El proyecto de ley HR 2990 – National Emergency Employment Defense Act (medida de Emergencia Nacional de la Defensa del Empleo) del 2001 podría ser el catalizador de un renacimiento global. Éste proyecto de ley elimina el control privado del sistema monetario y restituye la autoridad constitucional del gobierno para crear dinero sin incurrir en […]
El proyecto de ley HR 2990 – National Emergency Employment Defense Act (medida de Emergencia Nacional de la Defensa del Empleo) del 2001 podría ser el catalizador de un renacimiento global. Éste proyecto de ley elimina el control privado del sistema monetario y restituye la autoridad constitucional del gobierno para crear dinero sin incurrir en deuda y ponerlo en circulación, reconstruyendo así la economía productiva.
Tras tanta histeria entorno a la deuda del gobierno y al déficit, a sus ostensibles pretextos para aniquilar el sector público, ¿por qué no hay nadie que analice en profundidad la verdadera raíz del problema: el sistema monetario?
Nuestra economía ha estado funcionando con créditos desde 1913, momento en que el congreso renunció a su autoridad para crear masa monetaria nacional y cedió el privilegio a un cártel de empresas bancarias privadas: el Sistema de Reserva Federal. Lo que se hace pasar por dinero (billetes de la Reserva Federal) es en verdad crédito bancario que entra en circulación a través de préstamos de bancos privados en forma de deuda con interés. El crédito no es dinero. Es deuda.
Así, el congreso no solamente renunció a su autoridad constitucional para crear dinero sin incurrir en deuda, sino que a su vez cedió a los bancos privados el poder de controlar completamente la economía dictando hacia dónde circula el crédito, esto es, Wall Street o Main Street. Los banqueros que controlan la masa monetaria controlan ambas realidades. Pueden, de forma arbitraria, ampliar el crédito exponencialmente hasta crear una burbuja inmobiliaria o un casino de derivados hipotecarios de 600 billones de dólares, y pueden también condenar a inanición a la economía PRODUCTIVA mediante el contrato de suministro de crédito, doblegándola a su voluntad. Las empresas de Wall Street se acomodan sobre una reserva de líquido de 2 billones de dólares y los bonos ejecutivos están en alza mientras millones de norteamericanos pierden sus trabajos y sus casas sin poder jugar ninguna carta en el asunto.
El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernake, admitió que la Reserva Federal provocó la Gran Depresión, también conocida por los banqueros como la Gran Recesión. Hoy se está produciendo de nuevo la misma recesión de crédito en la economía productiva. Éste es el motivo por el cual se cierran hospitales y escuelas, las empresas colapsan, el sector laboral mengua y las municipalidades no reciben suficientes ingresos… el motivo por el cual cada una de las partes de la economía productiva está en recesión. El efecto dominó de la recesión se amplifica cuando los consumidores disponen de menos dinero para gastar y no pueden contribuir a las empresas locales, las cuales, a cambio, se ven obligadas a suprimir puestos de trabajo. Los trabajadores desempleados no disponen entonces de ingresos con los que pagar impuestos. La renta disminuida de impuestos condena a los gobiernos locales, estatales y federales a pasar hambre, los cuales, a consecuencia, proceden a despedir trabajadores y recortar gastos. Los recortes y despidos agudizan la recesión económica. ¿Está destruyéndose deliberadamente la economía productiva o de verdad estas personas son tan necias?
¿Por qué nadie cuestiona públicamente el poder que los bancos tienen para provocar una recesión económica con su control monopolístico del crédito? ¿Por qué no restituimos el dinero soberano emitido por el gobierno federal, tal y como avala el artículo 1, párrafo 8º de la Constitución Estadounidense? No nos someteríamos a la merced de los bancos que retienen los créditos y provocan una recesión económica, puesto que nuestro gobierno podría inyectar líquido directamente en la economía PRODUCTIVA. Esta verdad básica parece tan obvia, que debe existir algún pacto tácito que explique por qué los gobiernos de todo el mundo siguen pidiendo crédito en vez de originar la masa monetaria nacional sin incurrir en deuda pública.
¿Quién se beneficia?
