Mientras EEUU ya se ha convertido en el epicentro del «peligro recesivo» a escala global, paradojalmente su moneda, el dólar, ha experimentado una suba vertiginosa durante las últimas semanas convirtiéndose en un «refugio seguro» para los capitales que huyen de la crisis financiera. En contra de las tesis de los que sostienen que el Imperio USA está en «crisis terminal» y a punto de ser desplazado del centro de las decisiones mundiales, su divisa se ha disparado pese al déficit y los números en rojo que exhibe la economía real estadounidense. Es la mejor prueba de que la teoría del «desacople» carece de soporte en la realidad.
Y hay una razón central que lo explica: Mientras se profundiza la crisis financiera, inversores y países reconvierten sus activos y reservas en dólares, generando de esa manera una fuerte demanda de la moneda estadounidense.
Pese a que EEUU atraviesa por la peor crisis financiera desde la Gran Depresión, desde inicios de septiembre, el dólar se ha fortalecido un 8% contra una canasta compuesta por las monedas de 26 socios comerciales, según un índice de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed).
El indicador se ubica en sus niveles de febrero de 2007, borrando la caída del dólar durante el colapso de Bear Stearns y una serie de recortes en las tasas de interés llevado a cabo por el banco central (Fed).
Hace cuatro semanas un grupo de países «emergentes» y «desarrollados» (entre ellos Alemania) comenzaron a esgrimir la tesis de la «pérdida de influencia de EEUU» de la mano de la crisis económica y la debacle de su economía real.
Según esas teorías, las turbulencias del sector financiero amenazan con socavar el respaldo al dólar entre los inversionistas y perjudican la competencia de bancos y mercados financieros de otros países que buscan expandir su influencia global.
Se afirmaba que la crisis en EEUU podría acelerar el cambio hacia una «nueva arquitectura financiera» donde los países y sus economías dependiesen menos de las decisiones que se toman en Washington y en los centros financieros de Nueva York.
Como reacción al colapso financiero en EEUU, países y gobiernos «emergentes» y europeos (los propios socios de USA) comenzaron a cuestionar el liderazgo económico de EEUU y a proponer políticas alternativas al «modelo estadounidense» y a su divisa monetaria.
Curiosamente, esos mismos países están ahora reforzando y protegiendo sus reservas en dólares y refugiándose en activos del Tesoro estadounidense.
«La salud del dólar a largo plazo depende del apetito mundial por los activos estadounidenses, que podría ser puesto a prueba en momentos en que la economía se debilita y crece el gasto fiscal. Hasta ahora, el dólar ha resistido todos los embates, dándole la razón a quienes piensan que su prolongado descenso ya tocó fondo», señala The Wall Street Journal que hace dos semanas se había plegado a las tesis de «pérdida de influencia de EEUU».
En vez de hundirse bajo el peso del rescate del sector financiero, la divisa se ha disparado, para sorpresa de muchos observadores que esperaban que el mayor gasto fiscal y los problemas de la economía estadounidense le pasaran factura, apunta el Journal.
En cambio, el dólar se ha beneficiado de la huida de los inversionistas de los activos riesgosos así como de la descarga de apuestas que se hicieron con dinero prestado.
«La fortaleza del dólar me ha sorprendido», reconoce Barry Eichengreen, economista de la Universidad de California en Berkeley. «En este momento no hay muchas alternativas más atractivas».
Los analistas atribuyen el ascenso del dólar a tres causas principales:
A) Marcha atrás en las tendencias de «inversión» (especulación), como la compra de acciones en mercados emergentes y las apuestas al alza en los precios del petróleo y las materias primas. Durante la agudización del colapso financiero de las últimas semanas los «apostadores» se replegaron de las inversiones en los mercados emergentes y abandonaron la especulación con las materias primas y el petróleo y se refugiaron en el dólar, impulsando su apreciación.
B) La divisa estadounidense también sube impulsada por la demanda de los bancos de todo el mundo, desde Corea del Sur a Suiza, que pugnan por obtener dólares USA luego de que los préstamos interbancarios prácticamente se paralizaron en el último mes. Según el Banco Internacional de Pagos, el banco central de los bancos centrales, el dólar continúa siendo la «moneda favorita de los bancos centrales» y representa un 55% de sus activos y pasivos en moneda extranjera.
C) En medio de la agudización del colapso financiero, los «inversionistas» (tanto extranjeros como estadounidenses) se abalanzaron sobre los bonos del Tesoro estadounidense como un «refugio seguro». En julio y agosto, los últimos meses de los que hay datos disponibles, los inversionistas estadounidenses vendieron US$ 57.000 millones más en acciones y bonos de otros países que los que compraron, la mayor repatriación de fondos de la historia.
La demanda de dólares por parte de los bancos centrales del mundo -según los analistas- es determinante porque constituyen los principales clientes de la deuda estadounidense.
Un indicador de esa demanda es el monto de bonos del Tesoro que la Reserva Feedarl tiene a nombre de otros bancos centrales. Las últimas cifras señalan que tales activos aumentaron en US$ 100.000 millones en las últimas cuatro semanas de crisis.
Esta se trata -afirman los expertos- de una señal de confianza de los países e «inversionistas» internacionales que es vital para el el dólar y el sistema financiero de EEUU.
Si los inversionistas extranjeros dejan de comprar activos estadounidenses o comienzan a venderlos, el dólar se desplomaría y las tasas de interés se dispararían, dándole un golpe a una economía que ya se encuentra en cuidados intensivos.
