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¡Rebajemos la calificación de Moody’s!

Fuentes: The Guardian

Los medios de comunicación han estado bombardeando al público con historias terroríficas sobre los déficits récord del país. Periódicos, programas informativos y tertulianos que jamás se molestaron en mencionar una burbuja inmobiliaria hinchada hasta los 8 billones de dólares y que terminó hundiendo a la economía no se cansan ahora de dar la matraca con […]

Los medios de comunicación han estado bombardeando al público con historias terroríficas sobre los déficits récord del país. Periódicos, programas informativos y tertulianos que jamás se molestaron en mencionar una burbuja inmobiliaria hinchada hasta los 8 billones de dólares y que terminó hundiendo a la economía no se cansan ahora de dar la matraca con historias sobre déficits actuales y venideros que serán la ruina de nuestros nietos. La moraleja de esas historias sería que tenemos que recortar la Seguridad Social y Medicare de todos esos viejos que viven estupendamente por razones de equidad intergeneracional.

La mayoría de esas historias sobre los déficits manejan un popurrí de informaciones o falsas o confundentes. Una cosa que resulta particularmente efectiva en punto a despertar el miedo en la opinión pública son las advertencias de Moody’s, la gigantesca agencia de calificación de los títulos de deuda, de que podría llegar a rebajar su calificación de la deuda pública norteamericana. La deuda pública norteamericana ha mantenido siempre la calificación más alta otorgada por Moody’s, la AAA o triple A. Si Moody’s rebajara su calificación de la deuda pública, pondría en un buen apuro al país; montaría tanto, en substancia, como una condena de la impericia financiera del gobierno norteamericano. También tendría el efecto práctico de aumentar la carga de los intereses soportada por el gobierno, pues una degradación podría llevar a mayores tasas de interés en la deuda pública estadunidense.

Pero antes de avilantarnos a recortar la Seguridad Social y la asistencia sanitaria de nuestros padres, valdría la pena hacernos unas cuantas preguntas y contestarlas. Por lo pronto, la gente debería saber un poco más sobre Moody’s y las otras grandes agencias de calificación de los títulos de deuda. Sería bonito pensar que tenemos agencias de calificación de los títulos de deuda capaces de examinar fiablemente la contabilidad de los gobiernos y de las empresas y de decirnos la verdad sobre sus respectivos méritos financieros. Pero no es ese el país en el que vivimos.

Moody’s y las otras agencias calificadoras se han distinguido de manera eminente en el proceso de fabricación de la presente crisis. Esas agencias dieron excelentes calificaciones a instrumentos financieros complejos rebosantes de hipotecas basura y de otros activos tóxicos. Esas calificaciones permitieron a Goldman Sachs y a otros bancos de inversión vender su basura por todo el país y por el mundo entero, lo que determinó que los efectos del colapso de la burbuja inmobiliaria reverberaran por todo el sistema financiero.

No fue mera incompetencia lo que llevó a a Moody’s a confundirse respecto de la calidad de las emisiones que calificaba; fue corrupción. Moody’s y las otras agencias de calificación eran pagadas por los mismos bancos cuyos activos se encargaban ellas de calificar. Las agencias calificadoras de los títulos de deuda sabían que esas compañías querían calificaciones máximas para sus emisiones. Como dijo uno de los calificadores de Standard & Poor’s en un email, estaban dispuestos a dar la máxima calificación a productos «estructurados por vacas».

Eso ha de tenerse presente cuando se considera la posibilidad de que Moody’s degrade la calificación de la deuda pública norteamericana. No es ningún secreto que a muchos en Wall Street les encantarían los recortes en la Seguridad Social y en Medicare, o aun su privatización. El banquero de inversiones Peter Peterson ha llegado incluso a empeñar 1 millón de dólares en la promoción de un programa político en este sentido. Cuando Moody’s amenaza con degradar la deuda pública norteamericana, o si realmente llega a degradarla, eso puede reflejar tanto su real valoración de la credibilidad del gobierno norteamericano como la resuelta intención de Wall Street de recortar esos programas públicos fundamentales.

La opinión pública tiene una manera fácil de averiguar las motivaciones de Moody’s. Todos los bancos, incluidos gigantes como Citigroup y Goldman Sachs, son tenedores de enormes cantidades de deuda pública estadounidense. También depende del gobierno norteaericano por una muchedumbre de razones, incluidos rescates potenciales. Si el gobierno de los EEUU fracasara en punto a honrar sus deudas, eso significaría, con casi total seguridad, la liquidación de todos los grandes bancos del país. No hay ningún escenario plausible en el que el gobierno estadounidense deje de honrar sus deudas y los bancos sigan siendo capaces de honrar las suyas.

Eso significa que si Moody’s llegara a degradar la calificación de la deuda pública estadounidense, para ser coherente, debería también degradar la calificación de la deuda de Citigroup, Goldman Sachs y otras grandes bancos. Si Moody’s degrada la deuda pública sin degradar la calificación de la deuda de los grandes bancos -o aun si amenaza con degradar la deuda pública, sin degradar la de los grandes bancos-, lo más verosímil es que esté actuando banderizamente en favor de los intereses políticos de Wall Street y no ofreciendo su mejor juicio sobre la credibilidad del gobierno de los EEUU.

Es una desdicha que tengamos que poner bajo sospecha la honradez de una de las grandes agencias de calificación, pero dada su pasado, a las personas serias no les queda otra opción. Para parafrasear un viejo chiste de Winston Churchill, ya conocemos el carácter de las agencias calificadoras de los títulos de deuda, sólo estamos preguntando si ahora mismo siguen prostituyéndose.

Dean Baker es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR). Es autor de Plunder and Blunder: The Rise and Fall of the Bubble Economy.

Traducción para www.sinpermiso,info: Ricardo Timón

Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3208