Puede que los mercados financieros se hayan estabilizado y que las condiciones económicas mejoren, pero el préstamo bancario sigue anémico. Con excepción de China, el crédito en muchos países se contrae. Muchos bancos no prestan, o al menos no lo suficiente para apoyar una recuperación si no hay un estímulo fiscal de gobiernos. Hogares y […]
Puede que los mercados financieros se hayan estabilizado y que las condiciones económicas mejoren, pero el préstamo bancario sigue anémico. Con excepción de China, el crédito en muchos países se contrae. Muchos bancos no prestan, o al menos no lo suficiente para apoyar una recuperación si no hay un estímulo fiscal de gobiernos. Hogares y empresas se muestran renuentes a solicitar créditos, y es posible que esa tendencia se mantenga por unos años.
En Estados Unidos, según datos de la Reserva Federal, el crédito de la banca comercial al sector privado cayó 0.5% anual en septiembre, el peor desempeño en 60 años en términos nominales. En los primeros nueve meses de 2009, el préstamo aumentó apenas 2.9% en el mismo periodo del año anterior, en comparación con un crecimiento de 8.3% en todo 2008.
En Europa el panorama es casi igual de débil. En la zona euro, el crédito al sector privado (incluso hogares y empresas no financieras) se elevó apenas 0.2% respecto de un año antes, en agosto. Fue el peor desempeño en la historia de la serie, y eso que el crecimiento en cada uno de los tres meses anteriores ya había roto marcas de descenso.
Si bien los datos del Banco Central Europeo (BCE) sugieren que los nuevos créditos a hogares han aumentado, no es suficiente para cambiar la cifra global, y las empresas en particular parecen darse más prisa en pagar sus préstamos existentes que en contratar nuevos.
En Gran Bretaña, el informe Tendencias en préstamos, del Banco de Inglaterra, indica que en julio pasado el crédito neto a empresas fue el más débil desde que comenzó la serie, en 1998.
Es debatible que estas cifras indiquen una contracción global del crédito. En sentido estricto, contracción significa una restricción sólo de la oferta.
Cierto, las encuestas entre bancos de las economías más importantes muestran en forma casi universal que las normas de préstamo se vuelven más rigurosas, aunque no tanto como en meses anteriores. Pero mucho de esto sólo refleja un deterioro en la capacidad de crédito que incluso en ciclos de negocios normales conduciría a condiciones más restrictivas.
La debilidad de los créditos bancarios podría también reflejar una demanda limitada, y en este aspecto los datos citados sobre préstamos netos resultan instructivos.
Una de las razones claves de que los créditos a las empresas no financieras se mantengan débiles es que éstas recurren a emisiones de bonos en vez de préstamos bancarios para financiarse, o planean hacerlo. Según el Fondo Monetario Internacional, la emisión de bonos corporativos se elevó a un récord de más de mil millones de dólares en los primeros siete meses de 2009. Según la firma Dealogic, las empresas no financieras han emitido mil 320 mdd en bonos en lo que va del año y han pedido préstamos bancarios por mil 90 mdd: primera ocasión en que el valor del financiamiento de deuda rebasa el del crédito bancario.
¿Cómo interpretar este cambio? El Banco de Inglaterra supone que las empresas de Gran Bretaña recurren a los mercados de capitales porque el crédito bancario a largo plazo cuesta más caro. También, la emisión de bonos ha despegado con particular fuerza en Europa, donde el préstamo bancario tradicionalmente ha tenido un papel mayor que en EU.
Un problema adicional, desde luego, es que la emisión de bonos no es opción para las empresas pequeñas y medianas, cruciales para el crecimiento económico y el empleo. Estas empresas siguen dependiendo en gran parte del crédito bancario, al igual que los hogares. En tanto este crédito no reviva, las perspectivas de una recuperación encabezada por el sector privado son débiles.
Cada vez se reconoce más que el estímulo fiscal que sostiene por ahora a la economía global no puede persistir mucho tiempo, pues los gobiernos carecen de la voluntad política o de la fortaleza financiera (o ambas) para mantener y expandir los niveles actuales de estímulo.
No está nada claro que la demanda de crédito vaya a repuntar en breve plazo. Es probable que las empresas (de todos tamaños) y los hogares se mantengan durante varios años renuentes a pedir préstamos mientras buscan reducir sus inversiones y reconstruir sus finanzas, duramente golpeadas por el descenso en el precio de los activos. La recuperación global del mercado de valores de los meses pasados ha ayudado un poco, pero los precios de los activos siguen muy debajo de los niveles anteriores a la crisis.
http://www.jornada.unam.mx/2009/10/27/index.php?section=economia&article=027n1eco