Los ciudadanos irlandeses, los griegos, y ahora también los portugueses, son testigos de que caer en las garras de la Comisión Europea a través de un plan de rescate es como aceptar una invitación de la mafia. Así lo afirma un columnista del diario Guardian.
En uno de los episodios de la excelente serie Los Soprano, el gángster Tony Soprano explica a un jugador de poca monta la razón por la que le dejaba participar y perder en partidas con apuestas elevadas. «Sabía que no podrías pagar, pero tu mujer tenía la tienda de deportes», le dice tras liquidar los activos del negocio y dejarlo en bancarrota.
Los Soprano está disponible en portugués, y ahora que Portugal es la última economía que ha caído en las garras de la Comisión Europea, y posiblemente, del FMI, los espectadores podrán saber más sobre lo que les espera siguiendo dicha serie que lo que podrían saber por los medios de comunicación. Caer en manos de la Comisión, como bien saben los ciudadanos irlandeses y griegos, es como entrar en un círculo mafioso.
Según las últimas informaciones, el Gobierno portugués ha solicitado un préstamo urgente por valor de 80.000 millones de euros tras una subasta de bonos públicos cuyos tipos de interés alcanzaron niveles exorbitantes. Sin embargo, a juzgar por la experiencia en otros lugares de Europa, el tipo de interés que aplicará la UE no será inferior al valor insostenible que pedían los mercados de bonos.
Crece el riesgo de impago de Irlanda y Grecia
Los rescates irlandés y griego se presentaron como una medida extrema, pero necesaria, para mantener la solvencia de los Estados. Han fracasado. Desde que se anunciaron los rescates, ambas economías han ido de mal en peor en las clasificaciones de las agencias de calificación crediticia internacionales, y los mercados financieros continúan fijando los precios en previsión de probables impagos.
Seguramente el Gobierno de Lisboa -igual que los de Dublín y Atenas-acabará viendo que ha sustituido la incierta y cara deuda de los mercados financieros por la incierta y desorbitada deuda de la UE y el FMI. A resultas de ello, el Estado perderá capacidad de devolución de la deuda a largo plazo y no tardará en tenerlo más difícil para cubrir los costes de revisión de la deuda.
Ahí no acaba todo. A cambio de los fondos de rescate, se le pedirá al Gobierno que aplique mayores recortes del gasto público y más impuestos sobre las clases medias y bajas; lo cual ahogará la actividad económica y hará que desciendan los ingresos por impuestos, de los cuales depende la revisión de la deuda. Lo más probable es que aumente el déficit, con lo cual crecerá también el riesgo de impago. En Grecia e Irlanda, los ingresos por impuestos están cayendo.
Rescates al estilo Tony Soprano
Aunque públicamente desmentido, no cesan de circular informaciones según las cuales el FMI estaría instando a Grecia a declarar un impago parcial de su deuda. Sea cual sea su veracidad, la opinión mayoritaria -véase la de The Economist, Financial Times y prestigiosos economistas como Joseph Stiglitz, Paul Krugman o Kennet Rogoff- se ha pronunciado a favor de que Irlanda o Grecia incurran en un impago parcial, por la sencilla razón de que la acumulación de intereses es insostenible.
El motivo por el cual los cuantiosos rescates efectuados incrementan la probabilidad de impago es que se trata de rescates al estilo Tony Soprano. Los países no reciben ni un solo céntimo; todo beneficia directamente a los acreedores, que son bancos europeos y -cada vez más- fondos de inversión libres estadounidenses. Es una réplica de los rescates de bancos a los que tanta resistencia se ha opuesto en todo el mundo, esta vez en el panorama internacional. Los contribuyentes de las llamadas economías «periféricas» están rescatando a los mayores bancos europeos.
Los bancos británicos también se están beneficiando. Entre ellos, el que más, es el nacionalizado Royal Bank of Scotland. Economías «periféricas» es una de las denominaciones más respetuosas de entre las que se utilizan para identificar a los países en el punto de mira. Se dice que la clasificación se basa en los niveles de deuda, pero no es cierto. Tanto Italia como Bélgica tenían una deuda pública en proporción a su PIB superior a la de las economías rescatadas, exceptuando Grecia. Tampoco es cierto que todas ellas padezcan una propensión crónica a déficits elevados: antes de la crisis, Irlanda y España tenían superávit.
La banca determina si un país recibe ataques concertados
La banca es quien realmente determina si un país recibe ataques concertados por parte de los mercados financieros, las agencias de calificación crediticia, la UE y el Banco Central Europeo. Según datos del Bank for International Settlements, los activos netos del sector bancario de Alemania, los Países Bajos y Francia suman más de dos billones de dólares, mientras que el grupo de países mediterráneos alcanza un pasivo externo total de más de 400.000 millones de dólares. Irlanda pasó de ejemplo de austeridad a caso perdido para la UE y el FMI en el momento en que la insolvencia de los bancos irlandeses fue evidente, a finales de 2010.
Los políticos de cada país también son responsables. La crisis afecta a todos los Estados, pero algunos la han capeado mucho mejor que otros, principalmente a través de incrementos del gasto público que han repercutido en una recuperación de la economía. Lo que ha determinado la gravedad de la crisis es la debilidad de los ingresos fiscales. En una clasificación de economías europeas con impuestos bajos, figurarían en cabeza seis países: Irlanda, Estonia, Eslovaquia, Grecia, España y Portugal. Los especuladores de sus sistemas bancarios y sectores inmobiliarios jugaron y perdieron. Ahora llega la poderosa mafia a liquidar los activos y cargar a los contribuyentes con más deuda. Como dice Tony, «¿y qué le vamos a hacer?».
Un rescate a puerta cerrada
En el último post que publicó en el blog del EUobserver como corresponsal del Daily Telegraph en Bruselas, Bruno Waterfield se despide con un ataque contra el inminente rescate de 80.000 millones de euros y el programa de austeridad para Portugal confeccionado por la UE y el FMI.
«Uno de los mantras burocráticos que se escuchan aquí, en Bruselas», escribe, «es que la UE trata ‘con Estados, no con Gobiernos'».
«El axioma traiciona las reglas del juego de la UE como una unión de burocracias estatales (funcionarios, reguladores, agentes de policía, cargos y diplomáticos) no pueblos».
«Es acatar el pacta sunt servanda o el proceso de encuadrar ámbitos significativos de la toma política de decisiones, desde la economía a la justicia y la seguridad (controlando nuestras libertades civiles), dentro de un área burocrática sin público que se encarga de la gobernanza de la UE sin gobierno».
Tras el colapso del Gobierno socialista de José Sócrates, por el rechazo del Parlamento de su propuesta de un plan de austeridad marcado por los estándares europeos, «las ‘autoridades’ portuguesas, la burocracia no elegida del Estado, negociarán con sus ‘colegas’ en Bruselas».
«El trato -piénsese simplemente en lo impopular e injusto del diktat de austeridad de Irlanda- se apalabrará, se cerrará y será vinculante antes de que los portugueses tengan opción a acudir a las urnas el próximo 5 de junio».
Fuente: http://www.presseurop.eu/es/content/article/590881-portugal-no-se-puede-resistir-la-oferta
rCR