Un western donde gana el malvado terrateniente (y no paga impuestos), pero los chinos ya no son explotados en el ferrocarril
En los primeros 100 días desde su elección como presidente de EEUU, Trump parece haberse alejado de la economía ortodoxa (neoliberal). Aunque en general ha intentado usar fórmulas viejas, lo ha hecho con una falta total de prejuicios (y de escrúpulos). Por ejemplo, ha hecho caso omiso a la regla no escrita de no abordar grandes saltos en cortos espacios de tiempo. Se puede pensar entonces que ha jugado de manera impetuosa e irreflexiva, incluso caprichosa, pero creo que nos equivocaríamos. Le puede salir mal, pero se intuye una lógica en todo esto. Hagamos un poco de historia económica.
En su libro más conocido [1], J. W. Moore nos dice que EEUU pudo sobreponerse a la primera gran crisis del capitalismo en el S.XIX gracias al carbón, el hierro y el vapor. La construcción del ferrocarril, que engulló ingentes cantidades de recursos, dio salida a un capital infrautilizado. Recordemos que eso fue posible en gran medida a mano de obra china en condiciones de explotación [2]. En aquella época, todavía era posible agrandar las fronteras de apropiación con cierta facilidad.
Años más tarde y después de la I Guerra Mundial, a decir de Clara E. Mattei [3], se usó la austeridad para disciplinar a la clase obrera en Reino Unido e Italia. Aquello no salió nada bien, y sólo salimos del embrollo dejando atrás la austeridad gracias al keinesianismo (y otra guerra mundial), y tras un acuerdo no escrito de «estado de bienestar a cambio de sociedad de hiperconsumismo». Así más o menos hasta las crisis de los 70, cuando se buscó en la tasa de interés (precio del dinero) una solución a los altos precios del petróleo. Se subieron los tipos de interés para intentar controlar la alta inflación, sabiendo que esto provocaría una recesión económica y un alto desempleo. La idea era obligar a los obreros a no pedir aumentos de sueldo que compensasen la pérdida de poder adquisitivo, bajo la amenaza de acabar en el paro, y de esta manera controlar los precios. Varias décadas después, durante la crisis del 2008, volvieron las políticas de austeridad. Aunque se conocía el resultado, una recesión, se nos justificó por el trauma de Alemania con los años de altísima inflación del período entreguerras.
Vistos los resultados, estas ya no debieran ser políticas útiles, debiéramos haber aprendido la lección. Pero se siguen aplicando (spoiler). Incluso la socialdemocracia, que quiere competir con la derecha en gestión económica, replica lo que haría la derecha. Del COVID-19 pensábamos que saldríamos mejores. Tras el desconfinamiento, llegaron los fondos Next, y por fin parecía que habíamos aprendido algo de las crisis pasadas. Cuando se reactivó la economía, no fue sin esfuerzo y a costa de una subida de la inflación a causa de la carrera por conseguir antes que la competencia ciertos componentes, o cuellos de botella en la distribución. Las grandes empresas, como las de automoción, actuaron con lo que se llama en economía «poder de mercado»: impusieron altos precios, lo cual significa vender (y producir) menos, y sabiendo que el resultado sería un aumento de los beneficios al recortar costes [4]. El recorte de la producción se usó como excusa para apretar las tuercas a los trabajadores y bajar los costes. En concreto en el sector de la automoción, al cerrarse varias fábricas, hubo una competencia por esas fábricas que se iban a mantener abiertas a costa de casi cualquier cosa. Este comportamiento monopolístico (es decir, cuando hay empresas con mucho poder de mercado) se enseña en las facultades de economía en primero.
Finalmente, la inflación se aceleró aún más debido a la subida de precios de la energía por la guerra en Ucrania. ¿Qué política económica se aplicó? La vieja (y además, inútil a día de hoy) fórmula de subir los tipos de interés. En las últimas décadas, la curva de Phillips, que relaciona la inflación con el desempleo, no funciona como política económica: se dice que «se ha aplanado», es decir, en estos momentos el pleno empleo no haría que los trabajadores pidan aumentos de salarios, dicho de otra manera, no sirve de nada provocar una recesión y aumentar el desempleo para que los trabajadores bajemos aún más nuestros sueldos. La precariedad está al límite. Para sorpresa de nadie, al subir los tipos de interés, subieron los beneficios de los bancos. Resumiendo, la industria del automóvil ya estaba teniendo beneficios récord, las energéticas y la banca igual, y la industria alimentaria se sumó al carro. Isabella Weber consiguió atribuir en sus estudios una parte importante de la inflación a los beneficios de las grandes empresas [5].
