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¿Por qué reclaman los excluidos?

Fuentes: Rebelión - Imagen del paro en Imbabura, 29 de septiembre de 2025. Fuente: CONAIE

El inesperado y sorpresivo anuncio por parte de voceros del gobierno ecuatoriano sobre la eliminación del subsidio al diésel, mediante el decreto Nro. 126, firmado por el presidente de la República del Ecuador, provocó el reclamo de varios sectores sociales, pero principalmente de los pueblos indígenas de la provincia de Imbabura y del norte de Pichincha. Los días de paro en el Ecuador desnudaron algunas realidades, sobre todo la falta de empatía entre aquellos que viven en las zonas urbanas –inclusive urbano marginales– y los comuneros de pueblos ancestrales ubicados en la ruralidad. Más allá de las tendencias políticas, lo cual sería una explicación simple, se trata de una cuestión profunda, de estructura social y económica la que provoca el reclamo social del pueblo campesino.

El Premio Nobel de Economía Amartya Sen realizó una fuerte crítica al paradigma tradicional de la economía cuyo argumento es que el simple incremento de indicadores económicos como el Producto Interno Bruto o el ingreso per cápita, es suficiente para garantizar condiciones de vida digna, este enfoque oculta distribuciones desiguales y privaciones profundas (Sen, 2000). El desarrollo desde el enfoque de capacidades de Sen, implica la atención que va desde la salud y la educación, hasta la participación política, solo esto logra la expansión de las libertades reales que constituyen los medios y fines del desarrollo.

En sociedades enteramente heterogéneas, la política social activa es una herramienta para reducir las brechas de desarrollo de las poblaciones históricamente excluidas. Cuando esta política se restringe sistemáticamente por parte del Estado, mediante medidas de ajuste como condición fundamental de las cartas de intención exigidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), los pueblos alzan la voz.

En el país, el deterioro de las condiciones de vida de los menos favorecidos se aceleró en los últimos años como resultado del proceso de desinstitucionalización o en términos políticamente correctos “reducción del tamaño del estado”. Al respecto de esta lógica perversa, la teoría económica permite una explicación desde la óptica de las instituciones extractivas, que son agencias estatales debilitadas a propósito, diseñadas para concentrar el poder y la riqueza en una élite reducida, extrayendo los recursos y rentas del resto de la sociedad; muy por el contrario de instituciones inclusivas que funcionan como contrapeso del poder y promueven el desarrollo (Acemoglu et al., 2012; Acemoglu & Robinson, 2008).

Partiendo de las aproximaciones teóricas mencionadas anteriormente, es adecuado mostrar algunos datos que permiten entender el malestar social de los comuneros del sector rural. Para ello se utilizó la data de la Encuesta Nacional de Empleo (ENEMDU) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de Ecuador (INEC), se consideraron los semestres diciembre y junio para el período 2007 a 2025. Se seleccionaron las variables: desempleo, pobreza, pobreza extrema, a nivel rural y urbano. La Figura 1, muestra el comportamiento de estas variables a lo largo del período de análisis.

Figura 1. Evolución de la pobreza, desempleo y extrema pobreza (urbano y rural).

Fuente: (INEC, 2025)

En la figura 1, los dos primeros paneles de la parte superior muestran el comportamiento del desempleo a nivel urbano y rural, en los dos casos se aprecia una tendencia decreciente a partir del 2010. A continuación, las series de pobreza rural y urbana se aprecian dos momentos, el primero de 2007 al 2016 con una marcada tendencia descendente, es decir se redujo la pobreza. Hay que destacar que este periodo estuvo marcado por fuerte inversión social por parte del gobierno que funcionó como herramienta de redistribución eficiente. A partir de 2017 estas variables cambian notablemente su dirección, la tendencia en el tiempo muestra como a partir de ese año hasta junio de 2025 se incrementó la pobreza a nivel rural y urbano. El cambio del rumbo ideológico, económico y político, la reducción de la inversión social, flexibilización laboral y otras acciones de doctrina neoliberal, muestra inmediatamente sus resultados. La extrema pobreza a nivel rural y urbano tienen el mismo comportamiento, dos momentos claramente marcados.

Tabla 1. Estadística descriptiva de las variables.

La tabla 1, permite encontrar algunas diferencias importantes de la situación del sector rural frente al urbano. El promedio de desempleo en el sector rural (2.21%) es más bajo que en la parte urbana (5.61%), sin embargo, la pobreza rural (45.78%) es 27,38 puntos mayor que la urbana (18.40%). La pobreza extrema, es decir los individuos que actualmente viven con menos de $1.70 USD al día, a nivel rural (22.35%) es 17 puntos mayor que en la zona urbana (5.35%). En el período de análisis, la pobreza rural llegó a un mínimo (35.3%) y máximo (61.3%), mientras que a nivel urbano el valor inferior fue (13.20%) y el superior (25.4%).
La figura 2, muestra las tres variables de manera conjunta para el sector rural y urbano.

