Muchos estudiosos se equivocan cuando afirman que la actual crisis económica que sacude a los centros capitalistas mundiales occidentales (entiéndase Estados Unidos, Unión Europea) afecta a todos los sectores sociales por igual, ricos y pobres, y al sistema en su totalidad, lo que generará las condiciones para una revolución social en aquellos países. Sin embargo, […]
Muchos estudiosos se equivocan cuando afirman que la actual crisis económica que sacude a los centros capitalistas mundiales occidentales (entiéndase Estados Unidos, Unión Europea) afecta a todos los sectores sociales por igual, ricos y pobres, y al sistema en su totalidad, lo que generará las condiciones para una revolución social en aquellos países. Sin embargo, la realidad es otra. Si bien existe una crisis estructural del capitalismo global, todos los datos recogidos por reconocidas agencias de estudios económicos indican que la burguesía consolida su dominio haciendo pagar a los trabajadores de sus países y a la periferia capitalista el desastre provocado por el sistema.
En investigaciones publicadas por los diarios La Jornada, la Agencia AP, también recogida por el Correo del Orinoco, se destaca datos alarmantes que están haciendo temblar a las economías centrales.
El artículo menciona que los mercados bursátiles del mundo han tenido en el mes de enero «el peor inicio de año desde la gran depresión de finales de los años 20 del siglo pasado». En sólo tres semanas las pérdidas en las diferentes plazas rozan 8 billones (millones de millones) de dólares, destrucción de riqueza que, comparativamente, equivale a la mitad del valor de la economía de Estados Unidos. Datos para llorar.
Continúa el artículo manifestando que:
«La tendencia de los mercados financieros en días recientes, marcada por un desplome de los precios del petróleo y otras materias primas; la devaluación de las monedas de países emergentes frente al dólar y la desaceleración de la economía china, cuyo crecimiento de 6.9 por ciento en 2015 fue el más bajo en 25 años, avivó temores de que la economía global se encamine a una recesión, cuando todavía no ha superado en su totalidad los efectos de la iniciada en 2009, expusieron analistas.
En medio del creciente clima pesimista que inunda los mercados financieros, se perdieron cerca de 7.8 billones de dólares del valor de las acciones en las tres semanas anteriores al 21 de enero, señaló Bank of América Merrill Lynch (BAML).
«No descartamos una recesión el próximo año. Habrá problemas y nos preocupa la falta de municiones políticas para lidiar con un impacto de envergadura», dijeron Ethan Harris y Emanuella Enenajor en una nota del Ba nco de In versión, uno de los más importantes de Wall Street.
David Buik, analista del B anco de I nversión Panmure Gordon, apuntó que la «carnicería financiera» en los mercados de valores en las primeras semanas del año marcó el peor inicio desde 1928.
La Bolsa Mexicana de Valores registra una pérdida de 3.16 por ciento, mientras el índice Bovespa de la bolsa de Sao Paulo, la mayor de América Latina, agrupa una baja de más , de 8 por ciento y se encuentra en s u nivel más bajo desde marzo de 2009.
En Londres el índice Ftse 100 perdió 9.11 por ciento hasta el pasado miércoles, cuando se desplomaron los mercados globales, con lo que las bolsas europeas se ubicaron en niveles mínimos en 15 meses». [1]
Según ha revelado una investigación de la agencia «Economía para el 1 % de Oxfam» solo 62 personas más ricas del mundo poseen la misma cantidad de dinero que la mitad de la población mundial [2] Otros informes indican que la desigualdades continuarán en ascenso, devorando especialmente a la clase media de los países desarrollados. La cruel realidad es el mantenimiento de esta lógica de acumulación desmedida, de éxito de las élites.
El economista y Premio Nobel en el 2008, Paul Krugman, escribía en el Periódico «The New York Times» que la desigualdad afecta los niveles de «productividad» [3], y más allá de proponer soluciones radicales a la pobreza creciente en EE.UU., lo que realmente importa para el economista es la posibilidad que ofrece el sistema para «redistribuir» una pequeña parte de las riquezas capturadas por las élites por medio de impuestos, lo que podría elevar la productividad, haciendo más rico a los ricos, pero sin afectar tanto a los pobres. Un total absurdo.
El economista Krugman es consciente de lo inevitable de la desigualdad, porque la naturaleza del sistema la reproduce. Sin embargo, en su artículo se limita a criticar «los excesos» del capitalismo y a proponer sólo mayores impuestos a los ricos, por lo que recuerda el período de mayor crecimiento y avance tecnológico más rápido en los Estados Unidos se dio durante los cincuenta y los sesenta, cuando «los impuestos eran mucho más elevados para quienes disponían de mayores ingresos y la desigualdad era mucho menor en comparación con la época actual» escribe en el mismo artículo.
La desigualdad es precisamente la afirmación del dominio de la burguesía: su poder y victoria sobre el resto de las clases. La crisis, como ha sido una constante en la historia, la pagaron, la pagan y la seguirán pagando los trabajadores de los centros capitalistas con políticas destinadas a reducir sus salarios, la flexibilización laboral y el fin de los programas asistencialistas. Pero también la pagarán los trabajadores de la periferia capitalista con la desestabilización y el derrocamiento de gobiernos progresistas y revolucionarios y las guerras imperialistas, a fin de colocar esos territorios y recursos a sus insaciables disposiciones. De ésta manera, la burguesía pretende lograr su objetivo de someter y controlar a toda la humanidad por medio de la enajenación del trabajador, competencia por escasos empleos, la represión y las guerras.
Frente a ello existe una maquinaria mundial encargada de invisibilizar esta realidad que afecta cada vez a más personas en el mundo, achacando la responsabilidad a «malas decisiones económicas» y desviando su vez la atención en asuntos de seguridad «lucha contra el terrorismo», que al final responden a fortalecer la hegemonía burguesa y el sistema económico imperante.
Solo un pueblo consciente y organizado será capaz de revertir las medidas que vayan su detrimento, para ello se hace necesario la toma del poder por el proletariado, única garantía de seguridad social. La crisis sistémica solo confirma lo que la humanidad nos pide a gritos, la necesidad de cambiar el modelo económico y productivo de desarrollo desigual, expoliador e inequitativo, y sustituirlo por otro, justo, de control de los medios de producción y distribución social equitativa.
Fuentes:
[1] Nueva crisis global. http://www.correodelorinoco.gob.ve/politica/bolsas-globales-tienen-peor-inicio-ano-pierden-8-billones-dolares/
[2] Investigación de «Economía para el 1 % de Oxfam». http://www.oxfam.org/es/sala-de-prensa/notas-de-prensa/2016-01-18/62-personas-poseen-la-misma-riqueza-que-la-mitad-de-la
[3] Artículo de Paul Krugman. http://mobile.nytimes.com/2016/01/15/universal/es/opinion-paul-krugman-es-necesaria-tanta-desigualdad.html?referer=
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