Cuando el período inflacionario pasó, como los fondos Next en general no estaban funcionando, se optó por la economía de guerra (y, de nuevo, los recortes). Un keynesianismo militar, que implica destinar un porcentaje del PIB importante durante varios años para conseguir el rearme de Europa, lo cual inevitablemente implicará recortes [6]. Además, el ciudadano-consumidor, que tras el pacto de postguerra para poner en marcha el Estado del bienestar se dedica a comprar de (casi) todo, lamentablemente» no compra tanques. La obsolescencia programada, las modas… no funcionan en la industria militar de igual manera que con el resto de mercancías, sólo habrá «rotación de mercancías militares» si continúan las guerras. Esto quiere decir, que lo mismo que la guerra en Ucrania ha servido para «achatarrar viejos stocks» (eufemismo que obvia la pérdida de vidas humanas) que algunos venían incluso de la Guerra Fría, se necesitarán futuras guerras para «achatarrar» las nuevas armas producidas.
Los últimos a apuntarse a la macroeconomía son los empresarios megarricos sin escrúpulos. Mas de uno dirá que megarrico y sin escrúpulos es redundante. El Estado rich-friendly. Empezó con Milei, y su motosierra, toda una declaración de intenciones. A día de hoy, no ha conseguido controlar la inflación, ha hecho subir la pobreza, y va a dejar el país muy endeudado. El FMI, y parece que EEUU también, saldrá a su rescate. ¿Qué tipo de economía se puede esperar de alguien involucrado de una manera u otra en una estafa de criptomonedas? Además es reincidente.
Y justo después llega Trump versión 2.0, negociador agresivo con un discurso antiglobalización, y con la experiencia de lo que aprendió en su primer mandato. Desde el minuto cero ha intentado la voladura de todas las regulaciones [4]. Ha aprovechado que EEUU tiene ahora una economía en expansión (sin alegrías) y bajo desempleo para salir con todo. A fin de cuentas, si sale mal, tiene casi cuatro años por delante para intentar arreglarlo. Es difícil estar en su cabeza, pero puede tener tres objetivos:
1) Volver a la época dorada de los EEUU [7], el lejano oeste, con tierras por conquistar, los aranceles financiaban el Estado y donde imperaba la ley del más fuerte.
2) Reducir impuestos. Parece que hay un consenso de que no será generalizado, sino centrado en el 1% más rico.
3)
Reconducir el déficit comercial (en el sector industrial, no en el de
servicios). Y a la vez, evitar la desdolarización [8].
Probablemente nos quiere vender lo primero, para hacer lo segundo, y con
la obligación de intentar lo tercero. Una cosa es lo que quiera hacer,
otra lo que le dejen, pero entre estas últimas, el querrá llevarse algo
limpio de todo esto y pagar menos impuestos aún.
En cuanto al primero, parece que Trump añora los años del presidente McKinley que financió el Estado con aranceles. Una de las razones del éxito del S. XIX en EEUU es que supieron dedicar ese dinero en infraestructuras públicas rentables, como el ferrocarril. El problema es que ya no queda nada parecido al lejano oeste, no quedan nuevos territorios por conquistar. En el planeta tierra al menos. Sin embargo, Trump persiste en ese imaginario y pone en el foco a Groenlandia. Muy al principio también apuntó a Canadá, pero la respuesta fue contundente.
El segundo de los planes, podemos concretar aún más y decir que beneficiará a la élite republicana fiel a Trump. Aunque la propia teoría económica que usan los próximos a Trump lo desmiente: usando las curvas de Laffer, un condecorado por Trump en su primer mandato, se llega a la conclusión de que no se puede financiar el gasto público por medio de aranceles [9]. Lo seguro al 100% es que a los megarricos alejados de Trump les tocan años no tan buenos. Ya lo han comprobado a través de las decisiones tomadas, algunas tan sorprendentes como la de ir contra la USAID (institución ligada a los demócratas). En cualquier caso, intentará sacar beneficio personal de la situación con bajadas de impuestos; hasta cuando baja la bolsa hay quienes saben sacan provecho de esas ocasiones.
