El PT es una construcción histórica de Lula, una extensión de su carisma y de su liderazgo. Fue siempre gracias a ese carisma que el partido, a pesar de sus siete fracciones o corrientes ideológicas, se mantuvo más o menos unido en las elecciones presidenciales, aunque a veces estancado en niveles electorales más bajos, como […]
El PT es una construcción histórica de Lula, una extensión de su carisma y de su liderazgo. Fue siempre gracias a ese carisma que el partido, a pesar de sus siete fracciones o corrientes ideológicas, se mantuvo más o menos unido en las elecciones presidenciales, aunque a veces estancado en niveles electorales más bajos, como en Río Grande del Sur o en Río de Janeiro.
En el caso de la CUT [central sindical], al margen de la ausencia física de Lula en su comando, desde que decidió asumir la dirección del PT, había razones todavía más fuertes que en el PT para tener un lider sindical valiente, pragmático y hábil. La central creció a su sombra, para alcanzar más de 20 millones de afiliados y tornarse la mayor de Brasil, teniendo como punto de unidad las estrategias de lucha establecidas por su fundador y una marca muy clara de independencia en relación a los gobiernos. Esto, dió a líderes como Meneguelli la fama de intransigente.
Una central sindical está menos expuesta que un partido a la querellas ideológicas internas. La lucha sindical busca beneficios inmediatos para los trabajadores, y eso significa una dósis mayor de pragmatismo en la formulación de la acción. Naturalmente que, habiendo nacido bajo la égida de la Guerra Fría, la CUT enamoró durante unos buenos diez años o más con el proyecto socialista, cuando menos en su forma blanda y democrática. Con el desmoronamiento de la Unión Soviética y del socialismo real, la central no llegó a revisar sus doctrinas. Y acompaño al PT en esa omisión.
Con todo, lo que está destruyendo al PT y a la CUT no es su ambiguedad ideológica, una cierta pusilaminidad delante de la evolución del país y del mundo. Tampoco son las fuerzas conservadoras que, supuestamente, deberían ser sus principales oponentes. Tal como Cronos, el gigante mitológico que se comió los hijos, Lula es el gran destructor de sus crías. El destruyo al PT al transformarlo en el principal soporte parlamentario e ideológico de una política económica regresiva, neoliberal, heredada del gobierno Fernando Henrique, que el partido siempre condenó. Con eso, el PT perdió el alma.
En la elección de la nueva dirección, quedó claro que el partido se partió al medio, con un margen insignificante en favor de los «profesionales» del Campo Mayoritario. Eso significa que, en el futuro, la militancia del PT, históricamente la más aguerrida de la política brasilera luego de la democratización, será probablemente reducida a algunos grupos remunerados. Y esta no fue la única secuela dejada por el proceso electoral interno. La desbandada de militantes fundadores, como el extraordinario hombre público Plinio de Arruda Sampaio, así como de Plinio Filho, muestra la extensión del estrago.
Sobre la fragmentación política e ideológica del PT – ahora sin la figura unificadora de Lula para orientarlo, al contrario, como motivo del disenso en razón de su política económica neoliberal – ocurrió el escándalo de compra de mayoría parlamentaria a través del valerioducto. Si Lula no sabía de eso, fue un distraido. En cualquier caso, habiendo intentado justificar la caja dos como práctica general en su famosa entrevista a una reportera amateur, en París, Lula pretendió salvar lo que ya estaba perdido. Las elecciones de 2006 dirán lo que va a sobrar del PT.
La CUT está en un proceso de fraccionamiento interno todavía más grave que el PT. Su presidente fue alzado a Ministro de Trabajo. Es una maniobra «getulista» extemporánea y probablemente infructuosa. Cuando Getulio y después Jango trataron de cooptar el movimiento sindical, ellos estaban prácticando simultáneamente una política de desarrollo económico y social. Ahora, lo que se ve es un intento de comprar líderes sindicales para que cierren los ojos a la política económica de favorecer a los ricos y poderosos. Es posible que eso agrade a algunos amigos de Luis Marinho, pero, dificilmente, a los millones de afiliados a la CUT amenazados de perder el empleo y con el salario real en caída.
* Economista y profesor. Desemprego Zero. Editoriales. http://www.desempregozero.org.br/ Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa