Que el gobierno español se encuentra desbordado por la situación del mercado inmobiliario es una afirmación casi de perogrullo. Si ayer recogía la invocación a la esperanza que realizaba la ministra de Vivienda como su principal propuesta política para contener el precio de la vivienda en 2007, hoy no puedo dejar de remitirme al más […]
Que el gobierno español se encuentra desbordado por la situación del mercado inmobiliario es una afirmación casi de perogrullo.
Si ayer recogía la invocación a la esperanza que realizaba la ministra de Vivienda como su principal propuesta política para contener el precio de la vivienda en 2007, hoy no puedo dejar de remitirme al más que desafortunado sarcasmo con el que el ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, se refería a los efectos que pudieran tener sobre las familias con hipoteca la subida de los tipos de interés.
En palabras de Solbes, «el umbral del dolor [de las familias] puede ser muy alto» y compara seguidamente la situación actual con la que existía cuando él y las personas de su edad presentes en la sala compraron sus «primeras» viviendas a unos tipos de interés del 16% y «aquí estamos», concluía.
El ministro de Economía, consecuente hasta la médula con su condición de neoliberal confeso, considera que un ajuste brusco del mercado inmobiliario por la vía del aumento de los tipos de interés puede ser perfectamente soportable para las familias gracias a esa abnegada capacidad para el sufrimiento que parece atribuirle a los españoles.
La falta de responsabilidad que demuestra Solbes con esas declaraciones es digna de pasar a cualquier antología del dislate económico si se tiene en cuenta la actual situación de endeudamiento de las familias españolas. Pero, además, también resulta significativa de su falta de sensibilidad ante lo que ya de por sí es un problema para esas familias pero que puede convertirse en una auténtica catástrofe económica para todos, tengamos o no hipotecas.
Solbes parece ignorar que el endeudamiento familiar ha crecido en España un 177% entre 1998 y 2005 y supera ya el 115% de la renta bruta disponible de esas familias. Así, las deudas contraídas por las familias españolas en forma de hipotecas para la adquisición de viviendas se elevaban a fines de septiembre a algo más de 545 mil millones de euros, lo que representaba un incremento de casi el 22% con respecto al mismo mes de 2005. Es más, con la subida de tipos, el número de familias que tienen comprometido más del 40% de sus ingresos en pagos bancarios se ha duplicado en seis meses.
Si en este escenario de endeudamiento, Solbes piensa que el coste del reajuste del mercado inmobiliario iba a ser soportado estoica y exclusivamente por las familias españolas es que necesitamos urgente -o, mejor dicho, mucho más urgentemente- un cambio de ministro de Economía.
Los problemas de insolvencia a los que daría lugar la subida de los tipos de interés no sólo provocarían el derrumbe del mercado inmobiliario sino que desencadenaría una crisis financiera y bancaria de efectos difícilmente calculables. Y, si no, que le pregunten a los japoneses que ahora comienzan a recuperarse de la explosión de la burbuja inmobiliaria que tuvo lugar a principios de la década de los noventa.
Así que, mejor que ironizar sobre problemas tan graves y que quitan el sueño a tantas familias, Solbes debería agradecer, no el que los españoles tengan el umbral de dolor muy alto, porque no es eso lo que tienen elevado.
Lo que realmente tienen alto los españoles es el umbral de la tolerancia con la incompetencia de este gobierno y con la del propio Solbes -por la parte que le toca en el tema y por los sarcasmos extemporáneos-, para resolver en este país el problema de la vivienda con todo lo que le rodea.
Alberto Montero Soler ([email protected]) es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga y colaborador habitual de Rebelión.