Por último, el objetivo más comentado, corregir el déficit público a través de aranceles. Como dice Juan Torres López [10], en realidad el enemigo a batir es China, quedando Europa en medio (siendo los aranceles competencia de la Comisión Europea). En realidad, no es algo nuevo, incluso Biden mantuvo los aranceles que Trump impuso en su primer mandato, además de actuar de manera contundente contra Huawei o intentar mantener a Alemania en el redil (volando el gasoducto Nord stream). Ahora Trump pone en el punto de mira hasta el canal de Panamá, ya que hay muchos intereses chinos alrededor. Sin embargo, China llevaba años preparándose. Para equilibrar la balanza de pagos, Trump ofrece que le sean comprados productos energéticos y agrícolas. Sin tocar a las GAFAM, una de las líneas rojas es que no les cobremos impuestos a las tecnológicas de EEUU, el superávit en servicios no se toca. China ha respondido a los aranceles de forma contundente, incluso haciendo daño a sectores concretos como Boeing, sabedora de que tiene las tierras raras y otros ases bajo la manga. Puede que sea tarde para EEUU. Puede que sólo sea capaz de conseguir un cierto desacoplamiento de intercambios comerciales con China, jugar la baza de la protección militar que todavía proporciona, y de esta manera crear un bloque fiel a sus intereses. EEUU podría intentar depreciar su moneda, pero China también es capaz de dificultar que EEUU modifique sus tipos de cambio [11].
El mayor problema es que los aranceles, más que ingresos para reducir impuestos, significan inflación. Al igual que al subir los tipos de interés, provoca recesión. Por eso está pidiendo a la FED (en teoría una institución independiente que no tendría que hacerle caso) que baje los tipos de interés, y compensar de esta manera los efectos negativos de los aranceles. Gracias al caos generado, la renta variable ha caído (la bolsa), ese dinero se ha destinado a valores más seguros (antes, los bonos del Estado de EEUU en dólares, ahora parece que no tanto, y oro, como siempre), ha conseguido que el dólar se debilite, lo cual es bueno para las exportaciones de EEUU, aunque incrementará el peligro de inflación en EEUU y puede significar la antesala de la recesión. De momento la mayoría de medidas están en suspenso, Trump se ha echado temporalmente atrás.
Hay quien dice que Trump no tiene estrategia. Quizás la lógica que ha usado es la del empresario chantajista, incluso extorsionador, abusón de patio de colegio se ha dicho, y da esa sensación aunque haya tenido que dar marcha atrás en alguno de sus anuncios. Pero creo que no se puede decir que Trump no tuviera un plan; otra cosa es que le salga. Como poco, va a pagar menos impuestos. Y siempre le queda el comodín del chivo expiatorio extranjero. Los mercados vaticinan recesión, y eso se ve en los precios del petróleo. Y a menores precios de petróleo, mayores problemas para los productores de EEUU. Puede que no le salga bien, que tenga que recular (alguno de sus antiguos aliados le piden ahora rectificar), pero es lo que EEUU cree que tiene que hacer en su guerra con China. Vendrá un Trump 3.0 y será una versión peor o mejor, pero si la era post-Trump es demócrata, es probable que sólo cambien las formas y no el fondo. Al menos todo esto nos ha servido para conocer lo que realmente piensan las grandes fortunas de Silicon Valley.
Queda la parte más difícil, la geopolítica. El globalismo se ha convertido en nacionalismo, a decir de B. Milanovic, el neoliberalismo ha pasado a aplicarse únicamente a la esfera económica. Sus componentes sociales —igualdad racial y de género, libre circulación de trabajadores, multiculturalismo— han muerto. Sólo quedan los bajos tipos impositivos, la desregulación y el culto al beneficio [12].
