estructura independiente, de lo contrario podría ser víctima del rechazo popular, y la actitud de la dirección actual en nada propende hacia la construcción de un PCV fuerte que tenga incidencia en las masas y sea una voz resonante de la conciencia revolucionaria, sino que incluso pareciera propender hacia la desaparición de una estructura que es necesaria para esta revolución, por ejemplo, se insiste en enclaustrar a la JCV, en restringirla al trabajo burocrático e intelectual, incluso haciendo guerra de desgaste a aquellos cuadros que plantean la necesidad de asumir la lucha en los frentes de masa, la necesidad de que la JCV se acerque al pueblo en la práctica y permita que los jóvenes se acerquen a ella, sin tener que ser marxistas-leninistas, porque si esa fuera la realidad no haría falta una JCV.
Asimismo, mientras el país demanda un PCV que denuncie la corrupción, que tranque la fábrica del explotador, que incida en las masas para llevarles el marxismo-leninismo, la dirección del PCV sigue hundiendo al partido en el burocratismo, sigue enclaustrándose. El PCV cuenta con gran cantidad de los mejores cuadros revolucionarios de este país, y es responsabilidad de éstos impedir el fallecimiento de tan importante estructura política, es necesario que la militancia interiorice que es urgente trascender la inercia que se ha apoderado del partido, o de lo contrario la dinámica del proceso enterrará al PCV, y no podemos darle ese gusto a la reacción, a la socialdemocracia y al imperialismo norteamericano.
La lucha debe ser entonces contra el imperialismo, contra el reformismo, pero también contra nuestros vicios, contra nuestras deficiencias, contra las visiones conservaduristas y burocráticas que poco a poco empujan al PCV hacia su extinción, así como contra el pragmatismo de muchos cuadros que se han ido al PSUV. La lucha no puede ser entre los comunistas del PCV y los del PSUV, la lucha debe ser la de todos los comunistas contra el imperialismo, contra la socialdemocracia y los impostores, pero aún más primordialmente debemos asumir la lucha contra el divisionismo, contra las equivocaciones de nuestro liderazgo, esté en el PCV, el PSUV, en el Consejo Comunal o donde sea. No podemos permitir que desaparezca el PCV, ni tampoco podemos permitir que aquellos cuadros que se han insertado en el PSUV para disputar verdaderamente espacios para la causa comunista fracasen. No podemos permitir que se nos imponga un maniqueísmo absurdo venga de donde venga, los comunistas debemos luchar unidos, y hacer la lucha contra aquellos que pongan sus intereses personales por delante de la causa, estén en el bando que estén.
Los jóvenes comunistas tenemos una responsabilidad enorme en el fortalecimiento de nuestro movimiento, de nuestra lucha a muerte por impedir que los sectores reformistas y traidores se apropien el proceso del pueblo. Debemos aprender a ver la política por encima de nuestras diferencias personales, no podemos heredar las rencillas ni permitir que se nos imponga el discurso altisonante contra nuestros camaradas, estén donde estén , siempre que estén allí por la razones correctas. Asimismo, tenemos la gran responsabilidad de responder a la expectativa de nuestros camaradas mayores quienes también se ven muy afectados por la situación actual y esperan mucho de nosotros. Debemos luchar con personalidad y decisión contra el burocratismo, el oportunismo, el conservadurismo, el pesimismo que ha impregnado a nuestro movimiento, debemos darle un nuevo impulso, una nueva dinámica a las luchas de los comunistas de esta tierra combativa.
Camaradas, la historia no va a esperar por nosotros, no podemos esperar a que llegue aquél día, debemos construir nosotros mismos los nuevos escenarios. Busquemos la unidad de los comunistas, que no tiene que ser absoluta. Pueden existir las diferencias, lo que no puede existir es resentimiento entre comunistas, no puede existir la descalificación, pero fundamentalmente no puede dársele prioridad a nuestras contradicciones internas por encima de nuestras contradicciones con la socialdemocracia, la contra y el imperialismo. Venzamos las resistencias que nos acercan cada vez más a la retaguardia, demos un paso hacia delante, o de lo contrario la historia pasará de largo como un tren sin comunistas a bordo.