«Si las sociedades se mantienen y viven, es decir, si los poderes no son en ellas «absolutamente absolutos», es porque, tras todas las aceptaciones y las coerciones, más allá de las amenazas, de las violencias y de las persuasiones, cabe la posibilidad de ese movimiento en el que la vida ya no se canjea, en […]
«Si las sociedades se mantienen y viven, es decir, si los poderes no son en ellas «absolutamente absolutos», es porque, tras todas las aceptaciones y las coerciones, más allá de las amenazas, de las violencias y de las persuasiones, cabe la posibilidad de ese movimiento en el que la vida ya no se canjea, en el que los poderes no pueden ya nada y en el que, ante las horcas y las ametralladoras, los hombres se sublevan.» (Michel Foucault: ¿Es inútil sublevarse?)
Y los hombres y mujeres se sublevaron. Y fueron masacrados. ¡Prohibido olvidar! La única nostalgia acerca del legado de CAP[1] es aquella que constata con indignación que se mantuvo la impunidad. No fue juzgado por su orden de disparar contra el pueblo sublevado. Y sus cómplices directos e indirectos nos dan lecciones de «democracia».
Eso basta para no ser condescendiente en estos momentos, tras el manto de un tranquilizador «cristianismo de la esclavitud». Que su alma descanse en paz, bien. Dejemos que los muertos entierren a los muertos, dirán. Y la de los muertos de la peste, sin nombre, sin identidad, sin memoria. ¿Cual paz? Esta es la paz del genocidio.
Como en toda lucha por la apropiación por la memoria colectiva, existen aún intentos de negar lo más palpable desde los cuerpos que intentan someterse a un nuevo orden de privaciones, cesuras y represiones.
Aquí hay un trauma histórico y colectivo, dejar pasarlo sin elaborarlo, incluso tramitarlo bajo los dulces enunciados de que aquí no ha pasado nada, eso es cobardía. El símbolo y realidad de «la Peste»[2] estará asociado siempre a CAP, a sus cómplices directos e indirectos, y a todos los que dirigieron sus armas contra el pueblo, que reclamaba simplemente dignidad y justicia. A menos que nos hagamos portavoces de los relatos que criminalizaron al pueblo en aquellos días, para ejecutar aquella represión mortífera.
Quien dice CAP dice la Peste. Otros dirán el «Sierra Nevada», o el financiamiento de la campaña electoral de Violeta Chamorro, los «12 apóstoles», el «Miami nuestro», la «democracia con energía» hasta llegar a «su ejemplar defensa de la democracia y la libertad». Vaya pa´l carajo.
El sacudón fue una sublevación popular-urbana contra el proyecto neoliberal (y no solo contra sus medidas económicas), rechazo abierto y explosivo a la forma de vida anunciada en el «paquete de medidas neoliberales».
Discurso memorable de CAP, el 16 de febrero de 1989: alza de los precios del transporte, desabastecimiento, especulación, acaparamiento de productos de la canasta básica, las disputas entre Fedecámaras y la CTV alrededor de la política laboral y salarial, la necesidad de créditos frescos del FMI y del BM, para pagar la deuda externa; y un sinnúmero de elementos explosivos de la situación se relacionaron directamente con la imposición del proyecto neoliberal.
El «Diario de Caracas, pagina 35, del 5 de marzo de 1989» planteaba las siguientes tesis:
a) «El paquete de medidas económicas ha sido el detonante de los dramáticos acontecimientos de los últimos días. Las medidas específicas de restablecimiento del orden público deben ir acompañadas por una profunda rectificación del programa económico«.
b) «Una ira contenida durante largos años terminó por explotar. Un detonante de esta explosión fue la aplicación de las primeras medidas del paquete económico de Carlos Andrés Pérez, que representan una nueva e insoportable carga para los sectores populares, que han visto aceleradamente deteriorarse su nivel de vida, en lo cual tienen una alta responsabilidad Luis Herrera y Jaime Lusinchi, quienes prácticamente arruinaron al país.»
c) «A la hora de enfrentar el desbordamiento del estallido popular, el gobierno ha dejado de lado el problema fundamental: el del programa de ajustes del FMI y la necesidad de posponer la aplicación, mientras se elabore un nuevo programa de medidas más gradualista, equilibrado y equitativo en el reparto de las cargas que el ajuste supone.»
