1. La razón de Estado y la razón de los Pueblos en la integración latinoamericana El Primer Encuentro de Pueblos y Estados por la Liberación de la Patria Grande, realizado por el Bloque Regional de Poder Popular (BRPP) y el Estado de Bolivia, en Sucre, Bolivia, del 27 al 29 de Octubre, terminó con un […]
1. La razón de Estado y la razón de los Pueblos en la integración latinoamericana
El Primer Encuentro de Pueblos y Estados por la Liberación de la Patria Grande, realizado por el Bloque Regional de Poder Popular (BRPP) y el Estado de Bolivia, en Sucre, Bolivia, del 27 al 29 de Octubre, terminó con un insoslayable imperativo político: la necesidad de una nueva relación institucional entre los gobiernos integracionistas y los pueblos latinoamericanos, en torno a una nueva alianza estratégica republicana.
El Presidente del Movimiento Campesino de Formosa (MOCAFOR, Argentina), Benigno López, y Alexis Ponce , Presidente de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (APdH) del Ecuador, habían concretizado esa necesidad, demandando un debate público televisivo con los Presidentes latinoamericanos sobre cuatro puntos que afligen la vida de nuestros pueblos: 1. la deuda externa; 2. las bases militares estadounidenses; 3. un macro-plan para la reindustrialización, la renacionalización de los recursos naturales y sociales y el rescate del campo, para todo el Bloque Regional de Poder (BRP); 4. la unión cívica-militar de la Patria Grande.
Las palabras del vicepresidente Álvaro García Linera, quien representó a Evo en la clausura, parecían confirmar una sinergia, un paralelismo de pensamiento, en este punto trascendental: «A nombre de nuestro Presidente de la Republica, y a nombre nuestro quiero agradecerles su presencia acá y quiero pedirles que no nos abandonen y tengan toda la seguridad que nosotros tampoco los abandonaremos, en cada una de sus iniciativas, en cada una de sus luchas y en cada una de sus acciones.»
2. Refundar el eje Pueblos-Estados: de-sacralizar el poder
De lo que se trata en la refundación de la Alianza Republicana entre Pueblos y Estados (ARPE), es la de-sacralizaron del poder. Sin el software de de-sacralización, ejemplarmente desarrollado por la Ilustración Europea y la Revolución Francesa, no lograremos nunca construir una democracia real en ninguna parte. Un anti-autoritarismo racional y ético es la sal de la revolución del socialismo del siglo XXI, tal como la praxis de los jacobinos fue la sal de la Revolución burguesa de Europa.
En la revolución latinoamericana independentista no hubo jacobinos, dicen algunos historiadores europeos, y por eso revirtió pronto hacia el feudalismo-neocolonialismo. Esta es una verdad a medias. La Guerra a Muerte de Bolívar sí fue jacobina, pero solo en cuanto al terror revolucionario. Nunca logró convertirse en una fuerza orgánica que se plasmara en una actitud mental, formativa-republicana en la vanguardia latinoamericana y, en consecuencia, tampoco penetró en los movimientos populares. Estos sí son rebeldes ante las autoridades hostiles, pero demasiado sumisos ante las autoridades divinas y terrenales que definen como aliados.
«Queremos socios, no patrones», había definido Evo Morales la relación entre empresas transnacionales y Estados desarrollistas latinoamericanos. Es esta misma lógica, la lógica republicana de la igualdad, que debe regir la relación entre Pueblos y Estados en la Segunda Independencia por la cual estamos luchando.
Es un aprendizaje difícil para los presidentes y los movimientos populares. Los presidentes tienen que vencer las tentaciones del comportamiento del poder, mientras que los pueblos tienen que superar el complejo de inferioridad ante la razón del Estado, y ver a los políticos como administradores temporales del poder y patrimonio público, no como sus dueños. Parte de esta superación popular es la obligación de adquirir un nivel adecuado de conocimientos, no solo, porque la auto-confianza es una función de este dominio teórico de las materias en disputa, sino también, porque la ignorancia no tiene derecho a ser tratado de igual a igual con la razón.
Con todo, la relación entre ambos sujetos siempre será asintótica. Nunca pueden ser idénticos. Pero, cuando el pueblo se disuelve en el liderazgo partidista o estatal, entra en un estado patológico que anuncia el fin de la revolución. Renuncia a su status de sujeto y emprende el camino de la regresión hacia el status de objeto.
El equilibrio es delicado y resulta de una doble identidad: la de ser, al mismo tiempo, seguidor de un líder nacional presidencial y sujeto soberano del poder popular. Ambos papeles son necesarios. Toda unilateralización de su dialéctica hará fracasar la transición, porque convierte al sujeto-pueblo en clientela política del Estado, por una parte, o lo separa del necesario liderazgo nacional, por otra. «Confianza es bueno, control es mejor», decía el gran Lenin. Esta fórmula es la que mejor preserva la salud de la revolución y la de todos sus participantes.
3. La II. Cumbre Sudamericana de Naciones: ritual protocolar
Después de Sucre, donde el Bloque Regional de Poder Popular (BRPP) nace y toma conciencia de sí, la II. Cumbre Sudamericana de Naciones (Cochabamba, diciembre), se perfilaba como primer campo de batalla para el imperativo popular republicano. Era un campo poco idóneo, porque contrario a la voluntad de Evo, los comités preparativos habían organizado la Cumbre para ser un acto ritual y protocolario; no para definir líneas estratégicas, resolver divergencias programáticas entre los gobiernos o permitirles a los movimientos una incidencia real.
