I Durante todos estos días ha llovido como nunca antes en Venezuela. Para que tengamos una idea, hemos alcanzado el doble del nivel pluviométrico del registrado en diciembre de 1999, cuando se produjo la tragedia de Vargas. Nos ha tocado enfrentar una situación de emergencia nacional de una extrema complejidad, donde nuestra prioridad ha sido […]
Durante todos estos días ha llovido como nunca antes en Venezuela. Para que tengamos una idea, hemos alcanzado el doble del nivel pluviométrico del registrado en diciembre de 1999, cuando se produjo la tragedia de Vargas. Nos ha tocado enfrentar una situación de emergencia nacional de una extrema complejidad, donde nuestra prioridad ha sido la preservación de la vida de nuestro pueblo.
Particularmente crítica ha sido y es la situación en Falcón, Vargas, Miranda y Distrito Capital. Pero los efectos de las lluvias se han hecho sentir, también, en Anzoátegui, Sucre, Nueva Esparta, Carabobo, Yaracuy, Zulia y Trujillo. Hemos tenido que lamentar la dolorosa pérdida de 32 valiosas vidas humanas.
El Gobierno bolivariano como un todo, nuestra Fuerza Armada y el pueblo organizado, están haciéndole frente a la emergencia con la mayor determinación.
El desastre nos hiere y, por eso mismo, nos obliga a demostrar la más alta fibra ética, y así continuar batallando, sin descanso, hasta que el buen vivir se convierta en una feliz realidad para los compatriotas que han visto perder sus sueños y sus esperanzas entre el agua y el barro. Ante tal descalabro me llevo la mano al corazón, sufro con el dolor de miles y multiplico mi compromiso irreductible con los más desfavorecidos de la Patria. En La Pedrera, en Fuerte Tiuna, en Miraflores, en el núcleo endógeno Fabricio Ojeda, en Tucacas, en Boca de Tocuyo, he sentido, una vez más, el clamor popular como un redoble de conciencia.
Con cada crecida de río, con cada cerro que cede y cae, con cada rancho que se viene abajo, dejando en la calle a gran cantidad de venezolanos y venezolanas, aflora el sufrimiento de un pueblo que padece: un pueblo que no ha hecho más que resistir, mostrando su infinita grandeza aun en las situaciones de mayor olvido; un pueblo que se vio forzado a vivir en condiciones inhumanas; padeciendo inmensas injusticias bajo la más cruel indiferencia. Hemos vivido, como lo señalé esta semana, cien años de soledad.
Pero hoy el pueblo no está solo: no descansaremos hasta revertir tantos daños materiales, tantas angustias y tantos sufrimientos. Lo digo desde una esperanza que ha comenzado a hacerse realidad: llegará el día en el que la dignidad y la justicia habitarán plenamente entre nosotros y nosotras, y quedará en el olvido la pesadilla social que heredamos y que estamos luchando para que desaparezca definitivamente.
Desde estas Líneas, quiero expresarle mi bolivariana e inmensa gratitud al compañero Evo Morales, a su Gobierno y al hermano pueblo de Bolivia, por la ayuda solidaria que nos han brindado.
No puedo dejar de referirme a la conducta éticamente repugnante de quienes, desde las cloacas mediáticas, se valen de la desgracia y los imponderables para sacar provecho político, hablando pestes del Gobierno. ¡Vaya qué falta de vergüenza patria!
Hemos estado multiplicando los espacios para albergar a las miles de familias afectadas. Ya pasan de 70 mil los venezolanos y venezolanas que están siendo atendidos en los refugios. Haremos todo lo que tengamos que hacer para que se sientan como en casa. En especial, los niños y las niñas, ahora que ya estamos en diciembre, tendrán una Navidad real y verdaderamente feliz.
De los refugios deben salir estos compatriotas, no al mismo lugar signado por el gran riesgo de perder la vida, sino a una vivienda digna: saldrán a disfrutar del buen-vivir y a dejar de sufrir cada vez que vengan las lluvias. Me atrevo a pedirles paciencia, lo digo desde el dolor, porque sé que paciencia es lo que han tenido los pobres toda la vida.
No olvidemos que así como Bolívar se llamó a sí mismo «el hombre de las dificultades», nosotros y nosotras, sus hijos e hijas, bien nos podemos llamar el pueblo de las dificultades.
Hago un llamado a la Asamblea Nacional para acelerar la aprobación definitiva de la Ley de Emergencia para Terrenos Urbanos y Vivienda, que ya fue aprobada en primera discusión. Hay que legislar y actuar con la mayor rapidez en esta coyuntura.
