El análisis político suele estar vinculado a las proyecciones. Debe hacerse desde una doble visión: la retrospectiva y la prospectiva. Desde el punto de vista de la retrospectiva, se vienen señalando diversos errores que hemos cometido y que han terminado en la ruptura del cántaro que ha puesto en serios peligros no solo al Gobierno […]
El análisis político suele estar vinculado a las proyecciones. Debe hacerse desde una doble visión: la retrospectiva y la prospectiva. Desde el punto de vista de la retrospectiva, se vienen señalando diversos errores que hemos cometido y que han terminado en la ruptura del cántaro que ha puesto en serios peligros no solo al Gobierno Bolivariano sino también la paz del país y del continente. Nosotros siempre hemos pensado en la alta probabilidad de que todo lo que está ocurriendo lleve a la Revolución Latinoamericana por los derroteros de la violencia abierta y más o menos cruenta, como la reacción natural al acoso que mantienen el imperialismo y las oligarquías contra las fuerzas revolucionarias. Solo que hay hechos que acercan esa perspectiva y hacen que se dificulte la posibilidad de que los procesos avancen en una situación de relativa paz o de enfrentamientos que puedan ser solo moderadamente cruentos.
Nos hemos referido más de una vez al estilo de hacer política de esta Revolución y sobre todo al estilo de Gobierno. No lo estamos haciendo oportunistamente ahora, por la estruendosa derrota; ya en 2007, después de la derrota sufrida en el referéndum de la Reforma constitucional, advertimos, en un artículo del lamentablemente desaparecido semanario crítico Temas: «… el descalabro principal es la pérdida de confianza de una buena parte de la población en la palabra del liderazgo, incluida la del presidente Chávez, es el desencanto que está comenzando a asomarse al escenario y es, finalmente, el inicio del fracaso de un estilo de gobierno, incluido el estilo comunicacional, que debe ser corregido de inmediato a profundidad, si queremos mantener a flote este experimento revolucionario«. Y también: «…la oposición no solo salió fortalecida en lo político, sino que además va entrar en un proceso organizativo que le permitirá construir una sólida maquinaria. Con un nuevo estado de ánimo, el sector opositor va a continuar con arrestos su trabajo político, tratando de penetrar más y más en la zona de desencanto chavista para tratar de crecer allí«. Aunque el proceso de crecimiento de la oposición se dificultó debido a sus propios errores, finalmente nuestras predicciones empiezan a cumplirse, aunque aun es posible recuperarnos.
En el citado artículo nos referimos a un «sector de la oposición que demuestra haber asimilado las lecciones del pasado, y está llamando desde ya a fortalecer la organización y la penetración en los sectores populares. Para nosotros, es la hora de la profunda reflexión y si no lo entendemos así, de nuevo nos lo cobrará lo que llamo la ‘invencible realidad’«. A las pruebas nos remitimos.
En otro artículo de Temas, este escrito en 2009, después de duras críticas que hizo Chávez a las estructuras del Estado, insistimos en que «El estilo de dirección burocrático, individualista, burgués, «representativo». Es este estilo el principal responsable de que hayamos perdido varios espacios importantes en las elecciones regionales de 2008, que habíamos obtenido en elecciones anteriores: Miranda, Carabobo, Táchira, Alcaldía de Sucre en Caracas, Alcaldía de Maracaibo, Alcaldía Mayor de Caracas, entre otros. El pueblo pasó su factura a los gobiernos personalistas, que olvidaron que el verdadero socialismo se construye con la participación y el protagonismo directo del pueblo, o no se construye«.
Aun en otro anterior del mismo semanario, fechado en marzo de 2009, acotamos: «Otro problema grave que ha planteado el Presidente es el de la ineficiencia del Estado. Pero esto no es nada nuevo, ya lo ha señalado Chávez una y otra vez ante los mismos ministros que lo acompañaban el domingo en el Aló Presidente. En nuestra opinión, ya lo hemos dicho, no es un problema de hombres, sino de estilo de gobierno. El Estado venezolano sigue siendo verticalista y autoritario«. En ese sentido, dijimos en nuestro artículo del martes 8 pasado, sobre la solicitud del presidente Maduro a los ministros de poner sus cargos a la orden: «… no se trata de cambios de rostros, sino de cambios de políticas y de estilo de gobierno«.