Pero, en realidad, los países e «inversionistas», en plena crisis, no huyen hacia el dólar por «muestra de confianza en EEUU», sino por razones de su propia supervivencia amenazada por una crisis global en desarrollo.
En el actual sistema capitalista globalizado, el dólar es la moneda de cambio y de reserva internacional, y los países de todos los continentes (Europa, Asia, Latinoamérica y África) la utilizan en sus transacciones comerciales y tienen la mayoría de sus reservas en dólares, por lo que el fin del dólar implicaría un derrumbe mundial generalizado del sistema capitalista del que ningún país estaría a salvo.
Según el Banco Mundial y el FMI, más de un 70% de las reservas mundiales están en dólares, frente a un 25% en euros de la Unión Europea, que también utiliza el dólar. China, la tercera economía mundial, después de EEUU y la UE, tiene sus reservas en dólares (US$1,3 billón), le siguen Japón con US$ 987,93 mil millones, Rusia con US$ 300 mil millones, Taiwán con US$ 261, 82 mil millones y Corea del Sur con US$229,5 mil millones, India con US$ 200 mil millones, y Brasil está cerca de los US$ 100.000 millones de dólares.
Un 80% de las transacciones internacionales, un 70% de las importaciones mundiales y la casi totalidad del comercio petrolero se realizan en dólares, según el Banco Mundial y el departamento de Comercio de estadounidense.
Curiosamente, los países señalados por los teóricos del «desacople» como los que van terminar con la vigencia de la economía «dolarizada» (China, Rusia, Brasil, India, Corea del Sur y Taiwan, etc) lideran la acumulación mundial de las reservas en dólares.
Por otra parte, EEUU es el mayor deudor en dólares y la quiebra de su moneda produciría una cadena de quiebras generalizadas en el sistema financiero internacional, tanto en Europa como en Asía y América Latina.
EEUU tiene el mayor pasivo del planeta, y el 50 % de sus bonos públicos se encuentran en manos de extranjeros.
Los sostenedores del «eclipse del Imperio del dólar» afirman que la pérdida de influencia de EEUU podría posibilitar áreas monetarias «independientes» de la divisa norteamericana.
Pero olvidan un detalle: La economía está globalizada, y no hay posibilidades áreas capitalistas soberanas al margen del sistema financiero internacional regido por el dólar.
La creciente interrelación del mundo capitalista globalizado alrededor del dólar explican porqué cualquier oscilación o desequilibrio económico-financiero que tenga a EEUU como protagonista, impacta y se esparce inmediatamente por todo el «sistema».
En el centro del modelo imperial-económico capitalista globalizado , y a modo de protagonistas centrales, se encuentran EEUU y la Unión Europea (los principales compradores mundiales), y China (el principal vendedor mundial), cuyas economías entrelazadas se proyectan como claves y dominantes en el funcionamiento de todo el sistema capitalista a escala global. Las operaciones se realizan mayoritariamente con el dólar como moneda de transacción. Además, China tiene el 70% de sus reservas en valores y títulos del Tesoro de EEUU.
Como se sabe, EEUU es el principal comprador de productos chinos en dólares, y el gigante asiático, a su vez, es el principal importador de petróleo y materias primas de los «países emergentes» en dólares, con lo que se puede deducir que si la divisa y el Imperio estadounidense colapsan (tal como vaticinan los garúes del «desacople») el impacto se va a proyectar inevitablemente en una crisis de China proyectada a los «países emergentes» y a los países centrales.
Si China, Japón, India, Rusia, Tailandia y Corea del Sur (los mayores tenedores de reservas en dólares) resolvieran desprenderse de la divisa estadounidense, como vaticinan los teóricos del «desacople, el mundo se llenaría de papeles norteamericanos sin respaldo (el producto de la especulación financiera y la deuda USA por casi un PBI mundial).
Además, los motores del crecimiento asiático, China, India y Japón son dependendientes del comercio exterior con EEUU.
Por lo tanto, los más interesados en salvar al dólar y a EEUU del colapso son Europa y las potencias centrales, además de China y las potencias emergentes, cuyo desarrollo económico depende de EEUU y de Europa y del entramado de la economía global que tiene al dólar como moneda patrón.
En consecuencia, si EEUU y el dólar colapsaran, simultáneamente colapsarían el comercio exterior, el sistema financiero y el sistema económico productivo, tanto de los países centrales como de los periféricos y emergentes.
La demanda y suba del dólar en plena agudización de la crisis financiera, mientras el euro (promocionado como su «sepulturero») se desploma, es la más clara señal de que los países y potencias capitalistas lo consideran como la única moneda segura.
La escalada vertiginosa del dólar, mientras en EEUU se derrumban los bancos y estallan en rojo todos los indicadores de la economía real, es la mejor prueba de que la moneda imperial continúa siendo el único activo creíble para refugiarse en tiempos de crisis.
En los días más críticos del colapso financiero con epicentro en EEUU y Europa, las poblaciones de Asia, África y América Latina, no se abalanzaron sobre la casas de cambio para acopiar euros u otras monedas, sino para comprar dólares haciendo disparar su cotización.
Esa -más allá de cualquier análisis- es la más clara señal de que el sistema capitalista está construido sobre el dólar como moneda patrón y símbolo máximo de supervivencia.
Y hay una conclusión emergente: El dólar solo puede morir, si se muere el sistema capitalista.
Y, curiosamente, las potencias y países que quieren «refundar» el sistema capitalista sin el dólar tienen su bancos centrales atestados de reservas en dólares y forman parte indivisible de un comercio internacional que solo funciona masivamente en dólares.
Demasiadas pruebas y señales concretas para creer (por ahora) en el cuento de la «muerte del dólar».