En el ajedrez hemisférico para destruir a la Revolución Bolivariana, la Revolución Cubana y los movimientos progresistas, Bush avanza la construcción del Estado terrorista colombiano, rehabilita la estructura militar-paramilitar de terrorismo de Estado hemisférico y planea reocupar militarmente a Panamá. La reelección de Bush, al igual que la de Uribe, son una posibilidadad real. Si […]
En el ajedrez hemisférico para destruir a la Revolución Bolivariana, la Revolución Cubana y los movimientos progresistas, Bush avanza la construcción del Estado terrorista colombiano, rehabilita la estructura militar-paramilitar de terrorismo de Estado hemisférico y planea reocupar militarmente a Panamá.
La reelección de Bush, al igual que la de Uribe, son una posibilidadad real. Si Bush gana en noviembre, la situación de Venezuela, Cuba y de los movimientos populares se complicará peligrosamente porque vendrá con un supuesto mandato electoral para su política neofascista. Pero, aunque gane Kerry, el enfrentamiento es inevitable, porque los Demócratas —cual parte de la oligarquía dominante estadounidense— tampoco jamás renunciarán a la Doctrina Monroe, si no es por la fuerza.
Ante ese escenario, se requiere una política latinoamericana de contención de Washington, que solo puede existir en una integración acelerada de los Estados progresistas y movimientos populares en un gran Bloque de Poder Histórico, capaz de defender la perspectiva estratégica de liberación que hoy tenemos, en lo económico, político, cultural y militar.
Si Bush logra la reelección en noviembre, no tendrán peso las declaraciones y papeles que los intelectuales redacten en sus Foros en Defensa de la Humanidad o Foros Sociales Mundiales. Parecerán reuniones esotéricas —que de hecho lo son— o videogames de poder que no van a parar la mano de Uribe ni de Bush.
Para incidir sobre la correlación de fuerza real hemisférica en este choque entre la Doctrina Monroe y la Patria Grande es necesario dejar a los videogames intelectuales y sus «combat centers» virtuales de cinco estrellas, para construir el eje de poder Estados-Pueblos bolivarianos, única fuerza capaz de decidir la batalla a favor de la Unión del Sur-Bloque Regional de Poder.
Este ensayo es el primero en una serie de tres sobre esta problemática.
1. La habilitación de los paramilitares-narcoterristas como sujeto legítimo de la política colombiana
Roberto Duque Gaviria, alías Ernesto Báez de la Serna (sic), cabeza política y vocero de los Escuadrones de Muerte del Estado colombiano (Autodefensas Unidas de Colombia, AUC) y Comandante de su más poderoso destacamento, el Bloque Central Bolívar, no pudo contener su repentina pasión por la democracia.
Había llegado el momento estelar de su carrera política: de simple abogado del liberalismo colombiano y cabeza política de los descuartizadores con motosierra y traficantes de estupefacientes, las AUC, se había convertido en estrella política invitada por sectores del Congreso, el Presidente del Senado y el Presidente de la República, Alvaro Uribe, para hablar ante la máxima tribuna de la nación.
«Estar aquí, en la catedral primada de la democracia que es el Congreso de Colombia, donde hubiésemos querido venir antes de tomar las armas, compromete el reconocimiento de la Organización de Autodefensas Campesinas, especialmente con la Cámara de Representantes, que refrendó con su voto mayoritario el gesto democrático de permitírsenos dirigir un mensaje a la nación y al mundo, no desde los estremecedores escenarios de la guerra fratricida, sino desde la tribuna solemne donde reside la majestad de la república.»
Alrededor de 45 minutos duró la arenga del miembro del Estado Mayor y de la Dirección Política de las AUC —vestido, como los otros dos líderes terroristas, de fina ropa italiana valorada en alrededor de 2000 dólares y con elegantes anteojos oscuros— que terminó, haciendo gala de su formación profesional de abogacía, retórica clásica y desafío político.
«Termino esta intervención haciendo nuestro, el informe nacional de desarrollo humano, que llamó al conflicto armado en Colombia como una guerra de perdedores: «…la guerra ha sido un fracaso. Fracaso para las Farc y para el Eln que, tras cuatro décadas de lucha armada, están cada vez más lejos de llegar al poder. Fracaso para los paramilitares que en veinte años no han logrado acabar con la guerrilla. Fracaso para el Estado Colombiano, que no ha sido capaz de derrotar a los insurgentes, ni de contener el paramilitarismo, ni de remover las causas del conflicto armado«.
