La Unión Europea acaba de hacer públicas las pruebas de estrés a sus bancos. Bienvenida sea la transparencia. No obstante, en Europa todo se hace a retazos y en plan mosaico. Aun cuando es verdad que la operación se ha realizado bajo la dirección del Sistema Europeo de Supervisores Bancarios (CEBS), no es menos cierto […]
La Unión Europea acaba de hacer públicas las pruebas de estrés a sus bancos. Bienvenida sea la transparencia. No obstante, en Europa todo se hace a retazos y en plan mosaico. Aun cuando es verdad que la operación se ha realizado bajo la dirección del Sistema Europeo de Supervisores Bancarios (CEBS), no es menos cierto que han sido los bancos centrales de cada país los encargados del examen y además, según parece, con criterios diferentes y abarcando distintos porcentajes de sus sistemas financieros. No faltará, por tanto, quien insinúe que los test se han construido a la medida de cada Estado de manera que los resultados sean aceptables. Habrá, sin duda, quien se pregunte ¿qué ocurre con los bancos (cerca del 50%) que no se han sometido a examen? O ¿cuál hubiese sido el resultado de estas pruebas si se hubiesen realizado antes de la crisis? Tal vez también se habría afirmado que todos los bancos eran muy solventes.
España se ha separado de la tónica general y ha publicado los resultados correspondientes al 95% de su sistema financiero. La razón argüida ha sido la de la transparencia. Es dudoso que haya constituido una buena idea y no tenga un efecto contrario al que se pretende. En un mundo mediático superficial y de eslóganes, el titular en el extranjero de que cinco de los siete bancos que no aprueban son españoles es muy negativo. Todo lo que necesita explicación constituye un hándicap. Publicar el 75% pero sin ningún suspenso seguramente hubiese sido mucho más beneficioso.
Habrá que preguntarse, pues, si detrás de esta decisión del Banco de España y del Gobierno no existe otro motivo no confesado. ¿Se habría publicado el 95% si en lugar de ser cajas hubiesen sido bancos los suspensos? ¿No asoma la intención oculta de mostrar ante la opinión pública la debilidad de las cajas de ahorro, de manera que se justifique el decreto ley que se acaba de aprobar abriendo la puerta a su privatización -en realidad nunca han estado nacionalizadas- y forzarlas a salir al mercado para que pasen a manos del capital privado?
Dicen que los test de resistencia garantizan que los bancos no van a quebrar, a pesar de que la enorme deuda frente al exterior continúa en sus balances. Lo que nadie garantiza es que vayan a cumplir su función en la sociedad. El crédito continúa sin llegar a los particulares y cuando llega es con un precio y unas condiciones abusivas. ¿No será que los bancos se estén salvando a costa de hundir la economía?