No se preocupen, no las tomarán. Las puertas giratorias trabajan sin descanso.
En el artículo anterior detallamos por qué los economistas de la corriente dominante se han convertido en un serio problema para la sociedad. La única propuesta encima de la mesa, a modo de receta, para luchar contra la inflación actual —Olivier Blanchard dixit— es aumentar el desempleo. Algunos, los más iletrados, se atreven a dar un paso más, y siguen manteniendo a fecha de hoy que la inflación es un fenómeno monetario, a pesar de que existe suficiente evidencia en contra de dicha aseveración. La teoría del multiplicador monetario, en la que se apoya, ¡es falsa! Tanto el Banco de Inglaterra como la Reserva Federal de los Estados Unidos ya han abandonado este relato.
En septiembre de 2021, la Reserva Federal de St. Louis publicó el documento Teaching the Linkage Between Banks and the Fed: R.I.P. Money Multiplier. Bajo ese relato esconden prejuicios ideológicos. Tratan de endosar la inflación actual a la expansión de los balances de los bancos centrales que desde la Gran Recesión ha permitido financiar en el mercado secundario a los tesoros de sus países. Sin esa expansión, la economía global habría terminado en una Gran Depresión. Otra cosa distinta es discutir y analizar sosegadamente si se podía haber dado un paso adicional, y, como afirmó Mario Draghi cuando dejó el BCE, haber explorado a tales efectos la Teoría Monetaria Moderna.
Ustedes ya saben nuestro diagnóstico, previo a la invasión de Ucrania. La inflación es el resultado último de políticas económicas y recetas derivadas de las propuestas de quienes ahora piden aumentar el desempleo —pero no el suyo— para hacer frente a la subida de precios. Refresquemos dicho diagnóstico para, a continuación, ofrecer un conjunto de medidas para luchas contra la inflación.
Qué ha provocado la inflación actual
Desde estas líneas introdujimos el concepto de financiarización y detallamos, en otra pieza, por qué la financiarización está detrás de los repuntes de inflación actuales; y cómo ha favorecido el crecimiento en el reparto de la tarta de los beneficios puros, extractores de rentas, mientras que disminuía fuertemente la participación de los salarios y del capital productivo.
La inflación actual obedece a tres factores, consecuencia final de la implementación de políticas económicas apoyadas por los economistas conservadores, liberales, y social-liberales (otrora socialdemócratas). El primero, la financiarización de la energía y productos agrícolas, es sin duda el más relevante. Dicha financiarización se llevó a cabo mediante la expansión y el acceso a los mercados derivados de materias primas a especuladores y a fondos institucionales. Como consecuencia, en determinados momentos la evolución de sus precios no obedece a fundamentales económicos sino a burbujas especulativas y procesos de propensión o aversión al riesgo de los inversores, si bien no son simétricos, impactando mucho más en los precios, al alza, durante las fases de toma de riesgos excesivos, como la actual.
Guiados por los economistas que ahora reclaman un aumento del desempleo para hacer frente a la inflación, talibanes del libre mercado, los políticos de aquí y allá no hicieron, perdonen la expresión, ni puto caso.
El segundo factor, paralelo a la desregulación de los mercados derivados de materias primas energéticas y agrícolas, tiene que ver con una reestructuración radical de los sectores industriales, de los que el eléctrico es un ejemplo destacadísimo. Los sectores eléctricos reestructurados, incluido el de España, están mostrando resultados contrarios a los beneficios que los entusiastas de la liberalización proclamaron, produciéndose una rápida escalada de los precios de la electricidad en los hogares y empresas. Además, la inversión en nueva capacidad de generación no está siendo estimulada por los precios del mercado mayorista. Otra prueba más de la fe ciega y sin control en el libre mercado.