«Después de cuarenta años de terrible devastación, en la que los hijos inocentes de este suelo, escucharon el ruido estridente y fúnebre y trágico del coro de las Coéforas de Esquilo: «Es la ley que a sangre derramada otra sangre se vierta…», este canto fatal no volverá por nuestra cuenta, a escucharse en los cielos de esta amada patria de Colombia.»
Alrededor de sesenta representantes del Congreso, de un total de 268, que escucharon emocionados la predica del vocero de las AUC, transmitida en vivo por Señal Colombia, se levantaron de sus curules y le dieron una ovación de pie a «Ernesto Baez de la Serna» (sic), terrorista liberal de Estado con complejo de guerrillero heróico.
Antes, los congresistas habían escuchado durante 46 minutos al Jefe del Estado Mayor de las AUC, «Comandante Salvatore Mancuso», en ese acto de «instalación oficial» del proceso de negociación entre el Gobierno Nacional y las Autodefensas Unidas de Colombia.
«Yo soy un empresario y padre de familia, al igual que muchos de mis compañeros que me acompañan hoy aquí, al que la guerra arrancó del seno de mi hogar y me incrustó en las montañas de Colombia», empezó Mancuso, para, acto seguido, acusar al «colapso progresivo» del Estado colombiano el problema de la guerra.
2. El proyecto político del paramilitarismo estatal colombiano: destrucción-modernización capitalista
«El colapso progresivo del Estado expresado en la crisis de Autoridad, en el desmoronamiento de la Justicia, en la desmonopolización de la Fuerza, en la depravación de las costumbres políticas y en la deslegitimación creciente de la democracia. Así, corrió paralelo un proceso fuerte de militarización y sustitución del Estado por parte de los actores armados irregulares, que invadieron los espacios de la institucionalidad pública, ocuparon los escenarios de acción de los actores sociales e intervinieron las estructuras de poder político local y regional.
«En el caso particular del movimiento de Autodefensas Campesinas, esta circunstancia de negación del Estado sustituido por un Estado de facto, tuvo caracteres de legalidad y legitimidad, por cuanto que, aún para finales del decenio de los años ochenta, permanecía vigente el amparo jurídico de la ley 48 de 1968 que le otorgaba sustento legal a la Organización en armas. Desde este punto de vista es preciso conocer que nuestro movimiento antisubversivo, en su lejana génesis, hunde sus raíces en el terreno que previamente cedió y abonó el propio Estado. Años después, inmersos en el mundo de la ilegalidad, evolucionaríamos hacia el modelo de Autodefensa Campesina autónoma, con conciencia social y nacionalista.»
La estructura de argumentación de Mancuso en esta parte de su discurso es muy semejante a varios aspectos centrales del discurso nazi. Definir a las AUC como un modelo (sic) «con conciencia social y nacionalista» revela: a) que no se trata ya de un movimiento bandolero improvisado, sino de un clásico proyecto de modernización-destrucción capitalista y, b) que, al igual, que en el caso del nacionalsocialismo alemán, se trata de un proyecto histórico en beneficio del gran capital nacional (e internacional), disfrazado con una ideología pequeño-burguesa.
La legitimación de este proyecto también es semejante: la debilidad e irresponsabilidad del Estado y de las elites políticas han permitido el desarrollo de la subversión de izquierda («comunismo»), amenaza que tiene que ser conjurada en autodefensa por la sociedad (las AUC) y con los métodos terroristas que la subversión emplea.
«Corrían los tiempos de la superioridad táctica y estratégica de las guerrillas comunistas, que anunciaban anticipadamente sus aplastantes y rotundas victorias militares en el Sur del país, y el salto definitivo de un esquema de guerra de guerrillas, a una guerra de movimientos y de posiciones, en las que llevó la peor parte el aparato militar del Estado. Prácticamente en esos momentos cruciales la iniciativa táctica contrainsurgente volvía a correr de cuenta del resurgimiento de las Autodefensas Campesinas.
