Daniel Giovanaz.- ¿Cómo analiza las elecciones del último domingo? João Pedro Stedile.- Bueno, se dibujaba que el electorado deseaba unos cambios. Cambios de aquello que veían en la vieja política. De los viejos políticos. De cierto modo, en estas elecciones no hubo tanto la fuerza de los partidos tradicionales. Y el cambio aparecía con Lula. […]
Bolsonaro desde el comienzo aglutinaba a los electores despolitizados, sin partido, que deseaban cambios. Entonces él logró galvanizar la idea de que es el candidato antisistema. A pesar de que, en este momento, sea el mayor representante de la burguesía brasileña, del capital, del sistema político de dominación.
Evidentemente, está en segunda vuelta porque tiene una habilidad ideológica de engañar a los pobres y decir: «estoy contra los ricos». Repite el papel que [Fernando] Collor cumplió en 1989 cuando, como legítimo representante de la Red Globo, dio un discurso contra los pachás, engañó a los pobres y derrotó a Lula en las elecciones.
En las elecciones al Senado de este año, hubo sorpresas desagradables sobre todo. Porque hemos perdido varios senadores valiosos que se sobresalieron como luchadores contra el golpe, contra todo el desmantelamiento de la soberanía nacional. Por otro lado, algunos seguidores de Bolsonaro, representantes de la oligarquía también perdieron sus escaños.
Daniel Giovanaz.- Haddad ganó en la mayoría de los estados de Nordeste. ¿Cómo analizar esta victoria?
João Pedro Stedile.- No hay novedad. Si analizamos los votos de las elecciones anteriores, pasó lo mismo con Lula. Pienso que en la segunda vuelta no pesará la cuestión partidaria. Claro que Haddad tendrá que crear alianzas con los partidos, con el PDT [Partido Democrático Laborista]. Claro que habrá alianzas, pero no es eso lo que va a definir el voto de los electores.
Pienso que en la segunda vuelta tampoco tendrá tanto peso cada región. Será más bien una disputa de proyectos y de clases. En el Nordeste, Haddad ganó pero no porque sus electores viven en el Nordeste, sino porque hay una población pobre, que cambió de vida con los gobiernos Lula y Dilma y, por lo tanto, tiene una conciencia de clase.
Como solo son dos candidatos, quedará más claro de qué tratan los dos proyectos. Bolsonaro, a pesar de su discurso hipócrita, representa las fuerzas reaccionarias de este país. No es por nada que tiene el apoyo de la mayor parte de las fuerzas armadas, de la policía militar, de la mayor parte de los banqueros, representados por Paulo Guedes, propietario de fondos de inversión del Banco Bozano. Y es lo que espero que Haddad explique a la sociedad. Más allá de ser un vocero de Lula, tiene que ser un vocero de la clase trabajadora.
Daniel Giovanaz.- ¿Será que el discurso de desnudar el proyecto que Bolsonaro representa tendrá efecto en la votación en segunda vuelta?
João Pedro Stedile.- Tendrá que surtir efecto. Inclusive porque, en primera vuelta, se ocultó detrás del ataque con cuchillo que sufrió.
Daniel Giovanaz.- ¿Y cuál es el papel de la militancia en este proceso?
João Pedro Stedile.- Primero, vamos a seguir desnudando cuáles son las fuerzas tras de Bolsonaro. Él está siendo asesorado por servicios de inteligencia del exterior, que representan el respaldo y la fuerza del capital internacional. Así como hay que denunciar al ejército de robots, que salen caros, que él utiliza para hacer una guerra mediática en las redes sociales.
Hay que explicar al pueblo, dialogar con los trabajadores, los más pobres. Para hacerlo, necesitamos utilizar argumentos, hechos. Hay que decir a la población que no se asuste, porque ellos utilizan el miedo, y mostrar que aunque Bolsonaro tenga sus ideales fascistas, no hay un movimiento fascista en Brasil. No hay base social para el fascismo en Brasil.
Daniel Giovanaz.- ¿Es una sorpresa que Bolsonaro haya vencido en la región Norte? ¿Hay alguna relación con los ruralistas [representantes del agronegocio]?
João Pedro Stedile.- La regiones Centro-oeste y Norte de Brasil son las regiones donde los latifundios son ampliamente hegemónicos en la sociedad. No solo ganan las elecciones: comandan las iglesias, allí están sus cuarteles, comandan la vida en sociedad. Allí es muy difícil el desarrollo de la izquierda porque no hay una clase trabajadora. La clase trabajadora emigra, sale a buscar trabajo en el Sudeste o en otras regiones.
Eso no me preocupa. Lo que me preocupa es que ahora, en segunda vuelta, tenemos que hacer un trabajo de base, ir de casa en casa, hacer reuniones en las parroquias, hacer un llamado a los pastores progresistas, para que expliquen al pueblo que votar por Bolsonaro significa votar por la subida del gas, del alquiler, las tarifas del transporte. Si miramos el mapa de Brasil para ver cómo es un país contradictorio, la mayoría de los gobernadores elegidos es progresista. Entonces no significa que la población tomó un comprimido de fascismo y ahora vota por eso.
Daniel Giovanaz.- La mayoría de las personas que votan por Bolsonaro piensan en cambios, pero solo una minoría concuerda realmente con sus discursos más agresivos.
João Pedro Stedile.- Tienes razón. La gran fuerza de de Bolsonaro es movilizar a una militancia, a policías militares, fuerzas armadas, principalmente militares retirados, masonería, servicios de inteligencia, que le ayudan en las redes. Del mismo modo que consiguen convencer a unos pastores protestantes, que de evangélicos en el sentido del evangelio no tienen nada, cuando utilizan noticias falsas, temas como el matrimonio homosexual, aterrorizan a la población, a la población que tiene valores conservadores, y pastores que abiertamente están en la campaña de Bolsonaro, lo que explica, por ejemplo, la derrocada de la campaña de Marina Silva.
Daniel Giovanaz.- ¿Y cuáles serán los eventuales desafíos de un gobierno de Bolsonaro o de Haddad?
João Pedro Stedile.- En un eventual gobierno de Bolsonaro, no hay motivo para desesperarse. Al contrario, hay que reforzar el trabajo ideológico, reforzar nuestro poder político en otros espacios para ser la oposición. Entonces, si perdemos espacio en el Ejecutivo, sería un motivo para poner más atención en la lucha política: reforzar la energía para construir medios populares, para poder difundir las ideas de la clase trabajadora y la visión colectiva de la clase trabajadora sobre la coyuntura política. Ellos no tienen una propuesta para Brasil. Un gobierno de Bolsonaro serán cuatro años de una crisis profunda.
Traducción: Luiza Mançano, para Brasil de Fato.