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Petróleo

Precios-economía: despejando una ecuación

Fuentes: Rebelión

La lógica más ortodoxa hace inferir que haríamos bien en batir palmas los no agraciados por natura con el oro negro por los actuales, bajísimos, precios del petróleo. La caída de estos, anota un conocedor, debería tener un efecto positivo, por ser el hidrocarburo un insumo en la producción de la generalidad de las mercancías, […]

La lógica más ortodoxa hace inferir que haríamos bien en batir palmas los no agraciados por natura con el oro negro por los actuales, bajísimos, precios del petróleo. La caída de estos, anota un conocedor, debería tener un efecto positivo, por ser el hidrocarburo un insumo en la producción de la generalidad de las mercancías, que consiguientemente se abaratarían.

Sin embargo, además de factores como la guerra por quién vende menos caro librada por Arabia Saudita con el fin de preservar su dominio del mercado, y la desaforada carrera norteamericana con el fracking, lo cierto es que, en medio de una recesión global, el descenso del valor del crudo se intensifica por obra y gracia de la reducción de la demanda, constreñimiento indicativo de lo mal que anda la economía universal.

Y con la del orbe, la venezolana. Por eso, el presidente de la bolivariana república, Nicolás Maduro Moros, se mostró la mar de exultante tras reunirse con su parigual ruso, Vladímir Putin – también lo hizo con Ilham Alieyev, de Azerbaiyán-, en el ámbito del Congreso Mundial de la Energía (CME), que sesionó hace unos días en Estambul, para tratar de arribar a un acuerdo con todos los productores que estabilice la compra-venta.

Consideró el Presidente venezolano que su colega «ha sido muy claro y en la reunión hemos ratificado continuar este camino, que verá sus resultados en los próximos seis meses, y que va a ser muy positivo para el petróleo y en general para la economía».

Pero, según agencias de prensa, la nación sudamericana fue más allá, al proponer que el trato alcance «por lo menos para una década», hasta conseguir «estabilizar, desarrollar el mercado, lograr precios realistas y justos y garantizar las inversiones y la estabilidad del (sector) energético en general, y del petróleo en particular para los próximos 30 años». Y como su patria vive una verdadera revolución, solidaria y equitativa, dijo a quien quiso escucharlo que se trata de «buscar precios razonables que nos permitan invertir en el desarrollo social y económico de nuestros países».

Ya esto se veía venir. Luego de numerosos fallidos intentos de consenso, la OPEP logró en la reciente cumbre de Argelia «congelar» momentáneamente la producción de sus integrantes, aunque todavía persisten incógnitas sobre la aplicación de la medida y la forma en que repercutirá.

Según atentos observadores, para alcanzar la negociación y reducir entre 32,5 y 33 millones de barriles diarios (mbd) la actual producción, de 33,47 mbd, resultaron fundamentales las posiciones asumidas por Irán y Arabia Saudita (dos enconados contrincantes económica y políticamente). Por supuesto, si ello se llega a concretar, aún la emisión del combustible continuará siendo abundante, pues se disminuiría solo alrededor de un millón de mbd con respecto a la extracción de agosto de 2016, y por tanto el equilibrio entre la oferta y la demanda no se apreciará hasta principios de 2017, en el leal saber y entender de los analistas.

Conforme nos recuerda un experto, en los últimos tiempos el derrumbe de las cotizaciones se convirtió en una constante para el sistema financiero global y una amenaza para los poseedores del carburante, que han visto diluirse sus entradas de capitales. La presión de la OPEP influyó directamente en las posiciones asumidas por Teherán y Riad.

Ahora, nos sumamos sin pestañear siquiera a quienes recalcan que, a pesar del ¿pacto?, dentro de la organización persisten las tensiones sobre con qué cantidades deberán dejar de trasegar sus miembros, e Irak se mostró en desacuerdo con la medida, bajo el argumento de que necesita paliar los efectos de los años de guerra.

De cualquier modo, el encuentro de Maduro -otro que aspira a más de 70 dólares por tonel- y Putin resulta un avance de innúmeras leguas, dada la puja de la OPEP y los Estados que no la configuran, entre los cuales aparece Rusia. El paso de la Federación euroasiática vendría a trocarse en un ejemplo; de ahí quizás la exultación del líder venezolano al anunciar la posibilidad de frenar una oferta que, como afirmábamos, contradice la lógica más ortodoxa. Enhorabuena.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.