¡Prohibido olvidar! el testimonio del entonces Secretario privado de CAP en Miraflores, Ignacio Betancourt[3] (El Nacional, 21-02-1999, P.H-1) plantea: «Cuando regresé a Palacio, CAP todavía le estaba contando a un grupo -recuerdo que estaban Teodoro Petkoff, Andrés Velásquez y Vladimir Gessen- cuáles serían las garantías que se suspenderían. Petkoff decía que el MAS «no apoyaría el acuerdo de suspender garantías, si el Gobierno no aplazaba su paquete fondomonetarista».»
¡Prohibido olvidar! los factores reales de poder, sus elites económicas, políticas, militares y culturales, sus acciones, decisiones y responsabilidades. No son leyendas, como nos acostumbra a indicar (cuando le conviene, el personaje Teodoro, que también parece saber re-escribir su memoria, que no puede confundirse con «la historia»). Teodoro Petkoff[4]:
«La leyenda que inventó Chávez, sobre el 27F como protesta contra el neoliberalismo, es una mentira monda y lironda, una vulgar manipulación politiquera. De hecho, el estallido social se produjo tres semanas después de la toma de posesión de CAP, cuyo programa económico apenas había sido anunciado y del cual sólo se había puesto en práctica el aumento de la gasolina, que dio pie a la protesta por los aumentos de los pasajes del transporte público. En verdad, lo que Venezuela vivía eran los efectos y consecuencias empobrecedores de un modelo económico de vieja data, basado en la dependencia del petróleo y del gasto público, expresados en populismo, clientelismo, precario y errático crecimiento económico y alta inflación, modelo que, por cierto, el gobierno de Chávez ha copiado y empeorado considerablemente. Chacumbele, que ha confiscado para sus fines desde la Guerra de Independencia y Simón Bolívar hasta el 23 de Enero, también «expropia» el 27F como supuesta matriz de su golpe y fecha fundacional de su «revolución», cuando el MBR-200 para esa fecha ya tenía seis años conspirando, creado como había sido en 1983.»
Petkoff continúa: «Es obvio que efectivos de la FAN, no entrenados para hacer frente a asuntos de orden público, también cometieron excesos, abusos y crímenes, pero, en todo caso, como lo sería con la Policía Metropolitana, las responsabilidades son individuales y en ningún caso institucionales –a menos que se acepte el supuesto negado de que desde los altos mandos de la PM y de las FAN, e incluso del propio gobierno, hubieran partido órdenes de matar.»
Sería necesario que Petkoff releyera el siguiente testimonio de CAP[5]:
«El ejército entró a actuar sobre unas masas desbordadas. Las Fuerzas Armadas no son aptas para enfrentar motines, su formación obedece a objetivos distintos a los de los cuerpos policiales. Pero en aquellos momentos el ministro de la Defensa no tuvo otro recurso sino usar las Fuerzas Armadas en una misión que no les es propia, pero que resultó inevitable.» (Carlos Andrés Pérez; El Nacional, 28-02-1999)
Cada quien le atribuye responsabilidades a quién le conviene. Como planteaba el mismo Ignacio Betancourt en el testimonio citado:
«CAP estaba conversando con Italo del Valle Alliegro, ministro de la Defensa, a quien había llamado desesperado cuando entró a su despacho. El Presidente, después de hablar con Alliegro, llamó a Gonzalo Barrios. CAP contó por la línea lo que sucedía: «Es horroroso lo que vi en los sitios en los que me metí cuando venía para Miraflores». Le dijo a Barrios que había ordenado movilizar tropas del Ejército desde el interior, como fuera, pues Caracas no contaba con los efectivos suficientes. El contingente no se había renovado enteramente en enero, como siempre se hace, por las elecciones de diciembre. Barrios acotó: «Cuando el ejército sale a la calle, es para matar gente», eso detuvo un poco el ímpetu azaroso de CAP. -De todas maneras, transporten efectivos del interior, a como dé lugar -le reiteró a Alliegro en otra llamada interministerial.»
