Adivine usted dónde se puede encontrar polos, bolsas, llaveros, monederos, que llevan como inscripción: Perú, Cusco, Catacaos, etc., con diversos motivos peruanos estampados, pero que fueron mandados a hacer a China, porque el precio que los artesanos pedían aquí por su trabajo era mayor que el que podía conseguirse al otro lado del océano. No, […]
Adivine usted dónde se puede encontrar polos, bolsas, llaveros, monederos, que llevan como inscripción: Perú, Cusco, Catacaos, etc., con diversos motivos peruanos estampados, pero que fueron mandados a hacer a China, porque el precio que los artesanos pedían aquí por su trabajo era mayor que el que podía conseguirse al otro lado del océano. No, no es «El Hueco», «Polvos Azules» u otros «emporios» del comercio de pobres, en los que pululan los fiscales de prevención del delito para castigar con multas y decomisos la piratería y falsificación de marcas y productos extranjeros. No se trata tampoco de negocios en los que están en juego unos cuantos soles.
Si no ha acertado hasta ahora en dar con el sitio, les recomendaré entonces darse una vuelta por el antiguo Aeropuerto Jorge Chávez, justamente dónde existe la seguridad que nunca habrá una descerraje nocturno. Allí no sólo se burlan de nosotros las compañías aéreas extranjeras que colocan la palabra Perú, junto a su nombre, para dominar las rutas internas y las de salida y entrada al exterior: Lan y Taca. No sólo las comidas típicas son los Mac Donalds y las Donnas. Y el propio administrador del terminal se hace llamar Lima Airport Partners, para que el viajero sepa adónde está llegando y el idioma que hablamos por aquí.
Suba al segundo piso de las despedidas que se inauguró hace poco y tendrá la oportunidad de ingresar a la inmensa tienda de Café Britt, que le puede vender desde un café de grano centroamericano, como si fuera el premiado de Chanchamayo, o diversas «artesanías», mandadas a fabricar con modelos locales a productores extranjeros. Si un polo «peruano» en China, sale a un dólar y se puede vender a veinte en el Aeropuerto…. Y dicen además que están averiguando combinar alpaca con sintético u otras lanas, en una estrategia para romper el mercado de artesanos en todos los aeropuertos importantes del Perú. A eso también apunta el anuncio de la concesión de 11 terminales aéreos durante este año.
Para las autoridades falsificar lo nacional no es problema. Lo están haciendo hace tiempo los grandes almacenes como Saga o Ripley, que roban los diseños de los microempresarios que son sus proveedores y logran mejores precios encargándolos a productores asiáticos. Y nadie protege al débil del más fuerte. Pero la audacia supera el límite cuando se trata de venderle al turista muestras de la cultura peruana, trabajadas industrialmente en el extranjero. Este es tal vez el subproducto más irónico de la privatización. Pero me imagino que los que hacen esto dirán que han entendido que a nosotros, como país, no nos preocupan esas cosas de derechos, identidades y protección de lo nacional. ¡Si hasta concedimos el Aeropuerto, qué problema puede haber con conceder nuestros nombres propios, imágenes y la creación intelectual de nuestros mejores productores!.
El señor Fernando Alberto Romeau, Al Romeau para sus amigos, costarriquense con pasaporte de Estados Unidos, dueño del Café Britt, ha pasado a convertirse, después de la concesión, en uno de los socios estratégicos de Lima Airport Partners. Y su retribución es el dominio que tiene en buena parte del segundo piso, en el que su enorme tienda de café (500 m2), ha desplazado definitivamente a los antiguos vendedores nacionales, a los que simplemente los retiraron del Aeropuerto. Es muy parecido el caso de la empresa española Aldeasa, también asociada y que junto con Café Britt, monopolizan virtualmente los duty free y las compras de los que llegan y salen. En el caso de la participación de Cosapi, que entró en la sociedad representada por PPK, pocos meses antes de ser ministro, se sabe que por contrato tiene el monopolio de las obras civiles, por las que puede cobrar lo que quiera y utilizar su influencia pol ítica para muchas cosas como avales financieros, facilidades tributarias, aprobación de estado de avance de los compromisos, etc.
Finalmente el TUAA, que se cobra a los viajeros, las tarifas de uso de la pista, los alquileres a las líneas aéreas, son al parecer las ganancias de los socios alemanes y estadounidenses. O sea todo ha quedado bien dividido para que cada quién saque el máximo de ganancia. Y es este método de fraccionamiento de la administración lo que debe explicar lo inescrupuloso de algunos procedimientos. Si el Aeropuerto de Lima al concederse se ha desconectado de la red de Corpac y la aviación civil nacional ha perdido buena parte de su sentido de sistema. También la administración del propio terminal está respondiendo a diversos mandos y a un reparto de poder guiado sólo por intereses de grupo.
Claro, la prensa peruana que es capaz de cualquier elogio por un pisco sour y una butifarra, ha anunciado la nueva era del Jorge Chávez, por fin, hace algunas semanas, mientras se quejaba la asociación de líneas aéreas por las altas tarifas, se multiplicaban los juicios de los desalojados, la gente seguía haciendo colas interminables para registrarse y para pagar impuestos, etc. Todos deslumbrados por el nuevo segundo piso que les mostraron y por la mangas que no se usan porque su alquiler es muy caro. Y nadie que investigue las gravísimas denuncias que están en todas las redacciones.