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¿Qué bolsonaristas pueden, necesitan y deben ser rescatados?

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Fuentes: Rebelión [Imagen: Jair Bolsonaro saluda a la multitud que se manifestó a su favor en la avenida Paulista el 7 de septiembre de 2021. Créditos: Isac Nóbrega/PR. Fotos Públicas]

En este artículo el autor reflexiona el modo de abordar el trabajo con las masas populares que todavía siguen bajo influencia del bolsonarismo.


Supongo que todos hemos tenido la oportunidad de toparnos con personas que, pese a estar visiblemente incluidas en el grupo de los menos favorecidos, se identifican con Bolsonaro. A mí, esto ya me ha sucedido en diversas ocasiones. La más reciente tuvo lugar durante un corte de pelo, cuando el peluquero que me atendía se puso a hablar de los problemas que, según él, estamos enfrentando debido a que el gobierno de Lula prefiere mantener a los vagabundos con el bolsa-familia, en lugar de obligarlos a trabajar.

Estas constataciones deberían servir para hacernos entender claramente que no todos los simpatizantes de Bolsonaro son del mismo calibre. Por más difícil que nos resulte aceptar la idea, debemos admitir que entre los que apoyan al excapitán de extrema derecha, hay muchos que lo hacen creyendo que actúan en sentido opuesto a lo que sabemos que es el rumbo real al que conduce el bolsonarismo.

Evidentemente, cuando estamos ante grandes propietarios del agronegocio, accionistas y controladores de bancos y empresas financieras, o incluso personas de la alta clase media, no nos parece nada anormal, ni contradictorio, que expresen su concordancia y promuevan las propuestas políticas del bolsonarismo. Al fin y al cabo, ellos demuestran saber muy bien que sus privilegios actuales existen en dependencia directa de un sistema político-social que les garantiza la posibilidad de explotar al máximo a las mayorías trabajadoras, así como de excluirlas de derechos.

Sin embargo, por lógica, no habría cómo justificar que personas pertenecientes a los sectores populares también se sumen al apoyo de una corriente política que no tiene nada positivo que ofrecerles. Sin dudas, en tales situaciones, nunca es la coherencia de pensamiento lo que se impone, sino todo lo contrario.

Sin pretensiones paternalistas de erigirme en dueño de la verdad, considero que la precariedad de las condiciones de vida que aqueja a amplios sectores de las masas populares les dificulta el discernimiento de los factores causantes de sus angustias. Y, a su vez, las clases dominantes demuestran tener plena consciencia de esto. Por ello, desarrollan estrategias para aprovechar las deficiencias y debilidades que ellas mismas engendran.

Basta con tener un mínimo de conocimiento histórico para concluir que no es algo exclusivo de los tiempos actuales eso de implementar medidas de desviacionismo ideológico con vistas a encaminar al pueblo oprimido por una ruta ajena a la resolución efectiva de sus adversidades. Ya en los estudios sobre el antiguo Imperio Romano podemos constatar el uso recurrente de la política de ofrecerles “pan y circo” a las masas, para mantenerlas alienadas y alejadas de la lucha por derechos fundamentales para una vida digna.

Es por eso que, a menudo, vemos cómo trabajadores humildes se ponen en defensa de sus opresores. Esa gente ha sido ganada, o mejor, engañada, por la gigantesca maquinaria ideológica de las clases dominantes. Por lo tanto, para recuperar a estas personas para las causas populares, debemos aprender a librar la disputa ideológica del momento. No es correcto creer que el solo hecho de que tomemos medidas gubernamentales en su beneficio las llevará a adherirse a nuestras posiciones. Así, además de ofrecerles perspectivas de mejora en el ámbito material, necesitamos igualmente sensibilizarlas en términos ideológicos.