El presidente Maduro habló el martes de la necesidad de ir a las «catacumbas del pueblo». Ese es un concepto chavista que se ha ido abandonando. En el circuito donde vivo muchos se quejaban, inclusive en las bases del PSUV, de que nuestro candidato a la reelección al parlamento se hacía frecuente cuando había elecciones, pero luego costaba verlo por ahí. De hecho, siendo un circuito donde siempre ganábamos, ahora perdimos. Es muy peligrosa la matriz que ha venido vendiendo la oposición, ayudada por nosotros, de que el alto Gobierno está constituido por una élite privilegiada y alejada del pueblo. No decimos que esto sea cierto, pero es conocido el axioma de que la mujer del César no solo debe ser honesta, sino que además debe parecerlo.
No podemos dejar de reconocer que se han adelantando acciones que a pesar de su evidente formalismo y relativa ineficacia, han contribuido a que la matriz de cúpula elitista no se imponga del todo, como el Gobierno y el parlamentarismo de calle. Solo que esas iniciativas hay que convertirlas más en estilo permanente que en espectáculo mediático eventual.
En fin, el tema del estilo de gobierno debería ser uno de los fundamentales en el debate que se está convocando y que ojalá sea franco, abierto, eficiente y productivo, porque en otras oportunidades que se ha convocado, no lo ha sido.
Ahora bien, hay que decirlo: el haber obtenido más de cinco millones de votos en las parlamentarias no es poca cosa. El chavismo sigue siendo la gran fuerza política nacional, aunque electoralmente hoy por hoy es minoría. Pero sin duda es una fuerza coherente, mayoritaria y políticamente consciente (unos cuantos están simplemente agradecidos por los beneficios que les ha producido la Revolución), con buena organización y espíritu de lucha. Está muy lejos de estar acabada, al contrario, después de la derrota se ha levantado rápidamente y está anímicamente preparada para los combates que se avecinan.
En cuanto a la oposición, está envalentonada con su contundente victoria, pero mantiene un alto grado de confusión. Algunos de ellos, no todos, siguen cometiendo el error de subestimar al chavismo, de creer que la Revolución está aniquilada. De todas formas, es claro que políticamente está mejor que nunca desde que el chavismo asumió las riendas del Estado. Es otra fuerza poderosa -negarlo sería una estupidez- con apoyo masivo que se mide en los poco más de 7 millones de votos que volvió a obtener, alcanzando de nuevo su techo histórico de 2013. Esto significa, hay que decirlo, que el chavismo descontento no votó por ellos, sino que se abstuvo.
Otro elemento a tomar en cuenta es que en la oposición se mantienen los síntomas de división interna, aunque probablemente no hagan eclosión por ahora, ya que no han logrado su objetivo superior: acabar con el gobierno de Maduro y derrocar a la Revolución Bolivariana. Su mayoría calificada parlamentaria es solo una herramienta importantísima en su lucha por completar su cometido.
Nosotros hemos previsto el destino en nuestros análisis. El 30 de noviembre escribimos: «Sería muy distinto el país si la derecha obtuviera mayoría parlamentaria, se radicalizaría la polarización política, marcharíamos hacia el enfrentamiento institucional y hacia un choque de trenes social, se pondría en extremo peligro el poco de paz que tenemos«. Y también, el 4 de diciembre: «El 6 de diciembre no solo no se acaba el mundo, sino que además la confrontación histórica y sus manifestaciones en nuestro país, no solo continuarán, sino que de hecho se profundizarán«. Es lo que está ocurriendo ya.
Eso lo avizora el opositor Luís Vicente León cuando dice que si la oposición no «administra adecuadamente esa mayoría» y el gobierno se muestra intransigente «vamos a tener dos importantes fuerzas enfrentadas»: «Ojalá entiendan que tienen que negociar, la gente en esencia votó para que le resuelvan sus problemas y la prioridad de esa Asamblea tiene que ser buscar soluciones a sus problemas«. Es claro que la Revolución no va a negociar, no puede hacerlo, en temas como la Ley de Amnistía, la Ley Orgánica del Trabajo, la Ley de Hidrocarburos, la Ley de Precios Justos ni ninguno de los logros sociales de los gobiernos bolivarianos. No viene negociación, sino confrontación.
