El 23 de Febrero en Venezuela podían pasar tres cosas: 1) La invasión militar a través del operativo conjunto entre los buques yanquis de la Cuarta Flota1, la naval holandesa2, la infantería colombiana y sectores de ultraderecha de la oposición venezolana. Este operativo aparecía camuflado como un intento de hacer entrar «ayuda humanitaria» a Venezuela, […]
El 23 de Febrero en Venezuela podían pasar tres cosas: 1) La invasión militar a través del operativo conjunto entre los buques yanquis de la Cuarta Flota1, la naval holandesa2, la infantería colombiana y sectores de ultraderecha de la oposición venezolana. Este operativo aparecía camuflado como un intento de hacer entrar «ayuda humanitaria» a Venezuela, operativo tan burdo que tuvo que ser rechazado por la ONU y la Cruz Roja Internacional3. 2) Una respuesta aplastante del gobierno de Maduro, lo que implicaba sacar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (235 000 efectivos y cerca de 430 000 en reserva según fuentes oficiales, 150 000 según los opositores), la Guardia Nacional Bolivariana y los paramilitares a la calle y así aplastar la protesta, es decir una salida a lo Siria o a lo Nicaragua. 3) Ninguna de las anteriores y que la crisis política continuaría en deterioro. Esta última opción fue la que ocurrió.
Guaidó ha tenido desde su autoproclamación (el 23 de enero) como presidente encargado hasta ahora, la ventaja del «momento político», de la oportunidad política que ha explotado todo lo que ha podido.
Guaidó tiene varios puntos de apoyo: heredó y capitalizó la influencia política de Leopoldo López, desde el momento en que hace dos años Lilian Tintori se fotografío con Trump, Pence y Marco Rubio, era claro que el imperialismo estadounidense iba a apoyar privilegiadamente a los hombres de Voluntad Popular. Hay suficientes y fundadas sospechas que el operativo de «autoproclamación» de Guaidó fue coordinado con el Departamento de Estado y los gobiernos de Colombia y Brasil. Guaidó tiene también el apoyo del Grupo de Lima, que se ha encargado de cercar diplomáticamente a Maduro en toda América Latina, aunque después del revés del 23 F empieza a agrietarse, como veremos más adelante.
Guaidó intento repetir la intrépida maniobra del 23 de enero, un mes después. Presentó el 23 F, como el «Día D», igualando la entrada de la ayuda humanitaria al día del desembarco aliado a Francia. Guaidó elegía simbolismos fuertes igual que la «autoproclamación» de enero, celebrada el día de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez.
La apuesta era una cobertura mundial producto de un mega concierto: el Venezuela Aid Live4, luego el apoyo estadounidense, holandés, colombiano y finalmente una ruptura de las Fuerzas Armadas, que permitirían la entrada de la «ayuda humanitaria» y con ello un colapso del régimen. Nada de eso ocurrió.
Luego del fracaso del operativo, se realizó la reunión del Grupo de Lima y a partir de allí un viaje de Guaidó para reunirse con sus aliados, visitó a Iván Duque, Jair Bolsonaro y Mauricio Macri.
La oposición de derecha venezolana y sus aliados locales presentan el 23 F como un triunfo moral, pero es cada vez más evidente que opositores al chavismo como la UE, la ONU y el gobierno tico, no ven como un triunfo lo ocurrido. En el caso del imperialismo europeo, después del 23 F, parecen apuntalar al «grupo de contacto» liderado por los gobiernos de Uruguay y México.
Aunque el repudio a Maduro y la necesidad de su salida, es un conceso de los gobiernos burgueses y la gobernanza imperialista, es bastante obvio que hay dos posiciones: el bloque Trump(USA)-Bolsonaro (Brasil)-Duque (Colombia)-May (Reino Unido) y el Bloque Unión Europea- Vaticano-México-Uruguay. Una no descarta la intervención militar y quiere elecciones sin él chavismo, otra se opone a ella y busca una salida política que incluya algún entendimiento con un chavismo aggiornado, obviamente ninguna de las dos posiciones es «pacifistas» o «popular», sino que cada una defiende una cruda realpolitik.