El otro factor, que se está “revelando” ahora pero que ya estaba avisando con los problemas en las cadenas de suministro, es el enorme poder de mercado de determinadas empresas, que les permite en momentos como el actual fijar precios donde les dé la gana. ¡Viva el libre mercado! A nivel académico una serie de trabajos recientes analizan el aumento de poder de mercado, derivado de la concentración empresarial, resultado obvio de una estrategia de globalización sin control. Recomiendo encarecidamente, entre todos ellos, el estudio académico The Rise of Market Power and the Macroeconomic Implications, publicado en la revista The Quarterly Journal of Economics. Como señalan los autores “En ausencia de competencia, las empresas adquieren poder de mercado y consiguen precios elevados. Esto tiene implicaciones para el bienestar y la asignación de recursos. Además de reducir el bienestar de los consumidores, el poder de mercado disminuye la demanda de mano de obra y frena la inversión en capital, distorsiona la distribución de las rentas económicas y desalienta la dinámica empresarial y la innovación. Esto tiene ramificaciones para la política económica, desde la política antimonopolio, la política monetaria y la redistribución de la renta.
Luchar contra la inflación
Las medidas de política económica que se deberían aplicar para atajar el episodio de inflación actual, iniciado en la segunda mitad de 2021 y exacerbado tras la invasión de Ucrania, deberían abordar las tres fuentes origen de la inflación actual.
Empecemos por la primera, la desregulación de los mercados derivados de materias primas entre finales de los 90 y principios del siglo XXI. El papel de los especuladores de índices de materias primas y sus consecuencias negativas fue detallado por Michael W. Masters en su testimonio ante el Subcomité Permanente de Investigaciones del Comité de Seguridad Nacional y Asuntos Gubernamentales del Senado de Estados Unidos el 20 de mayo de 2008. Masters respondió a la pregunta clave en su testimonio ante el Subcomité: ¿Contribuyen los inversores institucionales a la inflación de los precios de los alimentos y la energía?“. Su respuesta inequívoca fue un rotundo ”sí“.
Hay que acabar definitivamente con el sistema marginalista actual y volver a otro más aburrido, pero más saludable para empresas y familias
En este testimonio ofreció distintas medidas para evitar lo que ha acabado pasando (¡hablamos de propuestas de 2008 que los políticos obviaron!). Por ejemplo, debe evitarse la práctica de la especulación con índices por parte de inversores institucionales: las estrategias de réplica de índices de materias primas de alimentos y energía son inadecuadas para las inversiones institucionales, y deben ser prohibidas por el daño que hacen a los mercados de futuros de materias primas. Los límites de las posiciones especulativas deben ”mirar a través“ de las transacciones opacas e identificar la contraparte final, manteniendo sometida a esa contraparte a los límites de las posiciones especulativas. Esta disposición de ”mirar a través“ reduciría la especulación con índices y sometería a todos los especuladores a límites de posición. Los organismos supervisores y reguladores deberían reclasificar todas las posiciones distinguiendo las que son controladas por los que hacen coberturas físicas ”de buena fe» de las controladas por los bancos de inversión globales. Las posiciones de los bancos de inversión globales deberían desglosarse además en función de sus contrapartes over the counter (OTC) en operaciones llevadas a cabo por inversores que pretenden hacer coberturas y especuladores.
Como bien saben ustedes, guiados por los economistas que ahora reclaman un aumento del desempleo para hacer frente a la inflación, talibanes del libre mercado, los políticos de aquí y allá no hicieron, perdonen la expresión, ni puto caso.
Respecto al segundo factor, el precio de la luz, hay que acabar definitivamente con el sistema marginalista actual, y volver a otro más aburrido, pero más saludable para empresas y familias, establecer administrativamente el precio como un mark-up sobre el coste medio. De nuevo, no harán caso.
Respecto al tercer factor, quizás el más importante, debería abrirse una amplia discusión sobre el papel de los organismos reguladores de la competencia, la composición de sus miembros, y la necesidad de dotarles con todos los instrumentos necesarios para su labor. Deben disponer de equipos amplios que identifiquen el aumento de poder de mercado, y tener la capacidad ya no solo para imponer multas acordes con el daño causado por prácticas oligopolísticas, sino, sobre todo, llegado el caso, trocear y vender negocios y unidades de empresas demasiado grandes para quebrar e imponer precios. No se preocupen, no lo harán. Las puertas giratorias trabajan sin descanso.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/analisis/propuestas-heterodoxas-luchar-inflacion