También nuestros embajador Roy Chaderton plantea que comienza «una nueva etapa en la vida de la República… se darán grandes batallas para asegurar las conquistas obtenidas«.
Ahora bien, digámoslo una vez más, no subestimemos a la derecha. Hay quienes dudamos que vengan ahora con una política de «caída y mesa limpia». Parecieran saber, más allá de las bravuconadas aisladas de Henry Ramos Allup, que deberán andar con pie de plomo y sumo cuidado para no despilfarrar su victoria. Julio Borges, quien asoma como posible presidente de la AN, inclusive parece haberle ya sacado ventaja en esa pugna a Ramos Allup, afirmó que «No puede haber dos Venezuela sino un país unido y esa es la tarea con la cual amanecemos este lunes. No venimos con una factura , no venimos a una cacería de brujas ni a restregarle el triunfo a nadie. Nosotros somos los primeros que estamos asumiendo este triunfo con mucha humildad«. Por supuesto, ellos son quienes son y sus intenciones reales empezarán a verse de inmediato, pero lo harán con tacto y con la habilidad política que han venido demostrando, son mediocres, pero no tontos como algunos piensan.
En ese sentido, ya las líneas están siendo dictadas por Fedecámaras, Consecomercio y otros factores de la burguesía. De hecho, el mismo Borges ha dicho sobre las prioridades de los diputados, que «a través de la nueva Asamblea Nacional darán participación a la empresa privada para fortalecer la economía del país, porque no podemos seguir siendo un país que compre todo afuera y que nuestro campo esté abandonado«.
En un boletín electrónico de «La Fuerza es la Unión», un parapeto «social» de la MUD, se lee: « Venezuela puede estar tranquila porque la Unidad sabrá, con humildad, firmeza y responsabilidad, administrar este triunfo de todos y que no llegará para atropellar a nadie… que llegar a la Asamblea en Unidad y con deseos de Cambio no implica acabar con las conquistas sociales, ni mucho menos llegará a perseguir y condenar a quienes piensen distinto «.
Inclusive, después de derrotada internamente el ala radical de la derecha, con este triunfo electoral de la MUD, la línea que plantea el imperialismo parece estar clara. En un comunicado referido a la victoria opositora, John Kerry afirmó que » Los votantes venezolanos expresaron su abrumador deseo de cambio en la dirección de su país… el diálogo entre todas las partes en Venezuela es necesario para encarar los desafíos sociales y económicos que afronta el país… Estados Unidos está dispuesto a apoyar ese diálogo junto con otros en la comunidad internacional «. Es casi seguro que la derecha se ponga piel de cordero mientras cocinan su próximo paso, que podría ser el referéndum revocatorio. Una ventaja para nosotros es que, conociéndolos como los conocemos, van a cometer nuevos errores y torpezas.
De esa táctica derechista tenemos que cuidarnos, no nos conviene aparecer como los alborotadores ni los violentos, ante el país y ante el mundo. Parte del debate es cómo vamos a organizarnos y a plantear los combates por venir, hay que aplicar mucha inteligencia y cuidarnos de pensamientos simplistas que podrían hundirnos aun más: combinar con acierto, en la nueva etapa, firmeza con flexibilidad.
De todas formas, la verdad es que en este momento el chavismo es más fuerte que la derecha, aunque haya perdido las elecciones. Ya es harto conocido que las batallas no se deciden solo por el número de efectivos con los que se cuente, nuestra Guerra de Independencia es un buen ejemplo de ella. Otros factores se incluyen: la calidad del armamento, la moral de las tropas, la disposición en el campo de batalla. El chavismo no es más pequeño que la oposición numéricamente, solo que se ha venido equivocando en su ejecutoria y su convocatoria, y parte de su ejército está cansado y debe recuperarse. Y en todo lo demás le lleva una morena a la derecha. Ahora es que viene lo bueno, dicen muchos. Es algo relativo, porque todo parece apuntar a que se acabó la paz. Como dijimos en un Análisis anterior: el cielo encapotado anuncia tempestad.
Nosotros pensábamos que con este artículo agotaríamos el análisis político de la derrota, pero no fue posible. Quedan varios temas en el tintero. Los retomaremos m{as adelante, porque en nuestro próxima publicación arrancamos con un ámbito que nos es familiar y que cobra ahora aun mayor importancia, si acaso es posible: la política comunicacional.
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