Petkoff aparecía en prensa el 27 de febrero (El Nacional, P. D-2) con una entrevista de Félix Reyes que titulaba: «Petkoff: el Gobierno cree que aún puede continuar irrespetando el parlamento«. También habría que recordar en este contexto, el siguiente titular de «El Nacional» (2-03-1999, D-11): «Serán sometidos con los armas quienes persistan con los saqueos«. ¿Dijo usted, sometidos con los armas?
La exigencia de la clase dominante transformada en orden político-institucional fue reprimir una revuelta popular con unidades de la fuerza armada. Como decía Gonzalo Barrios (¡Cuando el ejército sale a la calle es para matar gente!). Para la clase política dominante: «Se trataba no de protestas, detonadas por el quiebre de expectativas de bienestar social, producto del anunció del paquete neoliberal de CAP, y sus primeros efectos, sino de una extraña mezcla de «delincuencia, turba, saqueo y subversión».
¡Prohibido Olvidar! Mantengamos la atención sobre el relato del propio Director de la DISIP de aquel entonces (Rivas-Vásquez[6], parte del grupo del cubano-americano Orlando García, todos asesores de seguridad de CAP. ¿Recuerdas Teo?):
«Hubo torpeza por parte del Gobierno en no prever las consecuencias del alza del combustible y no se implementó una política informativa, ni se plantearon ni consideraron posibles efectos negativos. Una vez iniciado los disturbios y producido el estallido en Guarenas, no se evaluó de inmediato la posibilidad de una generalización y radicalización del fenómeno.»
Pero esto no lo dijo solo el Director de la DISIP. Hubo académicos de las ciencias políticas, que al parecer fueron ex ante, portadores de la «leyenda de Chávez». Miriam Kornblith, bajo el título: «Deuda y Democracia en Venezuela: Los sucesos del 27 y 28 de febrero» (Cuadernos del CENDES, N°10, Enero-Abril 1989) afirma lo siguiente:
«Si, como se dijo, el detonante de la explosión fue la especulación con los precios del transporte urbano, el anuncio de las medidas económicas el día 16 de febrero y el inicio de su puesta en práctica formaron parte del contexto significativo en el cual fueron recibidas e interpretadas las acciones especulativas de los transportistas. Se puede decir que los eventos del 27 y 28 de febrero constituyeron una reacción popular ante el nuevo programa y el inicio de su aplicación, puesto que las nuevas tarifas y las demandas de los transportistas de derivaban directamente del paquete«.
Para Kornblith, como para Petkoff (que parece olvidar la famosa tesis del «timming» del ajuste estructural durante la Agenda Venezuela, de la cual fue su principal vocero de gobierno) se trataba de:
«(…) el problema del tiempo adecuado en la presentación y puesta en práctica del paquete se refiere al hecho de que los efectos negativos del anuncio y puesta en practica de las medidas se dejaron sentir de manera inmediata y con mucha mas fuerza y profundidad a nivel de los sectores populares que sus efectos positivos, puesto que el diseño y puesta en practica de medidas compensatorias – que si estaban contempladas – quedaron completamente rezagadas y opacadas respecto al impacto negativo del programa«.
