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Primero la gente

Fuentes: Red del Tercer Mundo

A un año del estallido de la crisis financiera, en una semana muy cargada, los presidentes del Grupo de los 20 (G-20) se reúnen en Pittsburgh y las Naciones Unidas inicia su nuevo periodo de sesiones con la reforma de la economia mundial en la agenda. La red de organizaciones Social Watch lanzó el primer […]

A un año del estallido de la crisis financiera, en una semana muy cargada, los presidentes del Grupo de los 20 (G-20) se reúnen en Pittsburgh y las Naciones Unidas inicia su nuevo periodo de sesiones con la reforma de la economia mundial en la agenda. La red de organizaciones Social Watch lanzó el primer informe sobre el impacto mundial de la crisis vista «desde abajo».

La declaración de bancarrota del banco de inversiones Lehman Brothers en setiembre de 2008 es percibida por muchos como el momento de quiebre para una serie de colapsos del sistema bancario que se propagaron como un incendio forestal por las bolsas y mercados financieros de las economías más ricas del mundo. La palabra «crisis» ha sido desde entonces el centro de todas las noticias y discursos políticos.

La Gran Depresión que sacudió al mundo a principios de los años treinta es citada con frecuencia como el único precedente y el historiador Eric Hobsbawn comparó la caída de Wall Street con la del Muro de Berlín. En la opinión de quien es considerado el mayor historiador del siglo XX, «la economía capitalista de libre mercado desprovista de cualquier tipo de restricciones o controles (…) que capturó al mundo y sus gobiernos desde los años de Margaret Thatcher y el presidente Reagan (…) se está desmoronando ante nuestros ojos» de la misma manera en que lo hicieran las economías planificadas centralmente desde el Estado de tipo soviético hace veinte años .

La polvareda aún no se ha asentado y mientras los bancos de inversiones con fuertes vínculos con el sistema político de Estados Unidos, como Goldman Sachs, ya han vuelto a tener ganancias y a recompensar a sus ejecutivos con bonos multimillonarios en dólares, el desempleo sigue creciendo en la mayoría de las llamadas economías «avanzadas» y recién ahora, un año después del terremoto ocurrido en el epicentro de las finanzas globales, la ola del tsunami está comenzando a llegar a las orillas más distantes.

En el informe de Social Watch 2009 se incluyen las conclusiones de las organizaciones de la sociedad civil en más de sesenta países. Se trata del primer informe global desde las bases sobre los impactos sociales de la crisis. Las agencias de las Naciones Unidas y otras instituciones han producido estimaciones valiosas sobre los millones de empleos que se perderán en todo el mundo, la creciente pobreza e incluso el aumento de la mortalidad infantil debidos a la incapacidad de los mercados para solucionar los problemas que ellos mismos crearon.

Pero esas estimaciones son inferencias realizadas a partir de agregados globales, y no el resultado de la observación directa sobre el terreno. La acumulación de conclusiones de países ricos y pobres de todos los continentes muestra semejanzas notables y también una diversidad de situaciones que enriquece el panorama disponible hasta ahora, lo revela aún más dramático y urge a los responsables de tomar las decisiones a implementar políticas que pongan por delante a las personas. No es sólo una cuestión de justicia social, sino también de sólida política económica, tal como queda de manifiesto en los informes nacionales contenidos en el informe.

El término «crisis» se refiere a un momento decisivo, un tiempo inestable, pero para muchas de las coaliciones de Social Watch que remitieron su informe nacional, la crisis que sufren sus países viene de décadas atrás y no comenzó con el colapso de los mercados financieros. Muchos ciudadanos en todo el mundo pueden compartir la conclusión de los Watchers peruanos: «En tiempos de bonanza se pide a los trabajadores paciencia para gozar de los beneficios del crecimiento, mientras que, durante las crisis» se espera que se ajusten sus cinturones. Pero eso no es justo y, según entienden ahora los economistas, ni siquiera funciona. Los paquetes de estímulo que dependen de las rebajas de impuestos a los ricos y de subsidiar a los grandes bancos y corporaciones no produjeron los resultados esperados. Anticipando una recesión prolongada, los ricos y las clases medias tienden a ahorrar cualquier dinero adicional, en vez de gastarlo, mientras que los bancos, en vez de prestar el dinero del estímulo, lo usan para reconstruir sus activos.

Pero cuando los fondos se canalizan hacia los pobres se gasta inmediatamente. No porque tengan un mejor entendimiento de su papel como contribuyentes a la recuperación de la economía global, sino simplemente porque no tienen otra opción.

Por todo el mundo, las organizaciones de la sociedad civil exigen cosas similares de modos diferentes. En Marruecos, como informa la coalición de Social Watch local, «se han tomado diversas acciones colectivas, en particular, huelgas sectoriales (educación, salud, colectividades locales, etc.) así como una huelga general. Entre otros movimientos sociales conviene citar las distintas luchas impulsadas por las Coordinadoras contra la Carestía de Vida, así como por las Asociaciones Nacionales de Profesionales Desempleados. Se desplegaron varias estrategias de acción colectiva: sentadas, marchas populares espontáneas, días de movilización nacional contra la pobreza, etc. Las reivindicaciones se refieren al cese del alza de los precios, el mantenimiento de la Caja de Compensaciones, la aplicación de la escala móvil de los salarios, a la puesta a nivel de los servicios públicos y al cese de las privatizaciones de los controles de distribución de agua y electricidad».

Los Watchers italianos argumentan que «en respuesta a la crisis, cada vez más propietarios de cuentas bancarias en Italia están incursionando en el mundo de las finanzas éticas. Al cliente que apoya las finanzas éticas le importa cómo se utiliza su dinero, pero también que su banco no quiebre. Es así que muchos bancos en la actualidad están redoblando sus esfuerzos por mejorar su reputación. Volver al mandato original del sistema bancario de sostener la economía real debe constituir un punto de referencia constante en la búsqueda de salidas a la crisis». Su conclusión tiene validez en todo el mundo: las palabras clave deberían ser «luchar contra la pobreza y redistribuir los recursos».

Este artículo fue publicado originalmente el 24 de setiembre de 2009, en el suplemento Agenda Global que se distribuye todos los jueves con el periódico uruguayo La Diaria.

Información relacionada:

* Para contrarrestar la crisis mundial en los países en desarrollo son necesarias mayor inversión y mayor liquidez, exentas de condicionalidades – Comunicado de Social Watch y la Red del Tecer Mundo

* Informe de Social Watch 2009 – Poner a trabajar las finanzas: Primero la gente.

Roberto Bissio, periodista e investigador uruguayo, es director ejecutivo del Instituto del Tercer Mundo y Coordinador de Social Watch, una red de organizaciones de la sociedad civil en 50 países, dedicadas al análisis y debate de las políticas sociales. También es miembro del comité de la sociedad civil que asesora a las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).