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Sobre el encuentro “Intelectuales, Democracia y Socialismo”

¿Por qué tanto malestar?

Fuentes: Prensa Marea Socialista

Escribo estas líneas desde Ginebra. Aquí estoy junto a la delegación de trabajadores venezolanos a la Conferencia Anual de OIT. En esta oportunidad como Asesor Técnico. El año pasado tuve el honor de representar a nuestro movimiento obrero como Delegado Principal. Me mueve a hacer este pronunciamiento, aunque le llame carta, una profunda preocupación por […]

Escribo estas líneas desde Ginebra. Aquí estoy junto a la delegación de trabajadores venezolanos a la Conferencia Anual de OIT. En esta oportunidad como Asesor Técnico. El año pasado tuve el honor de representar a nuestro movimiento obrero como Delegado Principal. Me mueve a hacer este pronunciamiento, aunque le llame carta, una profunda preocupación por la dimensión que ha tomado el debate alrededor del evento «Intelectuales Democracia y Socialismo». Estando haciendo una charla sobre la situación revolucionaria venezolana, hoy lunes 15 de junio a las 9 de la noche, me preguntaron sobre este incidente que ya trasciende las fronteras y, preocupa a los revolucionarios de todo el globo.

Aquí nuestra delegación de trabajadores y gobierno está dando un combate muy duro contra los representantes golpistas de Fedecámaras y del falso sindicalismo Covero y también golpista de la CTV. Ellos apoyados por los sectores patronales y gobiernos, junto a las delegaciones sindicales más reaccionarias del planeta, pretenden colocar a la República Bolivariana de Venezuela, a su Gobierno Revolucionario y al proceso de cambio, en la lista negra de los países que siempre y en cuantía incumplen la libertad sindical. Si, no se asombren, quieren mostrar que la situación sindical de nuestro país es peor a la de Colombia, por ejemplo. Allí, en nuestro hermano país, donde miles de dirigentes obreros fueron y siguen siendo asesinados y perseguidos por el paramilitarismo estatal.

Nosotros, a pesar incluso de las diferencias que tenemos con otras corrientes del movimiento sindical de nuestro país, estamos dando una misma batalla porque no confundimos el enemigo. Y sobre todo, porque creemos que estas diferencias y hasta las críticas que tenemos hacia algunos manejos del gobierno y del Frente Socialista de Trabajadores del PSUV del cual formamos parte, debemos debatirlas en nuestro país. Y, siempre de cara al movimiento obrero y popular, aunque a veces, muchas de ellas, para ser sinceros, no hay espacios donde hacerlo.

La sorpresa me asaltó no por el evento y lo que en él se dijo, criticas muchas que comparto, posiciones algunas de las cuales he planteado y, por las que he recibido a modo de respuesta una descalificación personal por parte de algunos funcionarios importantes del gobierno. Dicen a mi espalda que soy agente de la CIA, o soy igual a X que ya traicionó. Sin embargo, se me hace difícil comprender la reacción tanto del Presidente Chávez como del Canciller.

A gran parte de los participantes del evento los conozco personalmente, no por ser un intelectual como ellos, aunque modestamente he estudiado o más bien leído uno que otro libro, sino porque con ellos nos hemos encontrado para debatir y actuar en defensa de la revolución. Para ejercitar, como dicen estos, la praxis revolucionaria en la lucha contra el imperialismo, la oligarquía y los patronos. Podría nombrar a cada uno de ellos y contar una anécdota sobre lo que afirmo más arriba, sin embargo no creo que haga falta. Son personas de gran conocimiento público, incluso en el exterior. No son desconocidos en el proceso ni mucho menos.

Por eso me voy a detener en el grave error. Quiero creer que es solo un error como todos los grandes líderes han cometido y como yo, y todo los comunes de los seres humanos hemos cometido y seguro seguiremos cometiendo, de calificarlos de funcionales a la derecha, de asegurar que muchos de ellos no son revolucionarios, o de que es una especie de cáncer pequeño burgués dentro de la revolución lo que estos camaradas representan.

