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Premios Nobel analizan el rol de los reguladores en la actual crisis financiera

Fuentes: IAR Noticias

Algunas de las mentes económicas más brillantes del mundo concuerdan que la actual crisis financiera expuso grandes defectos en el sistema, pero discrepan sobre el papel que los reguladores deberían jugar a la hora de prevenir un nuevo descalabro.

El jueves, en una pequeña isla en el sur de Alemania, tres ganadores del Premio Nóbel de Economía y un ganador del Nóbel de la Paz lamentaron el excesivo riesgo asumido, la laxa gestión y la impenetrable complejidad que se encuentran en el centro de la actual crisis del sistema financiero.

Muchas de las críticas se concentraron en la noción de que la banca se ha alejado de su propósito fundamental. En medio de su afán por mejorar sus ganancias «lo que se ha perdido es la idea de que el banquero tiene cierta responsabilidad de proteger los intereses de los clientes», dijo Daniel McFadden, quien ganó el Premio Nóbel de Economía en 2000 por una investigación concentrada en los procesos de toma de decisiones de los individuos.

Aunque un mercado en el que las hipotecas pueden ser convertidas en valores que se vendan a los bancos de todo el mundo puede ser eficiente, dijo McFadden, «la forma más eficiente de organizar la actividad económica también puede ser la más frágil. El Congreso debe considerar los costos de la volatilidad y la inestabilidad».

Sin embargo, un afán regulador podría tener consecuencias nefastas, advirtió Myron Scholes, quién ganó el Nóbel en 1997 por un método para valorar derivados, instrumentos financieros cuyo precio cambia según el valor de los activos relacionados. Tras repasar las funciones básicas de los sistemas financieros, incluyendo la financiación de los proyectos a gran escala, la facilitación del ahorro y la asignación de precios a los activos, Scholes atribuyó décadas de crecimiento económico a innovaciones que permitieron que las instituciones «desempeñaran estas funciones de manera más eficiente».

Scholes, uno de los fundadores de Long-Term Capital Management, el fondo de cobertura que colapsó durante la crisis asiática a finales de los 90, manifestó que «a veces el costo de la regulación puede ser mucho mayor que sus beneficios». Un ejemplo, agregó, es la legislación contable conocida como Sarbanes-Oxley, implementada después del colapso de Enron a principios de la década. Estas reglas han sido criticadas por quitarle atractivo a Estados Unidos como destino de inversión.

Joseph Stiglitz, que ganó el Nóbel en 2001, sugirió que las innovaciones equivocadas fueron la causa de los problemas actuales. El profesor de Economía de la Universidad de Columbia resaltó que la evaluación de riesgo más importante para los deudores hipotecarios es la probabilidad de que pierdan su hogar en medio de la volatilidad del mercado. Añadió que «estos son los problemas que los productos [de los mercados financieros] deberían combatir. En cambio, crearon riesgos y ahora estamos sufriendo las consecuencias de esta llamada innovación».

Hay algunas áreas en las que los premios Nóbel coinciden. Los estándares que miden cuánto capital deben tener los bancos, llamados Basilea II por la ciudad suiza en la que fueron desarrollados, se concentran demasiado en los riesgos diarios y no lo suficiente en cómo enfrentar las crisis. «Lo que sucede la mayoría de las veces no es importante», dijo Scholes, quien destacó que las turbulencias financieras actuales ocurren poco después de la explosión de la burbuja de las puntocom y la crisis asiática de finales de los 90. «Tenemos que aprender a absorber los shocks cuando estos ocurren».

Una idea que podría ayudar a prevenir una crisis similar sería la creación de una comisión que aprobaría los productos financieros antes que sean lanzados. El organismo jugaría un papel similar al de la Administración de Drogas y Alimentos de EE.UU. (FDA), dijo McFadden. «Podríamos necesitar un regulador que pruebe la fortaleza de los instrumentos financieros y apruebe sólo los usos en los que no podrían causar daños».

Sin embargo, hacer modificaciones a un sistema fundamentalmente defectuoso podría no ser suficiente, dijo Muhammad Yunus, cuyo éxito al conceder pequeños préstamos a personas pobres para obtener créditos tradicionales lo llevó a él y su banco Graneen a ganar el Nóbel de la Paz en 2006.

«Nuestra banca es sub sub sub sub prime», dijo Yunus, señalando que su modelo no requiere el uso de un colateral, no ofrece un seguro y se precia de no involucrar a abogados. La parte positiva es que «nuestra tasa de pago es muy alta. Como 98% o 99%».