«La violación de los compromisos por parte del Estado, que ignoró los mandatos del contrato social en cuanto a la tutela de la vida, los bienes, la libertad y la justicia social, precipitó el resurgimiento espontáneo del movimiento armado de las Autodefensas Campesinas y, posteriormente, la agrupación en un solo proyecto nacional de todas las organizaciones regionales, bajo la divisa unificada de Autodefensas Unidas de Colombia.
«Hoy, el círculo vicioso de la violencia recurrente debe y tiene que desaparecer de la faz de Colombia. Ha sido difícil, pero hemos agotado enormes esfuerzos, para presentar ante el país y el mundo a la Organización de Autodefensas Campesinas fuertemente cohesionadas alrededor del ideal de paz que a todos nos convoca en esta fecha. Aquí, como Jefe del Estado Mayor, estoy representando al noventa y cinco por ciento de las Autodefensas Unidas de Colombia. Esperamos que muy pronto la totalidad de las Autodefensas se incorporen a este proceso de negociación.
«El fortalecimiento del Estado hoy, la recuperación de la confianza en las Instituciones, los ascendentes índices de seguridad y satisfacción ciudadana y, en fin, la restauración de los vasos comunicantes entre la Nación y el Estado, nos llevarían en un futuro próximo, dentro de un proceso de avanzada madurez política, a reconocernos innecesarios como Organización armada.»
3. El paramilitarismo negocia la estatización
Acto seguido, Mancuso explica el proyecto de Estado neoliberal-terrorista que está realizando Alvaro Úribe y el papel de las organizaciones paramilitares en el. Al igual que en el caso de los nazis, ese proyecto no fue elaborado por los torturadores y descuartizadores de abajo, sino por sectores de la clase política y jurídica colombiana, en alianza estratégica con Washington.
Es evidente, por ejemplo, en los discursos de Duque y Mancuso, que la base política-jurídica de la argumentación repite los argumentos de la Sociedad Colombiana de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad (TFP), cuyos planteamientos son compartidos y adelantados por el expresidente de la Corte Suprema de Justicia, Humberto Barrera Domínguez, el exprocurador general de Colombia, Julio Romero Soto y el exjuez superior, Humberto Sarmiento Boada, entre otros.
Dentro de ese proyecto de destrucción-modernización del gran capital, conducido por líderes terroristas, la situación entre los capos paramilitares y Alvaro Uribe es comparable, en cierto sentido, a la que existía entre Adolf Hitler y Ernst Roehm. Roehm organizaba y comandaba a las fuerzas paramilitares del partido nazi (NSDAP), las llamadas Sturmabteilung (SA) que hicieron el trabajo sucio del partido y fueron importantes para terrorizar a la población.
En 1934, con Hitler ya en el poder, y la necesidad de estatizar al partido contrarrevolucionario y sus aparatos terroristas, Roehm, que insistía ingenuamente en las demandas «socialistas» del programa nazi, se volvió un obstáculo para el gran capital alemán; hecho por el cual Hitler lo mandó liquidar rápidamente.
En Colombia, el narcoterrorista Carlos Castañeda ya corrió el mismo destino. En cuanto a Mancuso, Duque e Isaza, los tres están negociando su futuro papel en la dictadura neoliberal de Uribe, tratando de emular el salto cualitativo que Uribe dio desde sus negocios narcotraficantes y del terrorismo de Estado hacia la categoría de político respetable en el Palacio de Nariño.
Su poder de negociación está en varios factores: las enormes fortunas que arroja el narcotráfico; sus escuadrones de muerte paramilitares; su apoyo en sectores importantes del Estado, del Congreso y de la elite económica del país; las tierras que se han apropiado mediante una política de «limpieza económica-política»; la población que controlan mediante el terror; el apoyo de la derecha mundial, particularmente en Miami y Washington y su oferta de compartir el poder en el proyecto imperial-oligárquico, en lugar de querer monopolizarlo.
4. El papel de los paramilitares en el futuro Estado terrorista de Uribe
«Desde la Mesa Única Nacional trabajaremos a fondo para superar lo militar y trascender en lo político. Este no es un proceso de paz para las Autodefensas Campesinas, es un proceso de paz para Colombia, de Colombia y por Colombia. De ahí que, para eliminar toda posibilidad que conduzca a un nuevo resurgimiento de la opción armada antisubversiva, nosotros como Autodefensas Campesinas avanzaremos, no hacia la desaparición como Organización, sino hacia la transformación en un movimiento político de masas a través del cual la retaguardia social de las Autodefensas pueda constituirse en una alternativa democrática que defienda, custodie y proteja los intereses, derechos y demandas de nuestras comunidades ante los poderes del Estado.
