Cada día se comprueba con datos más sólidos que los presidentes millonarios actúan para favorecer sus propios intereses y a las clases adineradas, en detrimento de las grandes mayorías.
Ningún mejor ejemplo de esa realidad que lo ocurrido recientemente cuando la investigación conocida como Papeles de Pandora del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) destapó que tres actuales presidentes, una decena de expresidentes, además de ministros y altos funcionarios de América Latina poseen acciones en paraísos fiscales para ocultar sus riquezas y evadir impuestos.
En América latina, la región más desigual entre ricos y pobres del planeta, aparecen en la lista de los Papeles de Pandora los presidentes Sebastián Piñera (Chile), Guillermo Lazzo (Ecuador) y Luís Abinader (República Dominicana); los expresidentes Pedro Pablo Kuczynski (Perú), Horacio Cartes (Paraguay), César Gaviria y Andrés Pastrana (Colombia).
También están los exmandatarios Porfirio Lobo (Honduras); Alfredo Cristiani y Francisco Flores (El Salvador); Juan Carlos Varela, Ricardo Martinelli y Ernesto Pérez Balladares (Panamá).
Como se conoce, mediante los paraísos fiscales ha surgido una industria especializada en la gestión de los trámites necesarios para que interesados de cualquier parte del mundo (siempre personas adineradas) puedan crear sus sociedades de forma secreta.
Con la ayuda de los llamados Despachos de Abogados, el cliente consigue no dejar rastro de su identidad en documentos oficiales como actas de incorporación o registros de accionistas.
Un estudio publicado en 2017 y actualizado en 2019 estimó que un 10 % del Producto Interno Bruto (PIB) mundial se encuentra en sociedades offshore. La regla general para que sean legales es que se declaren a las autoridades tributarias competentes.
Aunque parezca irreal en este siglo XXI, según un informe publicado por el Tax Justice Project, una organización especializada en evasión fiscal, América Latina pierde más de 40 000 millones de dólares en impuestos cada año por el abuso de estructuras offshore, donde los millonarios cada año incrementan sus capitales.
Por eso la gran realidad es que todos los millonarios, sin excepción, que alcanzan la presidencia de un país en Latinoamérica, apoyan a las clases altas más adineradas de la sociedad en detrimento de las mayorías poblacionales.
Estos adinerados no implementan medidas para ayudar a sus pueblos, mientras apoyan a las poderosas transnacionales y a las oligarquías criollas que se enriquecen aun más con la aplicación de medidas económicas neoliberales.
Nuevamente Sebastián Piñera, quien ha utilizado a los carabineros para reprimir violentamente a estudiantes y obreros que protestan por las medidas neoliberales aplicadas durante su mandato, se halla en la mira internacional por su vinculación con el proyecto de Minera Dominga. Los Papeles de Pandora lo colocan como copropietario de Andes Iron para construir el proyecto en el sector norte de la comuna de La Higuera a través del Mediterráneo Fondo de Inversión.
Piñera y su familia estuvieron involucrados con la iniciativa a través de la empresa gestionada por Administradora Bancorp, que controlaba un tercio de la propiedad de Minera Activa Uno Spa, dueña de Minera Dominga. La transacción se realizó por medio de un paraíso fiscal en Islas Vírgenes Británicas, el cual reportó a los inversionistas, incluyendo al mandatario chileno, ganancias del 1 000 % en 18 meses.
La revista Forbes publicó que cuando Piñera alcanzó la presidencia ya poseía un capital de 3 000 millones de dólares.
En cuanto al presidente ecuatoriano Guillermo Lazzo se destapó que era beneficiario de unas 14 empresas offshore ubicadas en Panamá y en Dakota del Sur y Delaware, Estados Unidos. Los documentos indican que si él falleciera los patrimonios pasarían a su esposa y a sus cinco hijos.
Otro caso, aunque no está directamente en los Papeles de Pandora, es el del expresidente argentino Mauricio Macri (sí aparecen varios miembros de su familia) que cuando anunció su candidatura a la presidencia declaró bienes por 5.5 millones de dólares (publicaciones financieras aseguran que sobrepasan los 100 millones) que incluían participaciones en varias sociedades, depósitos en Estados Unidos y Suiza.
Esa fortuna era solo su patrimonio personal, a lo que se sumaba el de su padre Franco Macri, magnate de la industria en Argentina que posee empresas en sectores de la construcción y de los automóviles, con un capital que se calcula en 2 000 millones de dólares.
Con la llegada de Mauricio Macri al poder, la nación sufrió un enorme retroceso económico al endeudarse el país con el FMI por más de 50 000 millones de dólares, privatizarse empresas públicas, aumentar el desempleo y la pobreza, mientras las capas adineradas acumulaban más fortunas.
Los numerosos hechos de esta índole ocurridos en Latinoamérica no se pueden abarcar en un solo comentario.
Lo cierto es que varios de estos países no han podido escapar de las amarras político-económicas que les impone Washington cuyo corolario es que para llegar a la primera magistratura, mediante las campañas electorales hay que disponer de cientos de millones de dólares. O sea, millonarios presidentes para tratar de controlar gobiernos en contra de las mayorías.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
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