La agenda del evento y de los presidentes no dejaban dudas al respeto. La mayoría de los presidentes llegó el viernes, 8 de diciembre, en horas de la tarde o de la noche. Iniciaron la actividad con una cena preparada por el gobierno anfitrión y con un vacío espectacular: el presidente del segundo país más importante de Sudamérica, Néstor Kirchner, faltaba. En la noche se dedicaron a conversaciones bilaterales. El sábado, 9 de diciembre, se congregaron para firmar un documento tan carente de vanguardismo integracionista, que generó la ira pública del presidente Chávez. Lula explicó la mediocridad del documento con las diferencias políticas entre los gobiernos y después de algunos comentarios intrascendentes, terminó el acto.
A las 16:00 horas fue el acto masivo en el estadio, donde la Cumbre de los Presidentes y la Cumbre de los Pueblos debían confluir. Era el sueño de Evo, estar con el pueblo y los presidentes, para simbolizar la nueva relación entre movimientos sociales y Estados. Pero no se dio. Salvo Hugo Chávez y el presidente electo de Nicaragua, Daniel Ortega, ninguno de los jefes de Estado lo acompañó. Un mensaje significativo sobre la relación entre la razón de Estado y la razón de los Pueblos, en la Patria Grande.
4. Presidente y Vice-Presidente Boliviano responden al planteamiento televisivo del BRPP
En estas circunstancias difíciles es un deber moral del BRPP reconocer la voluntad política y el extraordinario esfuerzo que hicieron tanto el presidente Evo Morales como el vicepresidente Álvaro García Linera, para responder el domingo 10 de diciembre, al imperativo planteado por el BRPP en Sucre, de debatir en la televisión la agenda de cuatro puntos de Sucre.
El debate duró una hora y 20 minutos. Participaron del lado del BRPP algunos delegados que habían asistido al Seminario sobre el Socialismo del Siglo XXI, en Cochabamba, que se vio colmado el día viernes con seiscientos participantes de los movimientos sociales latinoamericanos, entre ellos: Carlos Morillo y Dozthor Zurlent de Venezuela; Huascar Ayma de Bolivia; Benigno López de Argentina y Federico García del Perú. El que suscribe fungió como moderador de la mesa.
El debate fue profundo y, como todo debate verdadero, generó en ciertos momentos tensiones discursivas. Los focos de la discusión fueron la deuda externa y la refundación de la relación institucional, sobre todo, el acceso de los movimientos a los recursos materiales que administra el Estado.
Dos semanas antes, unos treinta delegados del BRPP se habían reunido en un seminario preparatorio, en La Paz. En este seminario apareció la pregunta: Si el imperialismo estadounidense-europeo y las oligarquías financian descaradamente a los movimientos sociales, ONGs y partidos políticos de la subversión que tratan de destruir a nuestros gobiernos bolivarianos legítimamente constituidos, ¿porque nuestros gobiernos no apoyan materialmente a los movimientos sociales que están con ellos y que son el poder real que los sostiene? ¿No es un contrasentido esa actitud de nuestros gobiernos, máxime, cuando el plusproducto económico que administra el Estado es de hecho propiedad de los pueblos? La mayoría pensó que es un error no potenciar las fuerzas populares revolucionarias con recursos materiales, para fortalecer el proceso de integración y transformación bolivarianas. Una minoría no coincidía con tal posición.
Al plantearse este debate con Evo y Álvaro, ambos externaron su preocupación por la eventual creación de un clientelismo social y político entre los movimientos. Este peligro, por supuesto, existe, y va a existir, al igual que la corrupción, mientras las sociedades humanas operen sobre las cuatro formas singulares de poder –el económico, político, militar y cultural– que como en la ley de difusión en física y química tienden hacia la nivelación de sus potenciales de energía.
Pero, existen también dos contrafuerzas que hay que tomar en cuenta: 1. El primer deber de un gobierno progresista y legítimo consiste en derrotar a la contrarrevolución con todos los medios legítimos a su alcance; y el apoyo con recursos a los movimientos sociales, dentro de las leyes, es absolutamente legítimo y ético; 2. En los últimos treinta años, ningún movimiento social o político en América Latina se ha convertido en gobierno, sin el apoyo de otros Estados progresistas y/o clases sociales acaudaladas. De ahí, que una actitud de purismo frente al aspecto material de la interacción entre pueblos y Estados no solo beneficia a la oligarquía y al imperialismo estadounidense-europeo, sino que contradice la propia historia de los movimientos, que hoy son gobierno.
Una nueva relación institucional republicana entre la razón del Estado y la voluntad de los pueblos es un factor clave para el triunfo del proceso de transición en América Latina. Como decía anteriormente, es parte de un aprendizaje difícil de ambos lados que requiere tiempo. Lo importante es, que Evo Morales y Álvaro García Linera han dado el primer paso, junto con el BRPP. Sobre este paso hay que construir el futuro, involucrando a cada vez más Presidentes y movimientos sociales de la Patria Grande.