Recomiendo:
0

España

Puños arriba: esto es un atraco

Fuentes: Economía Crítica y Crítica de la Economía

En este articulo se pretende desviar la atención sobre el proceso en sí de re-estructuración del sistema financiero español, y centrarnos en el análisis de las repercusiones que desde el punto de vista social va a tener dicho proceso, así como reflexionar acerca de la privatización de las Cajas de Ahorros.

Fusiones, Sistemas Integrados de Protección (SIPs) y ahora, directamente, bancos. Esas son las alternativas que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha dado a las Cajas de Ahorros para poder así «fortalecer y preservar» el sistema financiero español.

La forma de fortalecer y preservar el sistema financiero es la siguiente: desde el gobierno se aprobó un decreto que disponía que las Cajas de Ahorros debían fusionarse entre sí en la forma de nuevas Cajas o a través de los SIPs -que es una regulación completamente original, que viene a ser algo así como un Banco compuesto por varias Cajas de Ahorros que mantienen su Obra Social en tanto que se mantienen como Cajas, aunque dentro de un Banco-. O así lo era hasta hace unas semanas cuando el gobierno decidió que el sistema no estaba lo suficientemente fuerte y preservado.

Por ello, recientemente hemos podido conocer que tanto las fusiones como las SIPs, y en general cualquier entidad de crédito, deberá mantener un ratio de solvencia, expresado en términos de core capital -cociente entre el capital propio y deudas de la entidad- superior al 8%, y algo más alto para las Cajas de Ahorros. De acuerdo con Expansión.com, la SIP formada por Caja Madrid o Unnim, por ejemplo, no alcanzarían ese mínimo. Pero, ¿a dónde nos lleva todo esto?

Lejos de entrar en detalle sobre el proceso que se va a seguir para la bancarización de las cajas de ahorros, que de una forma más o menos inocua se puede seguir a través de cualquier medio medianamente especializado en economía, incluso en cualquier periódico convencional de cierta relevancia, creo que es más oportuno poner la vista sobre aquello que en otros sitios difícilmente nos encontraremos: la reflexión.

Reflexionemos sobre qué ocurre cuando diferentes Cajas, que solían hacerse la competencia entre sí en un espacio medianamente cercano, como por ejemplo ocurre en el ámbito de Galiza con sus cajas Caixa Nova y Caixa Galicia, deciden fusionarse en una sola, en este caso en NovaCaixaGalicia. Lo primero y más evidente, ¿quien necesita dos oficinas de la misma entidad en un mismo municipio? Así, y para el caso concreto de NovaCaixaGalicia, se prevén cerrar unas 90 oficinas.

Del mismo modo, NovaCaixaGalicia nace con la responsabilidad de tener sobre sus espaldas un Expediente de Regulación de Empleo que afectará a 1.230 trabajadores que pasarán a ser prejubilados y unos 450 que serán directamente despedidos fruto de esa unión entre las Cajas gallegas. Por lo tanto ya podemos ver a las claras quienes son los principales perjudicados por la re-estructuración del sistema financiero por decreto que se ha inventado el Gobierno, y que ya veremos la validez que tiene en base a las nuevas exigencias de capital. Más paro y más prejubilaciones.

Obviamente, en lugar de NovaCaixaGalicia, podíamos haber usado cualquier otro ejemplo, como Banco Financiero y de Ahorros (fruto de la unión de Caja Madrid, Bancaja, La Caja de Canarias, Caja de Ávila, Caja Segovia, Caja Rioja y Caixa Laietana -afectando a 3.800 empleos y 600 oficinas) o el Banco Mare Nostrum (Caja Granada, Cajamurcia, Sa Nostra y Caixa Penedès -1.000 empleados y 177 oficinas-).

Pero no sólo ahí queda la cosa. La cuestión también se ha centrado en los últimos meses en la despolitización de las Cajas. El método definitivo para evitar que de una forma indirecta los ciudadanos tengamos algo de control sobre los ahorros -a través de los cargos políticos que democráticamente elegimos en las urnas- ha sido forzar la reconversión en Bancos de las Cajas de Ahorros, ya que si quieren las Fundaciones -las Cajas de Ahorros, cuyos beneficios van a para a reservas y/u Obra Social- dinero para poder cumplir con el ratio de solvencia que más arriba indicábamos, será necesario que dejen de ser Fundaciones, se conviertan en Sociedades Anónimas -Bancos, cuyos beneficios se destinan a reservas y dividendos- y el Estado inyecte dinero a través de la compra de acciones; acciones que dicho sea de paso, después venderá el Gobierno principalmente a ese conjunto de voraces tiburones que manejan nuestra economía y nuestra política a su antojo.

Sencillo, pero efectivo. La única forma en que las Cajas podrán sobrevivir será convirtiéndose en Bancos, trasladando su naturaleza fundacional hacia la forma de Sociedad Anónima participada por acciones en base al capital. Privatizar, eliminando la estructura cuasi estamental de las Cajas de Ahorros, ha sido, sin duda una jugada maestra y, a la vez, mortal para el único atisbo mínimo de banca pública y de gestión levemente democrática en este país. Esta privatización, dicho sea de paso, ha sido una demanda constante por parte del sector bancario.

Es por todo ello, que no cabe la menor duda de que estamos ante una guerra silenciosa, pero cuyos efectos todos notamos y de forma muy cercana, donde se enfrenta la democracia y la sociedad frente al capitalismo. Una guerra demasiado larga que de un par de años hacia hoy se está recrudeciendo y cuyos partes de batalla no hacen sino certificar la paulatina derrota de la democracia. Es el momento de que la mayoría social se disponga hacía el contraataque porque mañana quizá sea tarde.

http://www.economiacritica.net/?p=166

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.