«Si hay algo que tenemos claro las AUC es el compromiso social. Hemos trabajado por años en la construcción del bienestar comunitario y digno. Hemos defendido las tierras de nuestros campesinos, se ha sembrado la confianza en el campo y en el desarrollo socio-económico. Y hoy, hay que dejar algo claro: no abandonaremos esta misión social que ha caracterizado la organización y, es más: que fue parte de nuestro nacimiento.
«Veintidós años en el campo de la guerra conllevaron, a hacer nuestras, un cúmulo de fidelidades lentamente construidas y a generar un entorno de solidaridad colectiva que terminaron por transmitir un gran poder político y social a las Autodefensas Campesinas. Esta realidad nos impone un compromiso con las comunidades, más allá de la seguridad que les brindamos durante el largo período de ausencia estatal.
«No es posible concebir un sueño de paz duradero para los colombianos, si al lado de las bases militares no construimos hospitales y escuelas para los niños del Paramillo, de la Sierra Nevada, del Catatumbo, del Sur de Bolívar y de esos tantos territorios marginados que hay en Colombia.
«Las Autodefensas Campesinas en este proceso de paz no demandamos la destrucción o transformación de las estructuras políticas, económicas y sociales del Estado y la sociedad, pero sí exigimos justicia social.
«No nos apartamos de las dificultades de orden fiscal que enfrenta el Gobierno nacional, pero confiamos en que los enormes recursos que le ahorraremos a Colombia, al abandonar la guerra, serán destinados al propósito noble de construir la paz social que significa empleo, vivienda digna, educación, salud, servicios públicos básicos y seguridad social. Es decir, bienestar y sosiego para las nuevas generaciones que no merecerán jamás heredar esta larga noche de tragedia, muerte y ruina, que vivimos y pagamos las víctimas de esta guerra absurda.
«El fin de este proceso no será únicamente lograr una firma en un acta simbólica, sino trabajar en el seguimiento de una gestión político-social. Nos afianzaremos como mediadores comunitarios, a través de un movimiento político en el que tendrá cabida todo aquel que desee construir un nuevo país y fortalecer las instituciones partiendo de la transparencia y la participación ciudadana.
«A partir de hoy, en un verdadero acto de fe, tomaremos posesión del puesto que nos corresponde en la misión de construir la paz. Invocamos de Dios, la provisión de su misericordia infinita, para que su luz despeje las incertidumbres y dificultades del camino largo que emprendemos en este día memorable.
5. La agenda de negociación con Uribe
«La negociación que se inicia en el día de hoy comienza por el desarrollo de los aspectos políticos, procedimentales, de asistencia social y de beneficios jurídicos que conlleven a un acuerdo que permita la superación definitiva del conflicto armado. El proceso concluye cuando nos hayamos incorporado todos a la vida civil, en condiciones de normalidad.
«Daremos comienzo a nuestra misión, exponiendo ante Colombia y el Gobierno nacional, la propuesta de cinco grandes temas que conforman nuestra agenda básica de negociación, estos son: 1. Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario, redefinición y verificación del cese de hostilidades. 2. Implementación y aplicación de políticas integrales de la tesis de seguridad democrática en las regiones de influencia de las Autodefensas Campesinas, tanto en el campo militar de la seguridad como en el campo social de la inversión. 3. Definición, ubicación y reglamentación de las zonas de concentración. 4. Erradicación y sustitución de cultivos ilícitos, en las zonas de influencia de las Autodefensas Campesinas. 5. Seguridad jurídica, derechos civiles, políticos y garantías de reincorporación a la vida civil.
«Desde este escenario de Santa Fe de Ralito convocamos a la gran audiencia nacional, y a la comunidad internacional, para que mantengamos una fluida interlocución que nos ayude a enriquecer de razones nuestro propósito indeclinable de paz. Bienvenidos aquí las FARC y el ELN, exponentes de la izquierda y la derecha, defensores de los Derechos Humanos, dirigentes de los partidos políticos, líderes sindicales, miembros de las iglesias, indígenas, directivos de Organizaciones No Gubernamentales, dirigentes comunales, negritudes y exguerrilleros, periodistas y escritores públicos, estudiantes, profesores y académicos….en fin, bienvenida Colombia entera, aquí la paz nos da cabida a todos.