Son graves esos calificativos pero más grave es la reacción. ¿Qué se pretende con estas respuestas desproporcionadas? ¿Se busca silenciar, la crítica al proceso desde dentro del mismo proceso? ¿Cuál es el temor a que debatan libremente los mismos tópicos que debaten militantes, cuadros y dirigentes del partido y de los movimientos sociales, en pasillos o restoranes, en los sindicatos, los trabajadores durante los conflictos y los activistas revolucionarios en medio de las tantas campañas electorales en donde hemos participado a favor de las muchas elecciones realizadas en este proceso? ¿Está bien cuestionar el burocratismo, el clientelismo, etcétera si lo hace el camarada presidente y no si lo hacen unos intelectuales de la revolución? ¿Qué favorece más a la oligarquía y al imperialismo, la critica constructiva que ayuda a elevar el nivel de conciencia del movimiento popular y del proceso revolucionario o el silencio que reina en los cementerios de las ideas? ¿Cuántos pasos faltan para que toda crítica sea silenciada con el tristemente célebre argumento de que quienes las hacen son «agentes de la CIA»? ¿No es con actitudes similares, que se empezó a debilitar el enorme experimento socialista de la Revolución de Octubre? ¿No es por causas parecidas, que el sueño socialista del Siglo XX, que llegó a ocupar más de un tercio de la humanidad, se derrumbó y se restauró el capitalismo, con la excepción de la Cuba del Che y Fidel?

Dijo Fidel Castro en su discurso en la Universidad de la Habana el 17 de noviembre de 2005, «Ellos no pueden derrotar nuestra revolución, por ahora, (refiriéndose al imperialismo), pero nosotros sí podemos, y entonces será nuestra culpa.» Fidel hablaba de los problemas internos, de los propios errores y de la burocracia. Sin crítica, cuando la opinión es monocorde y reina el pensamiento único del líder o de los líderes que lo acompañan, no hay ninguna posibilidad de corregir, de rectificar. Mucho menos de reimpulsar. Esto es lo grave. Sobre todo en este momento en que el presidente Chávez promete apretar el acelerador en la profundización del rumbo al socialismo y muchas de las medidas que se están tomando hacen pensar que es posible hacerlo. Pero hay una condición: que se revise, que se acepte la crítica y que se cambie cuando haya que hacerlo.

Pero esto es más fácil decirlo que hacerlo. Todo proceso revolucionario, toda revolución, es en esencia escisión, ruptura del orden viejo. Y, lo reconozco, es difícil parir lo nuevo, y más jodido, un orden social. Y, en la transición de una sociedad capitalista a otra socialista, lo que sigue mandando es la lucha de clases y de sectores de clase. Por supuesto, lucha contra la burguesía y el imperialismo. Pero también, por qué negarlo, lucha en el interior del proceso entre los sectores que se han privilegiado con el mismo y ya empiezan a tener «algo» que perder o mucho que mantener.

Claro, esa lucha de clases dentro del proceso es batalla de ideas. Pero, no podemos ser ingenuos. Si solo se escuchan y se pueden decir las ideas de un lado, hay silenciamiento de otras posiciones y propuestas. De esa manera no hay batalla. ¿Qué hay?: aplastamiento desde el aparato del estado que controla la burocracia.

Ese silenciamiento de las corrientes de ideas que existen en el interior del proceso es lo que fortalece a la oligarquía, lo que da argumentos a la derecha fascista, lo impide que sectores de la clase media sean parte de la revolución o que ayuden al imperialismo a disociar a una parte de la población de nuestro país. El peligro no es la nueva campaña Peter Pan, que por supuesto hay que combatir, el peligro es que no se perciba a la revolución como un fenómeno vivo, vital, capaz de evolucionar, de profundizarse, de revolucionarse de manera permanente por ese choque de ideas, de matices, de diferencias.

El presidente dice en sus Líneas de Chávez el domingo 14 de junio, que leí textualmente conectado a internet, «Bienvenido todo espacio donde se desarrolla la crítica». Pero unas horas después, en el Aló Presidente 333 del mismo día, me comunicaron vía telefónica (no lo pude ver), que arremetió con una arrechera que desdice lo escrito.

No se arreche comandante, usted se debe acordar de mí, que junto a otros dirigentes sindicales en La Quizanda, Valencia, antes de ser presidente, le decíamos las cosas claras y en su cara, y nunca se molestó con nosotros, sino por el contrario lo alentaba. Si la crítica es bienvenida, aliéntela, abra más espacios para que ella pueda realizarse. Confíe en la infinita creatividad, capacidad y voluntad del pueblo revolucionario (del cual estos respetados intelectuales son parte) para ayudar en la construcción del camino de transición al socialismo. De lo contrario, no usted, ni el gobierno, sino la esperanza de millones de venezolanos, latinoamericanos y de otros rincones del mundo de que esta vez la independencia es posible y de que empezamos a recorrer firmemente el camino al socialismo, se desvanecerá y habremos perdido una oportunidad histórica, dejándole el camino abierto al fascismo o al neostalinismo, que es casi igual, aunque se escriban distinto. Saludos.

*Coordinador Nacional de UNT, miembro de la Delegación de trabajadores venezolanos a la 98 Asamblea General de la OIT, integrante del comité promotor de la Coordinación Nacional del Frente Socialista de Trabajadores del PSUV y editor el periódico Marea Socialista, vocero de militantes del PSUV.