Las clases dominantes ganan cuando logran convencer a un número expresivo de gente del pueblo a limitarse a disputar valores de carácter moral, familiar o religioso, sin cuestionar las injusticias sociales. Y su éxito se ve facilitado por nuestra reticencia en luchar también en relación con esos aspectos. Es que nuestra fuerza para derrotar a los opresores va a crecer en la medida que avancemos en el trabajo de aclarar que todos los grandes problemas morales, familiares y religiosos están indisolublemente relacionados con la enorme desigualdad imperante en nuestro sistema social.

Si tenemos el coraje y la disposición que el momento requiere, estaremos aptos a convencer a buena parte de la gente humilde que todavía respalda al célebre clan bolsonarista de que el bolsonarismo es exactamente lo opuesto a todo lo que atañe al respeto y a la defensa de la moralidad, la familia y el cristianismo de Jesús. Para ello, habrá que hacer los enlaces necesarios entre esos temas y la base social que tenemos.

No podemos resignarnos a la idea de que es imposible desenmascarar a aquellos que descaradamente roban miles de millones de los recursos públicos, privan a los más humildes de atenciones básicas para su supervivencia, evaden lo máximo posible de los impuestos que deben y dejan sobre las espaldas del pueblo trabajador el peso del mantenimiento de la estructura del Estado. Y para hacerlo, no hay que recurrir a ninguna mentira, basta con ceñirnos a los hechos reales, exponer el multimillonario pillaje practicado por adeptos del bolsonarismo, y dejar patente que esta desigualdad social es el principal factor generador de la desvirtuación moral de nuestra sociedad.

En cuanto a la familia, la cuestión me parece todavía menos difícil de esclarecer, dado que es bastante comprensible que la pobreza y la carencia actúan como potenciadores de la ruptura de los lazos familiares. Así, quienes verdaderamente quieren mantener unida a la familia deben, en primer lugar, luchar para que cada hogar disponga de los recursos necesarios para criar y educar dignamente a sus niños. Para ello, es imprescindible que se paguen sueldos justos y haya protección laboral, para evitar que los padres no puedan proporcionar a sus hijos lo mínimo requerido para una formación acorde con la dignidad humana.

Respecto a la religión, tenemos un instrumento demoledor para destruir y arrasar toda la argumentación del charlatanismo religioso del bolsonarismo: el legado de vida de Jesús. Al confrontar las enseñanzas de vida de Jesús expuestas en los Evangelios con la hipocresía de pastores y sacerdotes bolsonaristas no dejaremos piedra sobre piedra del trabajo diabólico de quienes se apropian del nombre de Jesús para defender todo lo que, durante su vida, él tenazmente combatió. En otras palabras, tenemos plenas condiciones de demostrar que, cuanto más afinada con el bolsonarismo esté una iglesia, más asociada a las prédicas del diablo será; y, al revés, cuanto más alejada de esa ideología maligna, más virtualidad tendrá para seguir verdaderamente por los senderos indicados por el Nazareno.

En síntesis, nuestra preocupación no debe centrarse en atraer al campo de la decencia humanista a quienes están potencialmente entrelazados con las injusticias inherentes al bolsonarismo. Es evidente que si algún banquero, capitalista del agronegocio, rentista, etc., quiere pasarse a nuestro campo, nadie aquí debería objetarlo. Pero, en esencia, esto tiene que ser una iniciativa del propio interesado. De nuestra parte, es importante que nuestro objetivo explícito esté dirigido a sensibilizar a aquellos que, a pesar de tener todo que ver con el pueblo del que forman parte, debido a la maquinaria de desinformación del gran capital, están girando en torno a la órbita del bolsonarismo.

Traducido del portugués para Rebelión por el propio autor. Fue publicado originalmente en los siguientes medios:

– https://www.brasil247.com/blog/quais-bolsonaristas-podem-precisam-e-devem-ser-resgatados-pcfzm60c

– https://altamiroborges.blogspot.com/2025/11/quais-bolsonaristas-devem-ser-resgatados.html

– https://desacato.info/quais-bolsonaristas-podem-precisam-e-devem-ser-resgatados-por-jair-de-souza/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.