Como ha sucedido a través de la historia y en particular en América, todos los millonarios que alcanzan la presidencia del país apoyan a las clases altas más adineradas de la sociedad en detrimento de las mayorías poblacionales. Los casos en Estados Unidos se repiten desde casi su fundación pues para llegar a la primera […]
Como ha sucedido a través de la historia y en particular en América, todos los millonarios que alcanzan la presidencia del país apoyan a las clases altas más adineradas de la sociedad en detrimento de las mayorías poblacionales.
Los casos en Estados Unidos se repiten desde casi su fundación pues para llegar a la primera magistratura del gigante norteamericano mediante campañas electorales, hay que disponer de cientos de millones de dólares.
En América Latina, como en Estados Unidos, los millonarios que alcanzan el poder, no implementan medidas que ayuden a sus pueblos, mientras que apoyan a las poderosas transnacionales y a las oligarquías criollas que se enriquecen aun más con la aplicación de medidas económicas capitalistas.
Tenemos el caso del argentino Mauricio Macri que cuando anunció su candidatura a la presidencial, declaró bienes por 5.5 millones de dólares, (publicaciones financieras aseguran que sobrepasan los 100 millones) que incluían participaciones en varias sociedades, depósitos en Estados Unidos y Suiza y varias propiedades.
Esa fortuna era solo su patrimonio personal, a lo que se sumaba el de su padre Franco Macri, magnate de la industria en Argentina que posee empresas en sectores de la construcción y de los automóviles, entre otros. El capital del magnate padre se calcula en la astronómica cifra de 2 000 millones de dólares.
Con la llegada de Mauricio Macri al poder, la nación sufrió un enorme retroceso económico parecido al ocurrido a finales del siglo XX y principios del XXI, al endeudarse el país con el FMI por más de 50 000 millones de dólares, privatizarse empresas públicas, aumentar el desempleo y la pobreza, mientras las capas adineradas acumulaban más fortunas.
En otra nación del cono sur americano, en Chile, alcanzó la presidencia el multimillonario, Sebastián Piñera, con un capital, según la revista Forbes en 3 000 millones de dólares.
Piñera amasó su fortuna a inicios de la década de los años 80, cuando regresó de Estados Unidos con las franquicias de las primeras tarjetas de crédito.
En esa misma época fue contratado como asesor de un banco del que se hizo socio y diversificó sus negocios en el ámbito financiero a través de compra-venta de empresas como una aerolínea, un canal de televisión y un equipo de fútbol, además de inversiones en inmobiliaria.
Admirador del ex general golpista Augusto Pinochet e impulsor de políticas neoliberales, Piñera exacerbó las penurias de la mayoría de la población desfavorecida al imponer en octubre pasado, su última medida consistente en un aumento del 30 % en el precio del pasaje en la red de transporte.
El detonante no se hizo esperar para miles de miles de jóvenes, estudiantes, obreros y hasta de la clase media, que no les alcanza el dinero para sufragar canasta básica familiar y los servicios privatizados de agua, electricidad, alcantarillado, educación y atención médica.
Las manifestaciones se han propagado por todas las ciudades las que trataron de ser contrarrestadas con una represión generalizada la cual ha dejado más de 20 muertos, decenas de heridos y miles de detenidos.
Esta situación de indigencia en varios países de América latina también ha ocurrido en Panamá con las presidencias de dos millonarios, Ricardo Martinelli (2009-2014, acusado en varios casos de corrupción) y Juan Carlos Varela (2014-2018) quien al asumir la presidencia declaró que poseía 25 millones de dólares en acciones de diversas empresas, además de cuentas bancarias, bienes inmuebles y acciones en las radiodifusoras Radio Mix, La Tipica y Blast.
Varela, a l terminar su gobierno en 2019, dejó a los panameños como el segundo país más desigual de la región.
Paraguay desde 2013 vio la llegada al poder de Horacio Cartes, un empresario multimillonario que logró reelegirse en 2018 y que ha sido objeto de varias acusaciones de malversación, estafas y relaciones con el narcotráfico. En el país la pobreza se estima en 34 % de la población y en las zonas rurales es superior.
En México, durante los seis años de gobierno de Enrique Peña Nieto, sus cuentas bancarias se ensancharon en casi un 60 %, mientras que sus ingresos anuales aumentaron el 679 %, según una investigación de la Revista Digital Froji.mx, y divulgados por la Secretaría de la Función Pública (SFP). Más de 50 millones de mexicanos son pobres.
Si vamos a Perú, nos encontramos con el ex mandatario Pedro Pablo Kuczynski, quien renunció por haber recibido sobornos de la compañía Odebrecht, se fue con sus más de 10 millones de dólares y dejó a la mayoría de la población envueltas en las tradicionales penurias de hambre, miseria y necesidades.
De estos ejemplos se desprende que los millonarios no deben presidir los países porque al final responden a sus propios intereses de clases y se apoyan en leyes neoliberales que arruinan a las grandes mayorías en detrimento de las minorías.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.