Del escritor Lope de Vega se decía en referencia a su prolífica producción como dramaturgo que «más de un ciento en horas veinticuatro pasaron de las musas al teatro», las mismas horas que tardó en pasar de las musas al teatro la ponencia sobre la paz y la convivencia en el País Vasco de Arantza […]
Del escritor Lope de Vega se decía en referencia a su prolífica producción como dramaturgo que «más de un ciento en horas veinticuatro pasaron de las musas al teatro», las mismas horas que tardó en pasar de las musas al teatro la ponencia sobre la paz y la convivencia en el País Vasco de Arantza Quiroga.
De las musas que le inspiraran dar un paso imposible en el camino de la paz, pasó la entonces presidente del Partido Popular en Euskadi al teatro de responsabilizar a Bildu de su frustrado amago, hecho lo cual renunció a sus musas y abandonó los escenarios.
Son muchos los comentarios que ha habido al respecto desde los medios pero hay uno que, así parezca irrelevante, me sigue llamando la atención. Y me refiero al hecho de que le sustituya en Euskadi como presidente del partido Alfonso Alonso, al mismo tiempo ministro de Salud en el Estado español.
No voy a entrar a valorar las capacidades como gestor público que atesora el señor Alonso ni las consecuencias que su ejercicio como alcalde de Vitoria en el pasado deberá seguir pagando la ciudadanía de esa capital vasca durante muchos años; tampoco voy a hacer conjeturas sobre sus diferencias con Quiroga y la pertenencia de Alonso al círculo de poder que rodea al presidente Rajoy. Menos aún me interesa la idoneidad de su nombramiento a cargo de un ministerio como el de Salud para el que este abogado no había demostrado hasta ese día, tampoco después, ningún tipo de inquietud o capacidad.
Lo que me llama la atención es que pueda simultanear la misma persona dos cargos que, se supone, también implican trabajo y dedicación.
Ser ministro de un estado en un área como el de la salud y compaginar la presidencia de un partido en un país como el vasco, al margen de las aptitudes y talentos de las que Alonso también carece, exige tiempo, sencillamente tiempo. Cualquiera de esos dos cargos exige tiempo para toda clase de reuniones, desplazamientos, estudios, informes, encuentros, conflictos… En definitiva, un generoso repertorio de labores que, se supone, debe desempeñar el primer responsable de un ministerio estatal y de un partido político autonómico.
Aunque no duerma ni descanse, que supongo lo hace; aunque no atendiera sus responsabilidades con los cuatro hijos que tiene, que imagino los atiende; y en el entendido de que los días para él también son de 24 horas en el que, incluso, debe sacar tiempo para hacerse esas fotos de «familia» (y me refiero a la del Partido Popular) acompañando a Rajoy y a los demás comparsas en campaña… ¿son los cargos públicos títulos nobiliarios que se llevan como se porta un Marquesado en Salud o un Vizcondado en Euskadi? ¿Se puede ser al mismo tiempo ministro de salud y presidente del Partido Popular de Euskadi? Y si se puede… ¿cómo lo hace? ¿Por teléfono? ¿Por wasap?
(Euskal presoak-Euskal herrira)
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