Figura 2. Desempleo, pobreza y extrema pobreza en el tiempo.

La figura 2, cuenta con dos paneles, en el superior (a), se muestran a nivel rural el desempleo, extrema pobreza y pobreza. La línea casi horizontal y sin variaciones extremas del desempleo indica el bajo nivel de desempleo en la ruralidad, por otra parte, la pobreza y pobreza extrema varían en dos tendencias un primer tramo descendente y un siguiente tramo con tendencia ascendente.

El panel inferior (b) muestra a nivel urbano el desempleo, extrema pobreza y pobreza en Ecuador. En la línea de desempleo se aprecia variaciones constantes de incremento y reducción, tiene prácticamente el mismo comportamiento que la pobreza y extrema pobreza, de hecho, las líneas de extrema pobreza y desempleo se sobreponen en algunos tramos.

La tabla 1 y las figuras 1-2 hasta aquí presentadas, permiten realizar algunas puntualizaciones.
El desempleo rural en Ecuador es más bajo que el urbano. Sin embargo, los niveles de pobreza del sector rural son mucho más altos que en el sector urbano. Los datos muestran que dos de cada cien personas están desempleadas a nivel rural, por lo tanto, es urgente y necesario desechar el discurso poco elaborado que dice que el sector rural y de manera puntual los indígenas, campesinos y comuneros son “gente vaga que no trabaja”. La tendencia estable y baja del desempleo rural a lo largo del tiempo, frente al alto índice y variación de la pobreza y pobreza extrema –cinco de cada diez habitantes de la zona rural están en situación de pobreza– indican que existen otros factores estructurales que contribuyen a la falta de ingresos en la ruralidad.

No se trata de un problema de empleo, se trata de un problema de salarios, asistencia social, educación, desarrollo de capacidades, equidad distributiva entre otros. Los trabajadores rurales en su mayoría agricultores se ven profundamente afectados por la cadena de intermediación excesiva en los productos, esta situación condena al productor a vender a precios de subsistencia, mientras que el intermediario obtiene una gran tajada. Es alarmante identificar que, a pesar del bajo desempleo rural, dos de cada diez individuos están en situación de extrema pobreza.
Si a esta situación, ya por demás complicada, se le agrega el impacto en los precios de los insumos agrícolas provocado por la eliminación del subsidio al diésel, los indígenas campesinos de la ruralidad tienen todo el derecho de manifestarse, pues se está deteriorando sus condiciones de vida, condenando a la pérdida de competitividad e incremento de la pobreza extrema. Esto sumado a las muestras de poca planificación económica por parte del gobierno, condicionan el funcionamiento adecuado de los mecanismos de compensación económica ofrecidos, los cuales difícilmente llegarán a los comuneros campesinos que realmente los necesitan.

El sector urbano a pesar de tener índices de desempleo mayores que el sector rural, sus niveles de pobreza y pobreza extrema son menores. Los mecanismos de protección social, el acceso a oportunidades, capital social, concentración industrial y otros beneficios existentes a nivel urbano, configuran una mejor situación para las personas de la ciudad frente a las del campo.

El impacto de las medidas de ajuste económico siempre recae sobre los deciles más pobres de la población, en los marginados, en términos de Eduardo Galeano “los nadies”, los excluidos, que sirven únicamente si son folclore y no reclamo por sus derechos, ahora llamados terroristas y que hace poco, en tiempos de campaña, se les decía compañeros. Es necesario rescatar la empatía social por todas las personas, pero de manera especial por los que resisten y luchan en desventaja a favor de todos. Es fundamental tender puentes de diálogo para la construcción de una economía más humana, enfocada en las personas y no en los organismos internacionales, una economía como un medio para la mejora social y no como un fin que deteriora la vida de muchos.

Referencias:

Acemoglu, D., Johnson, S., & Robinson, J. A. (2012). The colonial origins of comparative development: An empirical investigation: Reply. American Economic Review, 102(6), 3077–3110. https://doi.org/10.1257/aer.102.6.3077

Acemoglu, D., & Robinson, J. A. (2008). Persistence of power, elites, and institutions. American Economic Review, 98(1), 267–293. https://doi.org/10.1257/aer.98.1.267

INEC. (2025). Encuesta Nacional De Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU).

Sen, A. K. (2000). DEVELOPMENT AS FREEDOM. Alfred Kopf, INC.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.