«Es difícil hacer predicciones, especialmente sobre el futuro» es un viejo proverbio danés, a menudo atribuido a Nils Bohr, el físico atómico y teórico cuántico danés. Y por divertido y perspicaz que sea, no hay forma de evitar darse cuenta de que aplicar el método científico a cualquier problema requiere hacer predicciones que puedan probarse […]
«Es difícil hacer predicciones, especialmente sobre el futuro» es un viejo proverbio danés, a menudo atribuido a Nils Bohr, el físico atómico y teórico cuántico danés. Y por divertido y perspicaz que sea, no hay forma de evitar darse cuenta de que aplicar el método científico a cualquier problema requiere hacer predicciones que puedan probarse para respaldar o poner en duda una teoría.
En las ciencias naturales, como se les llama, en las que no se estudia a los seres humanos, la predicción juega un papel importante. Por ejemplo, de acuerdo con la teoría de la relatividad de Einstein, se pronosticó que los grandes objetos estelares doblan el propio espacio con ‘ondas gravitacionales’. Y exactamente hace 100 años, esa predicción se confirmó mediante la observación astronómica de un eclipse solar.
Aplicar el método científico y hacer predicciones en las ciencias sociales es claramente mucho más difícil porque lo que se estudia son los seres humanos. El método científico está lleno de trampas: errores humanos; datos inadecuados; supuestos poco realistas; conclusiones inconsistentes. Y estas trampas son probablemente mayores en las ciencias sociales, dado que hay menos datos y las presiones políticas e ideológicas son mayores. Sin embargo, creo que predecir debe ser parte del proceso científico social.