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Propiedad intelectual, debate vital

Fuentes: IPS

La historia oculta detrás de la declaración final de la sexta conferencia ministerial de la OMC, que concluyó el domingo en Hong Kong, tiene mucho que ver con los derechos de propiedad intelectual relativos al comercio (TRIPS, por sus siglas en inglés).

Envueltas en jerga técnica, muchas cláusulas y disposiciones obligatorias podrían tener –como aseguran expertos y activistas– efectos devastadores sobre la vida de millones de personas, incluso negándoles el acceso a recursos fundamentales como los medicamentos.

El ministro de Comercio de India, Kamal Nath, fue enfático la semana pasada, mientras aún transcurría la conferencia, cuando pidió que la reunión abriera el camino a «negociaciones serias sobre la relación entre los TRIPS y la Convención sobre Diversidad Biológica».

«Nos topamos con una muralla de obstinación en un puñado de países industrializados», agregó el sábado, un día antes del fin de la conferencia de la OMC (Organización Mundial del Comercio), que se celebró del 13 al 18 de este mes en Hong Kong.

«El reconocimiento del derecho a los recursos biológicos y al conocimiento tradicional, en oposición a los derechos a la propiedad intelectual privada, es por cierto, un tema de desarrollo», dijo.

La mención de a la Convención sobre Diversidad Biológica prácticamente desapareció de la declaración, que deja sin establecer la condición de la biodiversidad, el conocimiento tradicional y las expresiones culturales en lo que refiere al comercio.

Pero el párrafo sobre las preocupaciones en materia de salud pública mantiene, al menos, cierta flexibilidad para no dejar desamparadas las cuestiones de interés público bajo el acuerdo de los TRIPS.

El sábado por la noche, el representante de Comercio de Estados Unidos, Rob Portman, anunció que su país había «aceptado formalmente una enmienda al Acuerdo de la OMC sobre TRIPS, un paso importante en el esfuerzo global para proveer el mejor acceso a fármacos que salven vidas».

La enmienda fue acordada el 6 de diciembre, una semana antes del inicio de la conferencia, para aliviar las dificultades que los países con «capacidades insuficientes o de no manufacturación farmacéutica puedan hacer un uso efectivo de las licencias compulsivas».

Un acuerdo temporal aprobado el 30 de agosto de 2003, que permitió la exportación e importación de medicamentos fabricados mediante licencia compulsiva fue convertido en permanente.

La licencia compulsiva, medida prevista por la conferencia ministerial de la OMC en Doha en 2001, permite a los gobiernos, en caso de emergencia, autorizar a laboratorios producir un medicamento, desconociendo los derechos del dueño de la patente, si bien pagando por esos derechos.

Estados Unidos, el director general de la OMC, Pascal Lamy, y el director de la Federación Internacional de Manufacturadores Farmacéuticos, Harvey Bale, anunciaron el acuerdo como un éxito que mostraba la contribución de la OMC en materia humanitaria y de desarrollo.

Pero expertos en salud pública e importantes organizaciones no gubernamentales manifestaron grandes discrepancias, en medio de la muerte cada año de millones de personas por enfermedades tropicales o prevenibles, el sida en alza y el riesgo de una pandemia de influenza aviar.

La «enmienda imperfecta y altamente criticada a los TRIPS (…) muestra que la OMC ignora a quienes tienen experiencia en materia de salud pública y propiedad intelectual», acusó Richard Lloyd, director de la organización de defensa a los consumidores Consumers Internacional.

La OMC «reconoce la presión de las grandes empresas farmacéuticas, que apoyaron el cambio», dijo.

«La dirección de la elaboración de políticas en materia de propiedad intelectual dentro de la OMC tendrá repercusiones catastróficas para la salud humana en todo el planeta», agregó Lloyd.

El acuerdo permite la exportación de fármacos a países en desarrollo que sufren graves problemas de salud pública pero carecen de capacidad autónoma de producción de medicamentos.

Muchas de sus disposiciones procuran impedir que versiones genéricas importadas se desvíen hacia los países ricos, donde competirían con los fármacos originales.

En palabras del representante de Comercio de Estados Unidos, «para asegurarse de que el régimen sirve a su propósito humanitario, la enmienda contiene garantías vigorosas para garantizar que los medicamentos se entreguen a los necesitadas, no desviadas a otros mercados».

Pero los mecanismos de control y registro del sistema eran tan complicados que ni un solo país manifestó intenciones de utilizarlo como importador en los últimos dos años.

Según la organización no gubernamental alemana European AIDS, «la enmienda va en contra de la primacía de la salud sobre el comercio, un principio que fue unánimemente aprobado en Doha por la propia OMC».

«Los TRIPS fueron introducidos contra la voluntad de los países en desarrollo, bajo la presión de las compañías multinacionales de Estados Unidos y Japón», dijo a IPS Sanya Reid Smith, de la no gubernamental Red del Tercer Mundo.

«Ahora están en su lugar. Pero los TRIPS no eran suficientes para ellos, así que ahora están buscando TRIPS adicionales, lo que significa una protección intelectual aún más fuerte», agregó.

Los TRIPS adicionales son introducidos en acuerdos bilaterales de libre comercio, en los que países como Estados Unidos requieren criterios más estrictos de propiedad intelectual en sus socios.

«La obligación de patentar todos los productos y procesos tendrá un impacto considerable en el acceso de la sociedad a medicinas, alimentos y conocimientos», indicó Smith.

«Antes de los TRIPS, las leyes internacionales sobre patentes, especialmente en los países en desarrollo, no permitían patentar alimentos, ni fármacos, ni otros productos esenciales», consideró.

Si los TRIPS adicionales fueran integrados a los TRIPS originales, la situación cambiaría dramáticamente.

«Un país podría ser demandado, aun si, según los TRIPS, hace todo lo que debe pero ‘viola el espíritu del acuerdo’, es decir, si Estados Unidos, por ejemplo, espera obtener de ellos una compensación mayor», explicó Smith. En ese caso, el país en cuestión afrontaría sanciones comerciales sobre sus exportaciones más valiosas.

Muchos miembros de la OMC se han manifestado en contra de esta disposición y demandan que un mecanismo de resolución de disputas transparente, predecible y equitativo.

Los TRIPS dificultan la obtención de medicinas a muchos gobiernos, incluso en casos de emergencia tales como una epidemia.

Hoffmann-La Roche, el laboratorio suizo que produce Tamiflu, el fármaco antiviral recomendado para combatir la influenza aviar. Su producción tiene hoy un retraso de años respecto de la demanda.

Autoridades como la Organización Mundial de la Salud (OMS) urgen a Roche a otorgar licencias a otras empresas para que fabriquen el medicamento.

Pero la compañía se resiste, con el argumento de que el proceso de elaboración de Tamiflu lleva un año y que a los nuevos fabricantes les llevaría tres años capacitarse para producirlo. Además, aseguró, la provisión del principal ingrediente es limitada.

Según activistas de la salud, Tamiflu es una suerte de versión actualizada de un antiguo tratamiento chino para tos y gripe. El fruto del árbol de anís estrellado es el punto de partida para la manufactura de este fármaco «moderno».

Los practicantes de medicina tradicional china utilizaron un té de este condimento con sabor alicorado para tratar problemas respiratorios durante cientos, si no miles de años.