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Precios que matan

Fuentes: IPS Noticias

La hambruna que sufre la población de vastas zonas de Kenia no es consecuencia de la falta de alimento, sino de su elevado precio, según activistas que urgen a las autoridades a abaratar productos básicos, en especial la harina de maíz.

Según una encuesta realizada por la organización Bunge la Mwananchi (Parlamento de los Ciudadanos, en swahili), en las áreas afectadas el alimento no escasea, pero es demasiado caro para el bolsillo de la mayoría de los habitantes.

«La gente se muere de hambre, pero no por falta de comida. La cuestión es que no pueden pagarla. Los ciudadanos comunes de estas zonas nos lo confirmaron: el precio de los alimentos está más allá de su alcance», dijo a IPS Wangui Mbatia, activista de Bunge la Mwananchi.

La organización dijo que el precio de un paquete de dos kilogramos de harina de maíz –conocida localmente como «unga»– debería ser reducido de 70 a 40 centavos de dólar (o a 30 chelines keniatas). Identificada con una cinta blanca, la campaña tiene como consigna «Unga por 30 chelines».

Según Bunge la Mwananchi, esto podría lograrse reduciendo o eliminando impuestos a los comestibles, entre los cuales la harina de maíz tiene una presencia preponderante.

«El gobierno eleva el precio de las materias primas con los gravámenes. Todo lo que necesita hacer es disminuir o eliminar impuestos a alimentos básicos. Esto los abaratará», señaló Mbatia.

«Si el gobierno fue capaz de exonerar de impuestos a las toallas higiénicas femeninas, por qué no puede hacer lo mismo con el unga y otros elementos básicos?», preguntó.

El año pasado, funcionarios de finanzas exoneraron del impuesto al valor agregado (IVA) a estos productos para ampliar su disponibilidad, luego una intensa presión de las legisladoras.

En diciembre, las autoridades declararon el estado de desastre nacional por la sequía y la consecuente hambruna. Entonces, el presidente Mwai Kibaki hizo un pedido internacional de asistencia alimentaria para evitar que más de tres millones de personas murieran de hambre. El nordeste del país es la zona más afectada.

A comienzos de este mes, sin embargo, el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), James Morris, advirtió que la agencia se estaba quedando sin suministros para alimentar a los keniatas.

«Hasta ahora, la cantidad de víctimas mortales es limitada, pero tememos que cualquier quiebre en la provisión de alimentos a la población más vulnerable conduzca a sufrimiento y muertes a una escala mucho mayor», informó Morris en un comunicado de la agencia difundido el 5 de marzo.

Desde entonces, fue recortada la ración de alrededor de 230.000 refugiados somalíes y sudaneses en el nordeste de Kenia nororiental.

Pero Mbatia insistió en que esa asistencia para la emergencia era apenas una solución parcial al problema.

«No se puede tratar la sequía y las muertes por hambre en Kenia apelando sólo a la ayuda alimentario. Queremos que el gobierno aborde el asunto de un modo más integral, reduciendo los precios de los comestibles», dijo.

Con sucursales en todo el país, Bunge la Mwananchi realiza programas de educación cívica en procura de apoyo del público para su campaña. La organización también se propone realizar protestas pacíficas para que las autoridades tomen en cuenta sus llamados.

El conocido activista de los derechos del consumidor John Kinuthia manifestó su apoyo a la campaña.

«Es infame que un gobierno grave productos básicos que pueden salvar vidas. Debería, más bien, buscar las ganancias con impuestos a otros productos «, dijo.

Expertos sugieren aumentar los impuestos a productos no esenciales, como cigarrillos y cerveza, para cubrir la escasez de fondos, para cubrir las pérdidas por la eventual la eliminación de gravámenes a los alimentos básicos.

Pero Fredrick Muthengi, del Instituto de Asuntos Económicos, una organización civil con sede en Nairobi, tiene sus dudas de que alcance con esto.

«Aún si los impuestos a los alimentos básicos se redujeran o eliminaran en su totalidad, es importante que un organismo regule, ponga límites y controle el precio de las mercaderías en todo el país», afirmó.

Muthengi también subrayó la necesidad de un mayor activismo por parte de los consumidores.

«Lo que el país necesita es una organización de consumidores fuerte, que proteste contra la suba de precios. Vimos algo así hace 10 años», señaló.

Muthengi recordó que la población se resistió en 1996 al encarecimiento de las estampillas postales por parte de la Corporación de Correos y Telecomunicaciones de Kenia.

Además de suprimir el impuesto al valor agregado de las materias primas, dijo Kinuthia, el gobierno también podría subsidiar la producción alimentaria para consumo local, a fin de reducir los precios.

Actualmente, productos como semillas, fertilizantes, insecticidas y herbicidas no están subsidiados, lo que eleva el costo de producción, luego trasladado al consumidor.

Kenia no es el único país de África oriental que padece escasez de alimentos. Según el PMA, Djibouti, Etiopía y Somalia también enfrentan una crisis. En el cuerno de África, alrededor de seis millones de personas requieren asistencia de emergencia.

Obtener suministros para Somalia está demostrando ser particularmente difícil.

«Mientras la pobre financiación está dificultando las operaciones de emergencia contra la sequía en Kenia, el PMA y otras agencias humanitarias se enfrentan en el sur de Somalia con el enorme desafío de llegar a las víctimas de la sequía en áreas remotas e inseguras», dijo Morris.

Un gobierno de transición para Somalía fue establecido hace más de un año para poner fin a la anarquía desatada por el colapso del régimen de Muhammad Siad Barre (1969-1991), pero no fue capaz de extender su autoridad a todo el país.

Somalía todavía está dividida entre líderes de facciones que compiten entre sí, a los cuales se dirigió el PMA: «Urgimos a los líderes y a la milicia rival a dejar de lado sus diferencias y garantizar un pasaje seguro para impedir una catástrofe humanitaria».