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Solo importan la riqueza, el poder y los privilegios

¿Quién quiere vivir así?

Fuentes: Information Clearing House

Traducción: Enrique Prudencio

Los acontecimientos diarios deberían asustarnos a todos. ¿En qué tiempo nos ha tocado vivir? La furia guerrera se propaga sin descanso. Un conflicto armado tras otro. Las libran y las financian las sedicentes democracias.

Los necesitados tienen que mendigar. Se prioriza la conquista, la ocupación, la colonización y la explotación, y la rapiña. Las personas normales se están hundiendo o haciendo el supremo esfuerzo antes de ahogarse.

Las sociedades ricas se declaran pobres. Afirman que no queda dinero disponible para las necesidades sociales. Las prioridades de financiar las guerras son más importantes. Por eso hacen políticas que favorecen a los banqueros, a las empresas favoritas del sistema y a las élites plutocráticas. La realidad puesta patas arriba de hoy día pone a todo el mundo en peligro. La prolongada depresión global se hace más profunda. Se adoptan unas políticas que empeoran las cosas en vez de mejorarlas.

Se recompensa la delincuencia y el crimen no se castiga. Qué mejor explicación que la información en primera plana del viernes. Imagínense a los miembros del Comité del Nobel otorgando el premio más codiciado a la OTAN.

Los que hacen las guerras ganan el Premio de la Paz. Quizá les anime a seguir causando estragos en los países, a nivel global. ¿Por qué no cuando la guerra se considera paz?

Los líderes que libran las guerras cosechan grandes recompensas. Los pacificadores son vilipendiados.

Hugo Chávez se destaca por hacer todo lo contrario. La mayoría de los venezolanos le aman y tienen buenas razones para hacerlo. Él se preocupa y eso se nota. Cumple las promesas que hace. Comparte la riqueza del petróleo venezolano con todo el mundo. Los votantes le han recompensado con seis años más en la presidencia. Se lo agradeció de manera responsable.

Profundiza en los principios bolivarianos e hizo un llamamiento para luchar por el progreso del socialismo del siglo XXI. Desea que avance y se perfeccione:

«Como gobierno y como Estado estamos obligados a acelerar la administración de respuestas eficientes y proporcionar soluciones a los miles y miles de problemas por los que todavía sufre el pueblo de Venezuela. Estamos obligados a ser más eficientes y así continuaremos precisamente para comenzar cada día con mayor ímpetu».

Lanzará la «Misión Mercosur», el Mercado Común del Sur. Quiere contar con él para el avance del desarrollo venezolano.

Tiene previsto construir ferrocarriles, puertos en aguas profundas y otros proyectos. Quiere crear más puestos de trabajo y aumentar las exportaciones.

Es «extremadamente importante […] convertir los Estados de La Ceiba y Trujillo y el lago de Maracaibo en puertos internacionales. Más adelante debemos comenzar inmediatamente la construcción de la línea de ferrocarril entre el Orinoco y el Caribe», afirmó.

También desea ampliar los programas sociales. Llevará a cabo lo que él llama «micro misiones». Quiere dar un mayor control a las comunidades locales: dejarles que prioricen sus necesidades.

«Estamos elaborando ideas, revisando notas y los objetivos concretos y fundamentales de las micro-misiones, ya que habrá muchas de ellas. Se desarrollarán en pueblos, regiones, fábricas, escuelas y en otros lugares en que resulten necesarias»

«Debemos continuar trasladándole el poder al pueblo, porque creemos que es la mejor solución, porque no será el poder de la burocracia ni el de las élites el que resuelva los problemas del pueblo».

Anunció también un nuevo ministerio de las misiones sociales. Trabajará cooperativamente con las comunidades locales. En este proyecto está ayudando toda Venezuela. Con Chávez, los que más lo necesitan están los primeros.

En Estados Unidos, al igual que en otras sociedades occidentales e Israel, la política es la austeridad. Y también hacer la guerra. Las necesidades del pueblo están malditas. Nunca han importado mucho. Ahora están totalmente fuera de la agenda.

Ha sido así durante décadas. Hoy día es peor que nunca. Pensemos que se está denegando la ayuda durante los tiempos duros cuando esta es más urgente y necesaria. Y no es que esté por llegar.

Los gobernantes norteamericanos prometen que pronto habrá recortes profundos. Ya ha habido muchos. Los Republicanos y los Demócratas están hombro con hombro. Solo su retórica es diferente.

Lo importante es la conquista, el favoritismo corporativo y beneficiar a la plutocracia financiera. A la gente normal se le deja más tiesa que una regla. Los recursos se dedican cada vez más a la guerra y a otras formas de recompensar a los privilegiados.

