La posición de la mayoría del Partido de los Trabajadores (PT), tolerante con la posibilidad de un acuerdo con los golpistas para la elección del Congreso, despertó la ira militante y provocó una insurgencia en el partido. Apenas divulgada la resolución del Directorio Nacional del 13 de enero, la cuestión se tornó omnipresente en la […]
Apenas divulgada la resolución del Directorio Nacional del 13 de enero, la cuestión se tornó omnipresente en la discusiones -presenciales y en las redes- entre los afiliados, militantes y simpatizantes. Y también movilizó, con sorprendente llegada, inclusive a militantes progresistas y de la izquierda social y no partidista.
Un sentimiento e indignación y revuelta sacudió a los afiliados, simpatizantes y amigos del PT, desencadenando una reacción ruidosa para desviar al partido de la marcha de insensatez y, así, impedirle cometer lo que la historiadora Bárbara Tuchman -estudiosa de la paradoja que lleva a gobiernos, políticos y dirigentes a producir políticas contraproducentes que contrarían sus propios intereses y objetivos estratégicos- llamaría locura política.
¿Cómo justificar la alianza con los golpistas que derrocaron a la presidenta Dilma Rousseff, los asesinos del Estado de Derecho y de la democracia, sabiendo que esta escogencia no tendría absolutamente ninguna eficacia para detener la evolución del golpe y la profundización del régimen de excepción, la restauración ultraliberal y la regresión de las conquistas sociales?
Es un error gravísimo, con prejuicios simbólicos irreparables. Y es, al mismo tiempo, la culminación de la política desastrosa y contraproducente que dirige y comanda al PT desde hace muchos alois. Es, en síntesis, síntoma de la falencia completa de dirección partidaria.
En el último período, la tibieza de la dirección se destacó de modo especial. Con inapetencia política e incapacidad dirigencial, el PT no consiguió disputar y ofrecer rumbos correctos al gobierno de Dilma, para evitar los equívocos que finalmente fueron cometidos por el gobierno y que acabaron por debilitarlo durante la conspiración oligárquica liderada por Cunha y Temer.
En la lucha contra el fraude del impeachment (juicio político) si no fuera por la temeridad y combatividad de los parlamentarios petistas, el Partido no se habría notado, debido a la timidez, vergüenza y falta de atrevimiento político de la dirección, que lo hizo coadyuvante de la extraordinaria resistencia democrática que tomó las calles del país.
La rebelión militante significa, por eso, la recusación de ese comando partidario que, si es mantenido, terminará llevando al PT a la autodestrucción, la pérdida de militancia orgánica, de apoyo social y de la identidad popular: podrá llevarlo a una derrota trascedente.
La erupción que sacude al PT indica la impaciencia de la base partidista con la dirección: o el PT cambia y se renueva, o no podrá evitar la diáspora de afiliados, militantes e incluso de parlamentarios.
El PT esta ante una gran oportunidad de reconciliarse con su trayectoria original, una oportunidad de renacer a partir del reencuentro con los valores que son la razón de su existencia: la ética política, la independencia de clase, la democracia, el anticapitalismo, el feminismo, el antirracismo, el compromiso con la emancipación de los subalternos y con la construcción de una Brasil igualitario y soberano.
La rebelión militante demuestra la vitalidad partidaria que sobrevive a la tentativa fascista de exterminio de la «raza petista» y, sobre todo, traduce la creencia de los petistas en la pertinencia histórica del PT.
Para corresponder a esta aspiración de sus bases, el PT necesita cambiar, urgentemente. Esta es la oportunidad de renacimiento del PT.
Jeferson Miola es integrante del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea), fue coordinador-ejecutivo del 5º Foro Social Mundial y director de la Secretaría Administrativa del Mercosur.
Fuente: http://www.nodal.am/2017/01/brasil-rebelion-militante-y-renacimiento-del-pt-por-jeferson-miola/