«La prédica de las guerrillas no debe confundir a nadie a estas alturas del siglo XXI: la guerra subversiva de las guerrillas comunistas es una guerra contra todos los colombianos, no solamente contra los combatientes que le hacen frente y se alzan contra ellas. La de las guerrillas comunistas colombianas es una guerra anacrónica y sin futuro contra las libertades y la dignidad del Pueblo colombiano. Y toda guerra contra las libertades y la dignidad de cualquier Nación de la tierra es también una guerra contra la Humanidad…
«La Hora de la Paz ha llegado a Colombia. Nada volverá a ser igual para los enemigos de la convivencia pacífica entre los colombianos. A partir de esta histórica jornada de Santa Fe de Ralito se traza una línea clarísima de un antes y un después irreversibles en el conflicto político armado colombiano. Quienes insistan en la apelación a la guerra y se nieguen, atrapados en su estrechez mental, a iniciar conversaciones serias de paz recibirán el escarmiento militar de las armas de la democracia y la Constitución, y el repudio activo y plebiscitario de la población colombiana, así como el aislamiento internacional reservado a los enemigos de la Humanidad…
«No olvidemos en nuestra oración a Dios a ninguno de los muertos en esta horrible noche que aún no cesa, ni a los muertos en nuestras filas ni a los muertos de nuestros enemigos. Ni a los muertos inocentes, conocidos o desconocidos que todas las guerras traen consigo, ni a los huérfanos, ni a las viudas, ni a los mutilados y lacerados por la guerra. Pedimos perdón a Dios por lo que no supimos hacer bien, por nuestras equivocaciones y extravíos y también pedimos perdón a nuestros hermanos en Dios por lo que pudimos haber hecho mejor. Que al pedir y al conceder cristiano perdón, llegue el alivio que todos los colombianos necesitamos en nuestras almas y en nuestros corazones…
Que Dios, a través de nosotros, realice sus designios de paz para todos los colombianos. «
6. Después de Dios y la democracia: vuelta a la realidad narcoterrista
Después de su comparecencia ante el Congreso Colombiano, los tres narcoterroristas se cuidaron, textualmente, de salud. A solicitud del Alto Comisionado de la Paz, Luis Carlos Restrepo, se sometieron a sofisticados exámenes médicos en la clínica de la Fundación Santa Fé, uno de los hospitales preferidos y más caros de la elite bogotana. Pagaron la cuenta de su propio bolsillo, al contado.
Dinero no le falta a la contrarrevolución. Tiene tres fuentes de ingreso seguro: a) son posiblemente el sector más fuerte de la industria del secuestro; b) su control de grandes zonas del país y su colaboración con los militares y autoridades civiles les garantiza amplios ingresos de recursos públicos transferidos hacia alcaldías, municipalidades y gobernaciones y c) se han convertido en los principales dueños de la producción y del comercio de estupefacientes.
Tan sólo en tres semanas del mes de julio, cuando Duque, Mancuso e Isaza pronunciaron públicamente sus piadosas mentiras sobre democracia, mediación comunitaria, ética y Dios, la Policía Nacional incautó, según datos de su comandante, general Jorge Daniel Castro, alrededor de 20 mil kg (¡) de estupefacientes, en su absoluta mayoría cocaína.
Desde la Isla Providencia (1.500 kgs) en el norte, al departamento César, fronterizo con Venezuela (3.500 kgs), hasta la Sierra Nevada de Santa Marta (1.450 kg) y el departamento de Valle (3.400 kg), las AUC han cubierto la República con una red de narconegocios que les proporciona decenas de millones de dólares al mes.
Esas inmensas sumas se lavan de diversas maneras, pero no es insólito ver en los aeropuertos del Ecuador aterrizar gente de buen vestir procedente de Bogotá, con maletas de mano llenas de dólares; como aquél caballero que llegó hace tres semanas con un millón de dólares en su equipaje de mano y con los papeles aduaneros de Bogotá perfectamente en regla.