Los que hacen las guerras pueden llegar a hacerla a nivel mundial. Quizás planean destruir todas las sociedades para salvarlas. El número de muertos no importa ni ha importado nunca. Solo importan la riqueza, el poder y los privilegios. Eso es lo que mueve su mundo. Haced todas las guerras que sean necesarias y ya no tendréis ni una. Hoy en día vivir no es nada seguro.

A la edad de 93 años, el compromiso de Doug Dowd con la igualdad, la justicia y la paz se mantiene firme. Su carrera académica abarcó seis décadas. Todavía sigue escribiendo libros y artículos de vanguardia.

Es un economista radical en el mejor de los sentidos. Quiere volver del revés las sociedades de derechas. A este que escribe y a otros escritores nos envía por e-mail sus últimas reflexiones. Abarcó mucho terreno. Puso el titular: «Debemos frenar ya el despeñamiento actual hacia el desastre y desbrozar el sendero hacia una sociedad decente».

¡Quién puede estar en desacuerdo! Con las elecciones estadounidenses a tres semanas está justificadamente preocupado. Sin embargo, suele ocurrir que es la gente normal quien las pierde. Al mismo tiempo, los republicanos le aterran más. Los demócratas tampoco están para hacer nada bueno. Él acucia al activismo con un tercer partido. Un nuevo modo de hacer política resulta absolutamente esencial. En 2008, Daud esperaba que Obama pudiera cambiar las cosas aunque solo fuera modestamente. Ahora es uno de sus críticos más agudos. Al mismo tiempo, Romney es una amenaza. Él y los superhalcones con ideas afines nos pueden «llevar hacia la autodestrucción».

Es el momento de que «nosotros, el pueblo» utilicemos «nuestros cerebros, energías y valores» responsablemente. Dadas las alternativas, Obama es la menos mala de dos malas opciones. Se queda lamentablemente lejos de ser regular. Cuando pase el 6 de noviembre, es vital trabajar por crear una sociedad realmente democrática.

No ocurrirá por accidente. Tampoco por el solo deseo ni por votar Republicano o Demócrata. Se necesita algo completamente diferente. Lo que en Estados Unidos pasa por normal incluye hacer guerras sin fin, la erosión de los servicios sociales en camino de ser eliminados y la dureza de la policía estatal al acecho de los no-creyentes en el sistema.

Las guerras amenazan con globalizarse, Dawd está justificadamente aterrado. «El armamento actual es demencialmente más destructivo tanto cuantitativa como cualitativamente que el hace décadas»

«Las guerras futuras pueden casi con toda certeza acabar con la vida en la tierra». «Resulta a la vez improbable que nadie haga lo que sea necesario para llevar al gobierno a la cordura y a la decencia respecto de la guerra». El entusiasmo bipartidista pide más. Siria e Irán son las prioridades. Romney parece especialmente ansioso. Qué clase de gobernantes piensan que reventar y volar países por los aires resulta sensato. Qué tipo de gente los apoya. Hace falta urgentemente un cambio real y no solamente en política internacional.

Dawd discutía sobre las necesidades domésticas. «El militarismo ya es en sí malo», afirma. Y qué decir de hacer las cosas aún peor por la depravación social en la madre patria. Se están destrozando servicios vitales a la vista de todos, en directo. Entre ellos se encuentra la sanidad, la educación, la vivienda, y muchas cosas más. Se producirán con toda certeza consecuencias devastadoras a menos que se frene la tendencia y se invierta su sentido.

La gente normal debe actuar en defensa de su propia supervivencia y bienestar. No existe otra forma que funcione. Ser testigos de lo que está pasando «vale para chillar», señala Dowd. Las élites se benefician mientas son millones los más necesitados que tienen que mendigar.

La casta política está encamada con los ladrones corporativos. A ellos no les importa absolutamente nada la vida, la libertad, la igualdad, la justicia y las necesidades humanas. Las políticas que dictan y respaldan lo demuestran claramente.

La creciente desigualdad está institucionalizada. EE.UU está encabezada por el olvido. Se ignoran las necesidades de la gente. Las condiciones de la depresión amenazan con convertirse en catastróficas. Los gobernantes capaces de actuar no hacen nada o no se preocupan. El interés por sí mismos es lo que les define. Infestan Washington como un cáncer con metástasis.

Cuanto más tiempo permanece la injusticia, peores se vuelven. Una carrera hacia el fondo asegura el desastre. Está ocurriendo en EE.UU., por toda Europa y en Israel. ¿Quién quiere vivir así?