La ayuda humanitaria no entró y pese a las 350 bajas de las fuerzas de seguridad (según el New York Times) parecen pocas e insuficientes a la par de miles de efectivos de la guardia y el ejército5.
Guiado que «madrugó» a los opositores más conocidos como Henrique Capriles, leyendo mejor la crisis profunda del chavismo, empieza a tener los problemas que implica el fin del momento. Es claro que no descarta pedir la invasión a sus socios, eso es aún posible, pero la alternativa de la fuerza ha chocado con un muro: la sospecha levantada por el protagonismo de primera línea de los halcones Bolton, Pence y Marc Rubio. La oposición dirigida por Guaidó se mostró ante el mundo cómo una simple extensión de los intereses de Donald Trump, rápidamente se activó la sospecha que producen las intervenciones militares yanquis después del fracaso de Irak y Afganistán.
El ala de la oposición venezolana decidida por la intervención, pese al revés seguirá buscando alguna excusa «humanitaria» (este parece ser el papel de Marcos Rubio) para justificar el uso de la fuerza militar.
Pero los discursos de Guaidó, ya desde el 23 F han empezado a moderarse pues también apelan a la constitución de 1999, al pueblo chavista, a oponer Chávez a Maduro. Ahora le toca resolver la tensión entre su base «dura» que pide la intervención militar y la inviabilidad política de esta salida.
Es obvio que el régimen de Maduro sale muy debilitado de esta operación, tampoco es que salga «triunfador» en sentido estricto. El régimen venia sangrando y no para de sangrar. Eso la hace atrincherarse aún más y los hace más susceptible a bravuconadas impresentables y a errores políticos potencialmente catastróficos.
El gobierno de Maduro está terriblemente aislado y no acierta a ninguna contraofensiva política. la UNASUR desapareció y los socios del ALBA esta cada quién en los suyo, intentando contener a su propia oposición interna. Que Maduro no pueda detener a Guaidó y ni sus movimientos dentro y fuera de Venezuela, habla de la debilidad del gobierno chavista, pero esta debilidad no es aún suficiente para hacerlo caer.
Por el momento el Grupo de Lima, Guaidó y el imperialismo estadounidense parece que se han inclinado por mantener la estrategia de desgaste y buscar en el menor tiempo posible otra oportunidad.
El tercer factor y por mucho el más importante es que las masas están en la calle, allí siguen, pidiendo la salida de Maduro. Solo fanáticos estalinistas pueden creer que las movilizaciones anti Maduro son «manipuladas», las masas están justamente indignadas por la situación social y económica. Aunque la oposición de derecha intenta manipular las movilizaciones, también les teme e intenta que no sean las masas populares las que tumben a Maduro, los guiodoistas buscaron desesperadamente una salida «egipcia»: combinación de golpe militar y desgaste, eso fue lo que intentaron el 23 F y eso fue lo que les fracasó. La necesidad de un tercer campo de oposición obrera, socialista, de izquierda a Maduro es más urgente que nunca.
Sobre la reunión del Grupo de Lima y su implicaciones.
El fracaso del 23 F tuvo implicaciones en el Grupo de Lima. Lo primero claro es que fue una reunión de bajo perfil entre los presentes estaban: Jimmy Morales de Guatemala, Varela de Panamá e Iván Duque de Colombia, más el «halcón» Mike Pence. No parecen una comitiva de lujo si realmente fuera a caer la «satrapía comunista». El apoyo de dos presidentes de «repúblicas bananeras» que nunca han combatido a nadie que no sea su propia población civil, no parece alentador.
De todos los presentes en la reunión del Grupo de Lima, solo él no tenía un ejército. Aunque hablen de 350 desertores, eso no quiere decir que tenga 350 combatientes. Ser desertor solo significa que no quieres pelear por ese ejército, no necesariamente que quieras combatir a favor del otro. Para hacer eso se necesita un trabajo político que Guaidó no parece tener.
Pese a lo altisonante de las palabras al final nadie se animó a pedir la intervención militar. Trump y Duque, los únicos con capacidad de fuego en la reunión parecen no estar dispuestos realmente a ir a la guerra por Guaidó.