De esta forma han emigrado «legalmente» treinta millones de dólares en los últimos tres meses desde Colombia vía un solo aeropuerto, en el Ecuador. Y todo esto, tomando en cuenta, que el gran contrabando se realiza por las costas de Guayaquil, contrabando que está controlado por dos fuerzas políticas ecuatorianas y sus clanes dominantes.
Mientras «Ernesto Baez de la Serna» anunciaba en el Congreso que «la producción de las drogas ilícitas, desprovista de la protección de las organizaciones armadas comunistas o anticomunistas, tendrá sus días contados», la policía descubrió en la zona de dominio del Bloque Central Bolívar (BCB), que encabeza Duque, un gran complejo cocalero, incluyendo un Hansa Jet (HFB-320) de fabricación alemána, con un valor estimado en seis millones de dólares, comprado en el mes de julio en Venezuela.
Es justo en esta zona de control de los escuadrones de muerte paramilitares, el Departamento de Bolívar, donde los «mediadores comunitarios» de Uribe ejercen uno de los peores terrorismos de Estado en toda América del Sur, como encontró el Tribunal Internacional de Opinión sobre los crímenes cometidos en la jurisdicción de los municipios de Bolívar, cuando juzgó en Paris, en noviembre del 2003, «plenamente acreditada la culpabilidad del Gobierno de la República de Colombia» en los hechos constitutivos de «crímenes de lesa humanidad, genocidio y terrorismo de Estado».
Durante años, sucesivos gobiernos colombianos mantuvieron la mentira de que era imposible castigar a los terroristas paramilitares, porque no se conocían sus escondites. Al menos esta mentira de la propaganda estatal ya no la puede mantener.
A su regreso al departamento de Córdoba, Mancuso fue recibido en la capital Montería por comerciantes, ganaderos y otros sectores como un héroe, protegido con un gigantesco despliegue de seguridad de la policía y del ejército. No lejos de la base de Mancuso, en el corregimiento de El Sabanal, el terrorista tiene un famoso vecino que a veces pasa el fin de semana en su finca: se llama Alvaro Uribe.
7. Bush-Moscoso rehabilitan los Escuadrones de Muerte de Miami
Dentro de este conflicto hemisférico entre la Doctrina Monroe y la Segunda Independencia se sitúa el indulto para los cuatro terroristas cubano-estadounidenses, otorgado por la Diseñadora de Interiores del Miami Dade Community College y Presidenta de la República de Panamá, Mireya Moscoso.
La dama, galardonada con el Doctorado Honoris Causa en Leyes, del Converse College Spartanburg, Carolina del Sur; el Doctorado Honoris Causa de Ciencias Navales de la Ocean University, República de China (Taiwán) —probablemente, porque vive al lado de un canal—; el Doctorado Honoris Causa de Humanidades del Dowling College, Nueva York y la Orden de la Unidad Latinoamericana como «La Mejor Mujer de América» otorgada por la Unión de Mujeres Latinoamericanas – sede Bolivia, avanzó la remilitarización gringa de Panamá al pronunciar la necesidad de una fuerza militar multinacional para proteger al país istmeño de los terroristas árabes y legalizó a los escuadrones terroristas internacionales de Washington, tal como lo hizo Uribe con los escuadrones terroristas de Colombia.
Ambas decisiones son parámetros inequívocos de que Washington está decidido de impedir la concreción del Bloque Regional de Poder (BRP), al costo que sea. El acercamiento de Martín Torrijos al BRP, vía Kirchner, y la constitución del Movimiento por la República Bolivariana del Ecuador (MRBE) en el país andino, aísla a Uribe de los vasallos centroamericanos de Washington —quienes acabaron de bloquear la integración de Cuba al Grupo de Río—, por una parte, y de los vasallos sudamericanos (Gutiérrez, Toledo, Lagos), por otra.
Al fracturarse el eje reaccionario del Pacífico, todo el control gringo del espacio andino-caribeño se debilita y se fortalecen los prospectos de integración Venezuela-Cuba-Argentina-Bolivia-Ecuador-Panamá-Brasil, con la perspectiva histórica de la Segunda Independencia.
Ni los Republicanos, ni los Demócratas están dispuestos a tolerar este desarrollo. Hay que conquistarlo, por lo tanto, por la vía de la fuerza que es el Bloque de Poder: Pueblos-Estados progresistas. No hay otra alternativa.
11.8.2004