¡Prohibido Olvidar! Añade el cubano-americano Rafael Rivas-Vásquez, «nuestro» Director de la DISIP en aquellos momentos (Espero que lo recuerden todos los cómplices y nostálgicos de CAP): «Pese a que «El Sacudón» (27/02/89) se produjo a los 25 días de tomar posesión el Presidente Pérez (02/02/89), el fenómeno representó el principio del fin de su Gobierno: 1) Representó un golpe mortal para «El Paquete», 2) El programa neo-liberal sufrió ajustes populistas como consecuencia de «El Sacudón». 3) Surgieron los cuestionamientos y se rompió el hechizo de CAP. 4) CAP tuvo que transformarse en el «presidente de la concertación» moviéndose entre los parámetros neo-liberales del FMI y las medidas populistas para bajar la temperatura social. 5) «El Paquete» quedó desvirtuado y con eso quedaba sellada la suerte económica de la nueva administración y su fracaso.» (Rivas Vásquez: El día que bajaron los cerros).
La ruta de las decisiones de CAP y la elite dirigente fue clara, se trataba de «apuntalar al régimen triunfante sobre la sangre de miles de desposeídos«.
Horas de sangre, horas de lucha. Los poderes no pueden ya nada, cuando, ante la posibilidad de horcas y ametralladoras, los hombres se sublevan. Una lección de la revuelta popular urbana que las elites dirigentes saben, y de allí la utilidad de contar con el control del monopolio de la violencia legal.
¡Prohibido Olvidar! Pues se trata de restablecer el orden: «Las fuerzas armadas no salen a la calle a reprimir» (Italo del Valle Alliegro; El Diario de Caracas, 6-03-2009, p.9) Hay un documento que puede volver a publicar el diario Ultimas Noticias, cuando existía aún el llamado «papel literario». Un documento firmado por el entonces Ministro de la Defensa Italo del Valle Alliegro[7], donde nos explica que es el «combate de localidad», y cómo se aplicó durante los sucesos del llamado Caracazo. Quién tenga ojos, que lea…
Los historiadores se encargaran de escribir o la historia de los vencedores o la historia desde abajo, desde las voces y experiencias de los sectores subalternos, desde el bloque de los oprimidos y explotados.
Por mi parte, les digo, cuando escucho CAP, estamos ante «La Peste».
Yo he leído: «TEODORO: El plan Tinoco desató esta tragedia«. (El Nacional, 1-03-2009, P.4) Pero aquí quien decidió fue CAP. Allá sus nostálgicos. Día de Luto, dicen algunos gobernadores[8] comprometidos con la visión de que será necesario reprimir al pueblo para «recuperar la democracia y la libertad». Seria conveniente que revisaran la sentencia de la CIDH-OEA (ojo, no la leyenda de Chávez).
El agua mansa, toma nota. ¡Solo el pueblo salva al pueblo!
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Notas:
[1] CAP son las siglas que identificaron al fallecido ex presidente de Venezuela y líder del partido acción democrática (AD) Carlos Andrés Pérez.
[2] En el Cementerio General del Sur de la ciudad de Caracas se identifica el sector llamado de La Peste (por haber sido usado para enterrar a las víctimas de la peste española durante el siglo XIX). Allí se estableció una fosa común donde se hallaron restos de algunos de los desaparecidos durante los sucesos del llamado «caracazo».
[3] Puede consultarse en: http://www.analitica.com/bitblio/ibetancourt/caracazo.asp
[4] Puede consultarse en:http://venezuelanoticia.com/2010/02/25/teodoro-petkoff-el-caracazo/
[5] Puede consultarse en: http://www.analitica.com/bitblio/cap/27f.asp
[6] Se puede consultar en: http://www.amigospais-guaracabuya.org/oagrv002.php
[7] Gral. de División (Ej) Italo del Valle Alliegro, ex Ministro de la Defensa durante el mandato de CAP. Citado en calidad de Imputado por el Ministerio público para el 22 de junio de 2009.
[8] Gobernadores del Táchira y Carabobo decretan días de luto por la muerte de CAP. En: http://www.fmcenteresnoticia.com.ve/?p=20758 y http://www.notitarde.com/notitarde/plantillas/nota.aspx?idart=1214233&idcat=9841&tipo=2
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