Las grandes empresas y los ricos teóricamente pagan unos impuestos del 35%, pero la realidad es que pagan del 17% a cero, comparado con 50% y 91%, respectivamente, en 1960. Hoy el gobierno federal pide prestado de estos dos extremadamente opulentos grupos en vez de penalizar mediante impuestos su excesiva riqueza. Se les devuelve con dinero público más interés, un esquema que fomenta la desigualdad de ingresos, la concentración de riqueza, la deuda federal y los déficits. ¿Por qué no reformar el sistema de impuestos? La riqueza concentrada se dedica a comprar influencias políticas para dictar la política de impuestos.
¿Quién más se beneficia? El ejército se lleva un 58% del presupuesto discrecional federal visible. El presupuesto invisible del pentágono, exceso estimado en un billón anual, es desconocido al congreso puesto que éste nunca ha sufrido una inspección. Los contratistas del pentágono, el Departamento de Seguridad Nacional y las industrias de «seguridad» han chupado más de 7,5 billones de dólares desde el 11-9. La guerra de las empresas y de las industrias de «seguridad» se financian con crédito prestado que va directamente a la cuenta de los contribuyentes de generaciones venideras. Si este gasto del gobierno hubiera de ser pagado mediante impuestos directos, ¿no cree usted que los norteamericanos rechazarían pagar 6 billones de dólares destinados a guerras ilegales en Iraq, Afganistán, Paquistán y Libia y 7,5 billones destinados a la llamada «seguridad ofensiva»? El coste de este antisocial gasto es tan excesivo que consumiría los ingresos anuales de la mayor parte de los trabajadores. Seguro que una rebelión desmantelaría el chollo de la guerra corporativa y la «seguridad» nacional.
Aquí tenemos otros de los grandes beneficiarios de la deuda del gobierno: las instituciones financieras de Wall Street, los bancos de inversión transnacional y los miembros del Sistema de Reserva Federal que obtienen miles de millones de dólares en pagos de intereses por parte de los contribuyentes norteamericanos. La deuda del gobierno es un producto lucrativo (la deuda estudiantil se disparó desde 200.000 millones de dólares en el año 2000 hasta la escandalosa suma de 830.000 millones en el 2010, superando el límite de crédito en deuda nacional de 800.000 millones). Sólo para que usted se haga una idea de la cota de arrogancia que alcanzan los banqueros transnacionales que juegan con nuestras vidas, la fundación norteamericana Inter Continental Exchange, miembro de la reserva Federal, es un casino de intercambio de impagos por crédito multibillonario que acepta únicamente dos formas de aval para realizar una apuesta: dinero en metálico y deuda gubernamental del G-7.
¿De dónde salieron los dieciséis billones de dólares en préstamos al contribuyente para rescatar las empresas y los bancos nacionales y extranjeros que colapsaron la economía global con su casino de derivados hipotecarios? Ese crédito fue generado por la Reserva Federal para rescatar a los bancos que crearon la crisis de una bien merecida bancarrota. Sus responsabilidades fueron transferidas a los contribuyentes y los fondos de rescate fueron utilizados para ampliar sus monopolios. El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos es su cajero automático y nosotros, los contribuyentes, suministramos el dinero.
Otro gran beneficiario es el Banco Mundial-FMI, sindicato de depredadores que diseñan la deuda gubernamental con forma de arma de destrucción masiva. La «crisis de deuda soberana», utilizada como pretexto para adoptar medidas de «austeridad», es un ajuste estructural clásico (o situación económica desesperada) del FMI y tiene su homólogo en los EEUU, haciéndose pasar por reducción de déficit gubernamental. Los corsarios neoliberales siguen un proyecto bastante predecible: desregularización para dar vía libre a los criminales, conducir a la nación hacia la deuda para confiscar los activos estatales, privatizar el sector público, saquear la hacienda pública, cortar de cuajo los salarios, destruir los sindicatos, robar las pensiones, recortar los gastos sociales, subir los impuestos a los trabajadores y reducir los impuestos de los ricos. ¿Resulta familiar? El FMI ha estado siguiendo este proyecto para saquear el mundo desde la Segunda Guerra Mundial.
El movimiento Ocuppy (toma, ocupa) tiene ahora una oportunidad única para parar y desafiar este ataque global a lo público restableciendo los sistemas monetarios soberanos en todo el mundo.