Ciertamente, necesario es construir viviendas al ritmo que exige la satisfacción de la demanda. Pido al sector privado consciente unir esfuerzos con el Gobierno bolivariano para maximizar la capacidad de respuesta al problema estructural de la vivienda: es hora de que asuman plenamente su responsabilidad social.
Ya cerrando este apartado, quiero recordar un importante anuncio que hice en esta semana. El pasado jueves aprobé cuatro mil cien millones de bolívares para la construcción de 22 mil 162 viviendas en los estados Vargas, Miranda, y Distrito Capital.
Quiero reflexionar contigo, compatriota que me lees, para que podamos entender a cabalidad el duro y difícil trance por el que atravesamos: el desequilibrio ambiental que ha creado el modelo desarrollista del capital es, sin duda alguna, la causa fundamental de los alarmantes fenómenos atmosféricos que estamos padeciendo en el planeta.
Las economías más poderosas del mundo insisten en llevar adelante un modelo de vida destructivo y luego son incapaces de asumir responsabilidad alguna.
Nadie se escapa a las reacciones de la naturaleza después de tanto atropello. La arrogancia de los dueños del mundo viola sistemáticamente los límites ecológicos sin consideración alguna hacia la humanidad y hacia el planeta, que se muestran cada vez más indefensos.
Las calamidades que sufrimos con estas inclementes y prolongadas lluvias son una muestra más de que estamos, de nuevo, ante la injusta y cruel paradoja planetaria: los países más desarrollados de forma irresponsable quebrantan sin medida el orden ambiental, en su afán por mantener un modelo de desarrollo criminal, mientras la inmensa mayoría de los pueblos de la tierra padece las más terribles consecuencias.
Por otro lado, hay que decir que a todo lo dicho hasta aquí, se suma una terrible realidad: las precarias condiciones en las que vive gran parte de nuestro pueblo, sobre todo en los barrios de las principales ciudades en las que se han construido viviendas en espacios inapropiados y de alto riesgo.
Nuestras ciudades y nuestras barriadas fueron trazadas obedeciendo a intereses exclusivamente crematísticos, sin el más mínimo sentido de la planificación urbana, violando todas las normas de seguridad e ignorando deliberadamente a los seres humanos. Hagamos memoria desde nuestro dolor: recordemos la tragedia de Vargas y toda la carga de destrucción y muerte que trajo aquel doloroso diciembre de 1999.
Nosotros heredamos la enorme carga de injusticia social acumulada por la desidia de los gobiernos del puntofijismo, aunada a un diseño excluyente de país que privilegió la concentración del capital en las ciudades. Esto trajo como consecuencia el desordenado poblamiento en los espacios urbanos con una ocupación desigual de su territorio: los espacios llanos para los más adinerados y los cerros para los pobres. Además, se creó un perverso patrón cultural que estableció que la pobreza era algo natural, normal: una realidad irremediable que había que admitir, dándole la espalda.
Estamos en un punto de inflexión histórico: debemos apresurar el nacimiento de la ciudad socialista, la ciudad del buen vivir y de la vida buena, dándole vida a un nuevo sentido de la planificación territorial, que obedezca rigurosamente a la preservación del bien común y del bienestar colectivo. Ese tiempo, ese modelo en el que las grandes mayorías eran excluidas espacialmente debe morir junto con la ciudad capitalista, que no hace sino reproducir y multiplicar espacios de segregación.
Cuando aparezca esta nueva edición de Las líneas de Chávez se estarán celebrando elecciones regionales. Están en disputa las Gobernaciones de Guárico y Amazonas, al igual que las alcaldías de Maracaibo (Zulia), Miranda (Zulia), Achaguas (Apure), Miranda (Carabobo), Carrizal (Miranda), Panamericano (Táchira), Miranda (Trujillo), Boconó (Trujillo), Manuel Monge (Yaracuy), Nirgua (Yaracuy) y Arismendi (Nueva Esparta).
Llamo a todas y todos a votar: a expresar soberanamente su voluntad en las urnas; a seguir fortaleciendo el modelo de la democracia participativa y protagónica.
¡Avanza diciembre!
pidamos a Dios que deje ya de llover…
Y preparémonos para recibir en familia la Navidad.
Se va el año 2010. Y con él, la primera década de este siglo.
Viene 2011… ¡5 de julio!
¡Independencia para siempre!
¡Venceremos!
Fuente: http://www.chavez.org.ve/chavez/lineas-chavez/pueblo-gobierno-unidos/