Es bien conocida la solidaridad que Albert Camus (1913-1960) manifestó siempre con la lucha por las libertades políticas en España, materializada en infinidad de artículos e intervenciones públicas denunciando el régimen de Franco.
Una buena parte de estos escritos fueron recopilados y traducidos por Juan M. Molina, ‘Juanel’, con el título ¡España libre!, en un volumen editado varias veces desde 1966.
En nuestra piel de toro ambientó además Camus algunos de sus textos más emblemáticos, como la pieza teatral El estado de sitio, de 1948, una alegoría contra el totalitarismo que se desarrolla en Cádiz. Menos conocida es otra obra escrita en colaboración en 1936, aún en su etapa argelina, cuando militaba en el Partido Comunista y comenzaba a interesarse en el teatro experimental. Su título es Rebelión en Asturias y representa un primer intento valioso y significativo en la trayectoria dramática del futuro premio Nobel.
Un proyecto de creación colectiva
Albert Camus se repartió la escritura de Rebelión en Asturias con Jeanne-Paule Sicard, colaboradora suya en Argelia, y dos jóvenes profesores del Liceo, Bourgeois y Poignant, y el plan avanzó a través de numerosas reuniones para fijar criterios y contrastar resultados. Respecto a la parte que tuvo cada uno, parece ser que, incorporando escenas puntuales preparadas por los otros tres, Camus se encargó del grueso del trabajo y dio el pulido final al texto. Este método fue exitoso porque los cuatro compartían un compromiso de solidaridad con los sublevados que protagonizan la obra. Además les unía tanto la voluntad de informar de sucesos que consideraban trascendentales, como la búsqueda de una estructura dramática que involucrara al público lo máximo posible.
La obra no pudo ser representada en Argel por motivos políticos, y tuvo que esperar hasta 2011 para serlo en Francia, donde además ha sido impresa varias veces tras la primera edición argelina de 1936. En España ha sido publicada en un par de ocasiones, por Ayalga en 1978, con prólogos de David Ruiz y José Monleón, autor también de la traducción, y en 2022 por Altamarea, con introducción y versión castellana de Alfredo Álvarez.
Introducir al espectador en la revolución
Estructurada en cuatro breves actos, la obra se desarrolla sobre un decorado que se prolonga por la sala y “envuelve y presiona al espectador” de forma que no pueda zafarse de lo que va a suceder. Además, algunos actores sentados entre el público intervienen de vez en cuando, invitando a que cualquier otro espectador pueda hacerlo. El primer acto es un preludio que presenta la vida cotidiana en Oviedo mientras la radio va informando de los resultados de las elecciones de noviembre de 1933. Han triunfado las derechas y Alejandro Lerroux es llamado para formar gobierno. Al final se rumorea que “los mineros están entrando en la ciudad”.
En el segundo acto los protagonistas son los mineros, que se han hecho dueños de Oviedo y se organizan para aplastar los últimos focos de resistencia, lo que da lugar a actos de heroísmo en sus filas. La radio bombardea con noticias de asesinatos y destrucciones intencionadas, y luego contemplamos cómo los sublevados condenan a muerte en juicios sumarísimos a los que disparan contra ellos o se niegan a colaborar. También son ajusticiados los que se aprovechan del caos para saquear: “No permitiremos que ensucien nuestra revolución”.
En el tercer acto “los combatientes corren alrededor del público, entre el ruido de los disparos y de las bombas”, mientras en el centro de la sala transcurre el consejo de ministros y la radio atruena con detalles del fracaso del levantamiento en toda España. Los altavoces transmiten después el discurso de Lerroux llamando al cese de la violencia y las noticias de la retirada de los mineros. En la escena final éstos son masacrados y los legionarios “entran con su paso gimnástico”.
El cuarto acto nos trae los paisajes tras la batalla, torturas y fusilamientos. La radio ensalza la magnanimidad del gobierno y voces de revolucionarios se lamentan de la ocasión perdida. Se acerca el invierno y la nieve va pronto a cubrirlo todo.
Teatro para la reflexión y la memoria
Resulta llamativo que en esta obra juvenil de un Camus aún militante comunista, encontremos ya una actitud ambivalente ante el hecho revolucionario que preludia sus ideas posteriores. La violencia de la insurrección es destacada, y la presentación balanceada de las muertes que unos y otros provocan refleja la inquietud del autor ante esta cuestión. Él rechaza la moral burguesa, pero ello no impide que sea a pesar de todo un moralista. El impulso ético que lo anima es el de alguien que se niega a valorar sus actos en función de un futuro utópico y piensa que es necesario comprometerse, pero en busca siempre de libertad y justicia para todos y con un mínimo de violencia.
Rebelión en Asturias reúne varios aspectos reseñables. Es una obra colectiva y juvenil en la que sin embargo brilla ya el talento del gran dramaturgo que asumió darle su forma final. Es además una pieza construida desde la preocupación por involucrar al espectador en los hechos que se narran, y ciertamente lo consigue. Por otra parte, la aproximación que se realiza al octubre de 1934 en Asturias deja perfectamente clara la tensión entre idealismo y violencia revolucionaria que va a ser objeto de reflexión recurrente en la producción de Albert Camus.
La nieve que se barrunta cuando el telón está a punto de caer y que los autores llegaron a considerar como un posible título para la pieza, va a cubrir los cadáveres anónimos que ha dejado la lucha. Tal parece que el único destino de los que plantaron cara a su miseria y trataron de asaltar los cielos es ser olvidados o criminalizados, mientras los poderosos hacen prevalecer sus mentiras. El significado de todo lo que hemos leído-presenciado se resume en la piadosa misión de preservar la memoria que nos encomienda uno de los revolucionarios al final de la obra: “¿Y quién se acordará?”
Blog del autor: http://www.jesusaller.com/. En él puede descargarse ya su último poemario: Los libros muertos.
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