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La entidad financiera en debate

¿Qué senda debe seguir el Banco del Sur?

Fuentes: APM

El proyecto tiene fecha de inicio pero aún no está claro cómo va a funcionar. Los especialistas piden que sirva para «reciclar el excedente» y «controlar la explotación de recursos naturales».

La creación del Banco del Sur ya tiene fecha. Será el próximo 3 de noviembre, cuando los presidentes de Brasil, Venezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia, Uruguay y Paraguay se reúnan en la capitalina Caracas -donde funcionará la sede de la entidad- para ultimar y rubricar el Acta de Fundación del Banco, que fue redactada el lunes pasado en Río de Janeiro por los titulares de Economía y Hacienda de los siete países fundadores. Resuelta la primera etapa, ahora es el turno de definir qué perfil tendrá este esquema bancario y si será una alternativa a los organismos de crédito existentes y un instrumento de cambio y autonomía regional.

«Lo importante es que comience a funcionar con la mayor participación de países posibles. Esto es un puntapié inicial, pero las características del Banco tendrán que ver con la voluntad política de cada una de sus partes», sostuvo José Sbattella, economista, docente de la Universidad Nacional de La Plata, presidente de la Comisión de Defensa de la Competencia del Ministerio de Economía del Gobierno argentino y referente político del movimiento Libres del Sur.

Si bien según el Acta conocida como Declaración de Río, esta nueva institución financiará proyectos de desarrollo e integración sudamericana, todavía queda por saber cuáles serán los términos de ese funcionamiento, ya que, al menos, se ha planteado una dicotomía: si prestará dinero para el desarrollo productivo sólo a programas y empresas estatales – como sería la construcción del Gasoducto del Sur- o también al capital privado ya instalado.

La primera posición estaría representada por el mandatario venezolano Hugo Chávez, y la segunda por el brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva. Por su parte, el resto de los miembros, en especial Argentina, vería con buenos ojos que se logre una conciliación entre ambas posiciones.

Además, Brasil, a través de su titular económico Guido Mantenga, dejó en claro que apoyará al Banco mientras funcione con sumo profesionalismo y que no avalará préstamos a «fondo perdido» o el financiamiento de proyectos guiados más por el altruismo que por la matemática.

«En nuestra opinión no debería operar en principio con créditos a fondo perdido. Una vez que se haya consolidado eso podría ser discutido», afirmó Mantenga. Así, la nación amazónica se presentó como el veedor de la iniciativa multiestatal.

«Tengo la impresión de que el modelo que se está imponiendo está muy cercano a las condiciones que había exigido Brasil para entrar, un dibujo muy parecido al BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social) que tienen ellos, es decir, con un perfil neo desarrollista en el sentido de que es un proyecto de desarrollo del capitalismo regional», manifestó Claudio Katz, investigador en economía del Concejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y autor de varios libros, entre ellos, El porvenir del socialismo.

«Brasil ha sido muy hostil hacia otras políticas de la región, incluso a la que adoptó Argentina. No quiso saber nada de una renegociación de la deuda en términos más positivos», advirtió Katz, quien ha dedicado la mayor parte de su obra a estudiar el impacto regresivo del neoliberalismo en América Latina.

«Venezuela, y Ecuador sobre todo, tenían un proyecto de banco más alternativo a los organismos de crédito internacionales, y además más orientado al sector público, mientras que Brasil siempre apunta más a las grandes empresas, la palabra crédito seguro significa grandes compañías que garanticen pagos; un perfil de banco con créditos muy concentrados», añadió Katz y fundamentó que «no tiene que tener el perfil que le quiere imponer Brasil» porque la política financiera que ha desarrollado el equipo de Da Silva «es una política muy amoldada al neoliberalismo, a las políticas ortodoxas clásicas».

Aunque en reiteradas ocasiones se argumenta que sólo las firmas de gran porte resultan solventes, el Premio Nobel de la Paz 2006, el bengalí Muhammad Yunus comprobó, a través de su banco de microcréditos Grameen Bank que son los pobres los que más honran las deudas. Los préstamos de Yunus gozan de un índice de devolución que supera el 92 por ciento.

Desde el principio, cuando en febrero Chávez lanzó el proyecto, Brasil teme poner mucho más de lo que podría recibir en el futuro, ya que de los involucrados es el que menos necesita del financiamiento porque tiene un importante sector bancario y financiero y el BNDES -creado durante bajo la presidencia de Getulio Vargas ya tiene 55 años de existencia- ha hecho una exitosa sociedad con el sector industrial, más que nada el de San Pablo, además de sostener la construcción de varias centrales hidroeléctricas y el nacimiento de Petrobrás.

Así es que el influyente y activo sector manufacturero de Brasil hace décadas que goza de una amplia supremacía con respecto a sus vecinos y está dispuesto a vetar cualquier intento del Gobierno que signifique limitar su histórica supremacía.