No olvidemos que USA salió apenas creíble de su intervención militar en Irak y Afganistán. En Libia y Siria no se atrevieron a ir más allá de bombardeos quirúrgicos. Intervenir militarmente en Venezuela podría significar una crisis parecida a Panamá en 1989 o a La guerra de Malvinas en 1982, con sus posibles implicaciones de movilización continental. Además Venezuela no es Panamá, Granada o Haití, pequeños países. Venezuela sería el país más grande que intentaría invadir Estados Unidos (en territorio latinoamericano) desde la guerra de 1846 en México. No era una tarea para tomársela en broma. Así que una nueva invasión no parece ser el escenario próximo. Trump-Pence parecen repetir el libreto que siguieron con El Muro y con Norcorea. Hacer de bravucones para luego negociar.
Para la izquierda y el movimiento popular es importante señalar un hecho clave: el daño terrible que le ha hecho el chavismo. Nicolás Maduro y su régimen son impresentables. Mientras el mundo y los trabajadores discuten sobre Maduro y su autoritarismo, se esconde el realineamiento neoconservador que ha promovido desde el día uno, la intervención: Trump, Pence, Bolsonaro, Ivan Duque, Jimmy Morales, Juan Orlando Hernández, es decir la escoria del género humano aparecen como adalides de la libertad gracias a Maduro.
Es notable que pese a la abierta injerencia de Trump y Pence no se han levantado grandes movilizaciones anti imperialistas con las hubo en la Guerra de Irak o contra el ALCA, la razón fundamental es lo impresentable del gobierno de Maduro, que es visto como una alternativa indeseable para los trabajadores del continente y porque allí donde se han convocado movilizaciones estas son controladas y encuadradas en los partidos del ALBA, uno más impresentable que el otro, uno más en cris que el otro.
La honesta y necesaria lucha contra la intervención y la injerencia imperialista, hoy aparece mezclada con la necesidad de construir una alternativa de izquierda a los corrompidos partidos del Foro de Sao Paolo.
2 «Diez días después de anunciar el respaldo al gobierno de Guaidó, el canciller Blok anunció que en las islas que son excolonias se montaría un centro de la distribución de ayuda humanitaria para Venezuela. «El pueblo venezolano precisa de ayuda humanitaria», aseguró Blok en su cuenta de Twitter. «Por eso, Holanda y Curazao han decidido facilitar un puesto de distribución de ayuda humanitaria en Curazao, en estrecha cooperación con el presidente interino de Venezuela Guaidó y con Estados Unidos«, agregó. (BBC Mundo. Aruba, Bonaire y Curazao, las islas ABC que dan a Holanda un papel clave en el desafío de Guaidó a Maduro. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-47308835.
3 La vice secretaria general de las Naciones Unidas, Amina Mohammed, exministra de Medio Ambiente de Nigeria, durante un encuentro con periodistas en Madrid este martes. [señaló]: «Tenemos muy claros los principios de la ayuda humanitaria. Y en el caso de Venezuela… sí, hay un intento de politizarla». (El Pais. 26/02/2019 https://elpais.com/sociedad/2019/02/26/actualidad/1551173831_239346.htm)
«El jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Colombia, Christoph Harnisch, dejó claro el 11 de febrero que el organismo no participará en la distribución de la «ayuda» de EE.UU. por no tener «carácter humanitario». (Hispantv. https://www.hispantv.com/noticias/venezuela/412105/cruz-roja-ayuda-eeuu-colombia-golpe-maduro)
4 El multimillonario explicó [Richard Banson]: «Juan Guaidó, quien ha sido reconocido como presidente legítimo de Venezuela por más de 40 naciones, la Unión Europea; y Leopoldo López, un líder de oposición actualmente bajo arresto domiciliario (desde 2014), nos han pedido ayuda organizar un bello concierto, para atraer atención global a este crisis inaceptable y prevenible». (BBC Mundo https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-47328950)
5 «al menos 350 elementos más de las fuerzas armadas (…) han cruzado por montones la frontera en busca de asilo, según el gobierno colombiano. (…) Aunque las deserciones no son buenas noticias para Maduro, tampoco son lo que la oposición esperaba. (…) Maduro todavía tiene la lealtad de los altos mandos, a quienes su gobierno ha convencido con ascensos y contratos lucrativos» (New York Times. https://www.nytimes.com/es/2019/02/27/venezuela-deserciones-maduro/)
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