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RCTV, o cómo cerrar una puerta cerrada

Fuentes: Tlaxcala

Traducido por María Enguix para Tlaxcala

El lector que no viva en el planeta Marte y lea la prensa habrá oído hablar hace dos meses del «cierre» de la «única» cadena de televisión de oposición en Venezuela.

Esta noticia ha conmovido al mundo entero, lo que demuestra el poder (y la unanimidad) de los medios de comunicación. El parlamento europeo ha votado una resolución. La Unión Europea ha publicado un comunicado. Robert Ménard, el jefe (vitalicio) de RSF, salió disparado el 28 de mayo a dar una conferencia de prensa en el hotel Hilton de Caracas y después a la sede de RCTV para protestar indignado.

Ciertas voces con escasa difusión (excepto en algunos sitios como este) han afirmado que, como la licencia para emitir en abierto de la televisión golpista estaba a punto de expirar después de 20 años, el gobierno no la renovó para cederle ese espacio libre a una nueva televisión educativa y social. Pero RCTV podía emitir por cable, satélite e Internet.

Chávez nunca ha «cerrado» RCTV.

La verdad es que RCTV, avisada desde diciembre de 2006 de que se le acababa la concesión, se cerró ella sola durante varias semanas para poder clamar contra la censura. 50 días después regresaba discretamente a las pantallas.

Actualmente, RCTV emite por cable con la misma programación a través de una de sus filiales en Miami (USA) que comercializa sus producciones en todo el mundo.

¿Lo sabían? ¿Les han contado esta verdad con la misma vehemencia ensordecedora con que mintieron sobre su «cierre»? Pues no, porque sería contradecir y destapar las patrañas pasadas. ¡Cerrada! ¡Muerta! ¡Asesinada por un aprendiz de dictador! Eso es lo que les cuentan.

En breve, nos comunicarán que «Chávez vuelve a cerrar RCTV». Falta un capítulo, observará algún espíritu cartesiano.

¿Qué es lo que ignorará el gran público? Que Marcel Granier, el forradísimo dueño de RCTV, ha elegido Miami como sede oficial de RCTV por cable. Desde allí se retransmitirán los mismos programas que en abierto, aunque con una novedad: se acabó lo de someterse a la ley del país receptor de las emisiones. Las «cadenas nacionales», por ejemplo, ese deber de concederle la palabra al jefe de Estado a petición suya (disposición impuesta en Francia a todas las televisoras) dejaría de afectar a RCTV. Así, RCTV por cable se parece a RCTV herciana, pero en peor. El gobierno, fustigado antes con una violencia inusual, quedará excluido al 100% desde ahora. Fin del derecho a la réplica. Bombardeos sin riesgo desde el territorio de USA.

Imaginemos que una cadena francesa de televisión intenta emitir desde un país enemigo para eludir la carta del CSA (Consejo Superior del Audiovisual) y preconizar la violencia política en Francia. ¿No sacaría Sarkozy su Kärcher [1]?

Para justificar esta carrera hacia delante en la negación de las leyes de su país, Marcel Granier, el dueño de RCTV, alega que RCTV por cable es una televisión internacional, como CNN, Telesur, etc. Sólo que sus emisiones (las mismas que ayer) están destinadas esencialmente a un público venezolano. Al que se añaden, como coartada, las islas Aruba, Curaçao, Bonaire, Trinidad y Tobago.

El Conatel (Consejo Nacional de Telecomunicaciones) ha pedido a 45 televisoras venezolanas que operan por cable que se registren como nacionales y se sometan a la legislación del país al que se dirigen sus emisiones. A Marcel Granier se le ha pedido lo mismo.

Si se niega, podría suspenderse el derecho a emitir por cable, en aplicación de leyes cuyo equivalente hallamos también en nuestro país.

Entonces será cuando la prensa nos deje pasmados al anunciarnos que Chávez quiere cerrar en agosto una televisión que, por lo visto, no estaba abierta desde mayo.

Robert Ménard saldrá disparado otra vez a la sede de RCTV.

Pero ahora en Miami.

 Parece que tiene amistades allí. 

[1] Máquina limpiadora con la que amenazó con limpiar las barriadas rebeldes durante las algaradas de julio de 2005 (n. de la t.).