Sin embargo, para Sbattella, si el Banco consolida un desarrollismo al estilo Brasil, no resultaría tan grave que los créditos caigan en manos de las grandes empresas siempre y cuando no se permita una fuga de las ganancias. El académico parte de un análisis de la realidad sudamericana, la cual no permitiría, en el corto plazo, una industrialización heterodoxa porque los actores existentes «son los mismos de siempre».

Latinoamérica, según Sbattella, no ha desarrollado sus fuerzas productivas, como sí lo hizo Europa, por eso es entendible que muchos países opten por los capitales privados, nacionales o extranjeros, para financiar la expansión de su sector manufacturero e infraestructura. El caso más reciente se dio en Bolivia, donde el mandatario Evo Morales le concedió al cártel multinacional indio Jindel Steel and Power la explotación e industrialización del yacimiento de hierro El Mutún, acuerdo que establece inversiones por 2.300 millones de dólares en los primeros 10 años y 50 por ciento de las ganancias para las arcas bolivianas.

Además, siendo el país con la mayor cantidad de reservas de Latinoamérica -más de 110 mil millones de dólares-, si los aportes son porcentuales, Brasil sería el que más terminaría depositando en valores absolutos. Y, por otro lado, el hermano mayor del Mercado Común del Sur (Mercosur) busca que el Banco no se convierta en una entidad de fomento en el sentido más extremo del término sino que, con crédito blandos dados sin arbitrariedad o nepotismo, mantenga una administración eficiente.

Por ejemplo, la idea sería no repetir las innumerables experiencias argentinas de bancos públicos que tenían como principio de funcionamiento el beneficio de ciertos grupos económicos o la financiación de proyectos oficiales de funcionarios amigos del Gobierno. Según el periodista económico Claudio Zlotnik, existe un puñado de compañías que son las principales deudoras del sistema financiero con un pasivo que alcanzaría los 2 mil millones de pesos.

«El grupo no es homogéneo. Hay empresas concesionarias de servicios públicos y lácteas; grupos económicos que fueron protagonistas de la crónica económica reciente (Macri y Pescarmona); casos de deudores en mora que ya forman parte de los libros de historia (Gualtieri, Yoma y Gatic). En algunos casos, la acumulación de deuda estuvo ligada a la íntima relación entre los empresarios y el poder político de turno. No es casualidad que la banca pública sea la principal acreedora de ese club», sostiene Zlotnik.

Mientras que Mantenga se limitó a manifestar que se logró «superar los obstáculos para armar un entendimiento», para el ministro de Economía de Venezuela Rodrigo Cabezas, «el Banco del Sur combatirá la asimetría, profundizará nuevos espacios para la integración en el campo financiero y por supuesto impulsará el desarrollo y la lucha contra las desigualdades y la injusta distribución del ingreso en nuestros países».

«Se destinarán recursos a programas económico-sociales y no se repetirá jamás la experiencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), que imponían préstamos vinculados a una determinada política macroeconómica», concluyó el bolivariano, que calificó la reunión del lunes como «histórica».

En el mismo sentido, Sbattella consideró que «más allá del carácter que tenga el Banco, lo importante es que, en alguna medida, pueda ocupar el lugar del BM o del FMI, para que se pueda disponer de créditos que no impliquen tener que seguir una determinada política».

Asimismo, «tendría que servirle a la región como un elemento de ‘desconexión’ del inestable sistema financiero mundial, que hace poco se sacudió por la crisis del crédito inmobiliarios en Estados Unidos», amplió Sbattella, y explicó que «también tendría que servir para reciclar el excedente de la región y para controlar la explotación indiscriminada de los recursos naturales».

En tanto, Katz opinó que el sentido de la entidad tiene que «garantizar créditos al sector público, al sector cooperativo con finalidades sociales y no asociado a las grandes multinacionales norteamericanas, que sea efectivamente opuesto al BM y al FM y que incluya el retiro de estos organismos de los Gobiernos regionales. Si el banco apuesta a lo que hay, sería apostar a la concentración de capitales».

Al respecto, Mantenga había dicho que «será una institución multilateral dirigida por nosotros, cosa que no ocurre con otras instituciones multilaterales; el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el BM seguirán funcionando, pero América del Sur tendrá una institución propia».

En tanto, tampoco quedó acordado con cuánto capital nacerá el Banco ni cuánto aportará cada miembro a esa suma. Por lo pronto, Mantenga negó que se haya hablado de 7.000 millones de dólares.

Lo que sí se definió es que en el Consejo de Administración -mesa donde se tomarán las decisiones- todos los socios tendrán el mismo peso de voz y voto, más allá del dinero aportado o de la importancia económica que ostenten.

Brasil quería que el derecho a voto se relacionara con el aporte de capital de cada país, mientras que Venezuela se inclinaba por una representación igual para todos los socios, independientemente de sus contribuciones. El Banco arrancará con siete asociados, aunque se indicó que está abierto a otros cinco países sudamericanos: Chile, Colombia, Perú, Guyana y Surinam.