Millones de desempleados. La pobreza se expande exponencialmente y lo mismo los sin techo, los hambrientos y la depravación total. Se ignoran los peligros medioambientales. Dawd cita un terrorífico análisis, diciendo:

«Está claro que a menos que hagamos cambios substanciales en cómo y qué producimos y consumimos el mundo se hundirá en peligros crecientes e irreversibles para la atmósfera, el agua y muchos más elementos naturales de los que depende nuestra vida.»

«Siempre ha habido destrucción y derroche, con sus correspondientes desperdicios, por supuesto, pero en el siglo pasado la explosión cualitativa y cuantitativa estaban ya al borde de ser letales.»

«Los modos modernos de qué, cómo y las maneras en que producimos y consumimos han ido envenenando todo aquello de lo que nuestra vida depende».

«Los productos de los que depende la vida de los consumidores, son los mismos de los que depende la agricultura y la industria para conseguir su beneficio. Empujados por sus necesidades y deseos todos los productores – la mayoría inmoralmente, y exitosamente los gigantes que hay entre ellos – han traído inacabables cambios y encima la publicidad atontó a los consumidores, y se produjeron peligrosos niveles de desperdicios de nuestros recursos naturales».

«Debemos despertar ya de este encantamiento porque el tiempo corre agotando nuestros recursos. La vida era difícil para la mayoría antes de la edad del consumismo. Debido a nuestro medio ambiente cada vez más frágil, lo hemos convertido en peligrosamente delicado».

«No es ningún secreto que hoy día nos enfrentamos a una emergencia medioambiental planetaria que pone en peligro especies del planeta, incluyendo la nuestra, y que esta catástrofe que pende sobre nosotros tiene sus raíces en el sistema económico capitalista».

Trate de encontrar en los medios de información lo que todo el mundo deberíamos saber. Los occidentales miran para otro lado. La mayoría de la gente no tiene ni idea de lo que está pasando ni de cómo les afecta. El «Pan y circo» de los romanos les preocupa más que su propio bienestar.

No se comprende el empeoramiento de la las condiciones de la crisis. Tampoco se es consciente de la necesidad de actuar. El cambio depende del activismo de masas desde la base. Ninguna otra cosa funcionó antes y no lo hará ahora. No se trata de una cuestión de izquierdas, derechas o centro. Está en juego la supervivencia. Todo el mundo que se preocupe debe cooperar con los demás o sufrir las consecuencias.

La clave es el activismo independiente. El duopolio de los partidos estadounidenses está demasiado corrompido y es disfuncional para que sirva de nada al pueblo. Es esencial encontrar formas nuevas.

En 1960 Dowd era un activista contra la guerra que tenía 18 años. Juntos crearon «The Mob: Movilización para parar la guerra de Vietnam». Representaba intereses diversos, pero todos coincidían en estar en contra la guerra.

Incluía a «socialistas, comunistas, mujeres, sindicalistas, sacerdotes, negros, académicos» y a otras personas normales que se preocupaban por la causa. Él y otras dos personas fueron invitados a Vietnam del Norte para observar lo que pasaba sobre el terreno.

Conocieron a Pham Van Dong, que fue primer ministro entre 1955 y 1976. Sirvió en el Vietnam unificado en el mismo puesto hasta 1987.

«Nos dijo que mientras nuestro Movimiento mantuviese sus manifestaciones, los EE.UU. tendrían que abandonar la idea de utilizar armas nucleares y que no podrán ganar la guerra sin su uso».

Siempre son necesarios los esfuerzos antibélicos. Es muy importante que se conviertan en parte de un «activismo político más amplio». Hoy día resulta esencial. Los esfuerzos del «Mob» y de otros Movimientos ayudaron a poner fin a la guerra de Vietnam. Algo similar puede funcionar en estos momentos también.

Nunca resulta fácil, rápido ni exento de peligros. A menos que la gente lo intente, las condiciones empeorarán con toda seguridad. La inacción garantiza más miseria para más gente. También asegura una guerra que «acabe con todo». Si esta no es suficiente motivación para actuar, ¿qué lo es?

 

Stephen Lendman es periodista y escritor, tertuliano en debates de radio y televisión y ha escrito, entre otros, el libro titulado «How Wall Street Fleeces America: Privatized Banking, Government Collusion and Class War» [Cómo Wall Street despluma Estados Unidos: Banca privatizada, confabulación del gobierno y lucha de clases»]. Se puede contactar con él en [email protected]

Fuente original: http://www.informationclearinghouse.info/article32778.htm