Tenemos por un lado a China, capitalismo de Estado, también a Rusia, con oligarcas que rinden pleitesía a Putin. Economías que sirven a lo que proponen sus estados. EEUU, aunque parezca que es ahora cuando se suma a este carro, en realidad ya lo estaba haciendo. EEUU ha metido mucho dinero PUBLICO en sus grandes empresas, las GAFAM no han salido de la nada o de unos emprendedores muy avispados, como se nos quiere vender. Tesla no es el producto de un inteligente emprendedor, detrás hay millones de dólares públicos en subvenciones (ahora van a ser 5.000 millones de dólares para mantenerse en la cabeza de los desarrollos de IA). Tanto China con EEUU están basando el crecimiento de sus consumos internos y de sus nuevos desarrollos tecnológicos en el déficit público [13]. Muy resumido, unos estados que defienden a sus megarricos leales, no muy lejos de lo que podemos encontrar en Europa. Lo que tenemos con Trump no es un Estado más débil, sino más polarizado y más nacionalista, en donde habrá que explotar al trabajador autóctono [14], es decir, estados más autoritarios y menos sociales. La legalidad internacional ya no tiene valor, a lo que está haciendo Israel en Gaza, China con los uigures, o Rusia en Ucrania se le da completa legitimidad. De nada vale la diplomacia basada en el comercio, como la que dio origen al mercado común europeo o la que ha intentado usar China. Ya sólo queda saber quién tiene los pistoleros más rápidos.
Notas:
[1] Jason Moore, (2020). El capitalismo en la trama de la vida. Ecología y acumulación de capital. Traficantes de Sueños.
[2] Primer ferrocarril transcontinental de Estados Unidos, https://es.wikipedia.org/wiki/Primer_ferrocarril_transcontinental_de_Estados_Unidos
[3] Clara E. Mattei, 2025, «El orden del capital. Cómo los economistas inventaron la austeridad y allanaron el camino al fascismo», Ed. Capitán Swing
[4] James K. Galbraith 27/03/2025, La economía de Trump y la economía
de Estados Unidos, https://sinpermiso.info/textos/la-economia-de-trump-y-la-economia-de-estados-unidos
[5] Weber, I. M., & Wasner, E. (2023). Sellers’ inflation, profits and conflict: Why can large firms hike prices in an emergency? Review of Keynesian Economics, 11(2), 183-213
[6] Michael Roberts 22/03/2025, Del bienestar a la guerra: el keynesianismo militar, https://sinpermiso.info/textos/del-bienestar-a-la-guerra-el-keynesianismo-militar
[7] Michael Hudson 19/04/2025, Historia arancelaria de EEUU: entre la realidad y la ficción política, https://sinpermiso.info/textos/historia-arancelaria-de-eeuu-entre-la-realidad-y-la-ficcion-politica
[8] Claudio Katz 16/Abr/2025, El desmadre programado que desborda a Trump, https://vientosur.info/el-desmadre-programado-que-desborda-a-trump/
[9] Simon Evenett Marc-Andreas Muendler, 28 Apr 2025, Tariffs cannot
fund the government: Evidence from tariff Laffer curves, https://cepr.org/voxeu/columns/tariffs-cannot-fund-government-evidence-tariff-laffer-curves
[10] Juan Torres López 04/04/2025, ¿Y si lo de Trump no es una simple locura personal?, https://juantorreslopez.com/y-si-lo-de-trump-no-es-una-simple-locura-personal/
[11] Albino Prada 23/03/2025, ¿Más aranceles o devaluar el dólar?, https://sinpermiso.info/textos/mas-aranceles-o-devaluar-el-dolar
[12] Branko Milanovic 09/01/2025, “A la estación de Finlandia”, https://sinpermiso.info/textos/a-la-estacion-de-finlandia
[13] FMI, abril 2025, Fiscal Policy under Uncertainty, https://www.imf.org/en/Publications/FM/Issues/2025/04/23/fiscal-monitor-April-2025?cid=bl-com-SM2025-FMOEA2025001
[14] Sam Gindin 11/Abr/2025, «El hombre que quería ser rey»: el método
en la locura de Trump, las contradicciones en el método de Trump, https://vientosur.info/el-hombre-que-queria-ser-rey-el-metodo-en-la-locura-de-trump-las-contradicciones-en-el-metodo-de-trump/
Íñigo Antepara. Profesor de Economía de la EHU/UPV, liberado sindical de STEILAS, y miembro de la Comisión Nacional del sindicato ESK por parte de Argilan-ESK
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