Toma la hacienda pública: transforma el sistema monetario
En los Estados Unidos, el congresista Dennis Kucinich ha presentado un nuevo proyecto de ley que podría repetirse en otros países, el HR 2990 National Emergency Employment Defense Act of 2011 (proyecto de ley de derechos humanos 2990 respecto a la medida de emergencia nacional de defensa del empleo). El proyecto de ley NEED restituye la prerrogativa constitucional del gobierno federal para crear masa monetaria nacional (sin incurrir en deuda) y acaba con el préstamo de «reserva fraccional», el dispositivo de contabilidad que emplean los bancos para crear crédito arbitrariamente con un golpe de tecla. A partir de esta ley en adelante, SÓLO las autoridades monetarias del Departamento del Tesoro estadounidense tendrían autoridad legal para crear dinero estadounidense. Los bancos sólo podrían prestar dinero estadounidense que tengan en depósito o pedirlo prestado a las autoridades monetarias. La implementación de la ley NEED resolvería la deuda federal con dinero estadounidense hasta que estuviera completa y permanentemente cubierta.
El dinero entraría inicialmente en circulación mediante el gasto federal fomentando las prestaciones sociales, por ejemplo en infraestructuras públicas (se necesitarían 2,2 billones de dólares que crearían 7 millones de puestos de trabajo); protegiendo el sistema público de enseñanza desde la guardería hasta la universidad; estabilizando la seguridad social y las pensiones públicas; financiando los puestos parlamentarios o federales; otorgando subvenciones y préstamos libres de interés a los estados destinados a infraestructuras públicas, educación, seguridad sanitaria y rehabilitación. Además, las autoridades monetarias darían un 25% del dinero creado a los estados y un dividendo libre de impuestos a todos los ciudadanos estadounidenses para inyectar líquido en la economía. Todo esto sin incurrir en un solo penique de deuda.
Aprobar esta ley significaría dar a la esfera PÚBLICA el control sobre la creación de masa monetaria y los MEDIOS para expandir la economía PRODUCTIVA. Aquellas personas empleadas tendrían más dinero para gastar, lo cual incrementaría el número de clientes para la pequeña (y grande) empresa, que podría entonces contratar más empleados. Un empleo y productividad mayores propiciaría un mayor ingreso estatal y local en forma de impuestos, el cual podría utilizarse después en financiar los servicios públicos. En otros términos, el proyecto de ley NEED puede invertir el proceso de recesión económica diseñado por los bancos privados y deshacerse del crédito, permanentemente.
El proyecto de ley NEED nacionalizaría el sistema monetario, no el sistema bancario. Se impondrían regulaciones bancarias severas, reformas en Wall Street y acciones judiciales contra el fraude. La retirada del Acuerdo de Servicios Financieros de la Organización Mundial del Comercio de 1999 es un prerrequisito fundamental para la restitución de regulaciones protectoras del ámbito público. El ASF OMC 1999 ordenó una desregularización masiva del sector financiero en 105 países y prohíbe a los gobiernos soberanos revertir dichas nefastas ordenanzas. ¿Bajo qué autoridad? Habrá que sumar el irresponsable y no electo tribunal de la OMC a la lista de predadores transnacionales que sabotean la integridad financiera y la soberanía monetaria.
¿Quién no querría un sistema monetario público al servicio de la sociedad completa? Pues los beneficiarios de un esquema de deudas que extrae, como una plataforma petrolífera, nuestros recursos nacionales, con el fin de financiar actividades ciertamente antisociales y concentrar la riqueza en manos de unos pocos. Los miembros de sus grupos de presión irán al congreso. Este proyecto de ley sufrirá una muerte silenciosa en el Comité de la Cámara de Servicios Financieros y nunca será puesta sobre la mesa para someter a votación a menos que nosotros, el 99%, la hagamos visible y reclamemos su puesta en marcha.
El Movimiento Occupy (Ocupa, Toma) tiene un potencial enorme para transformar la desigualdad estructural introducida en nuestro sistema monetario, económico y político. Las reformas superficiales carecen de impacto. Debemos consagrarnos a crear un impulso público para reclamar la discusión y puesta en marcha de este proyecto de ley. Si alcanzamos la masa crítica quizás lleguemos a «formar una unión perfecta, establecer una justicia ECONÓMICA, garantizar una tranquilidad nacional, fomentar el bienestar general y asegurar el milagro de la libertad para nosotros y nuestros descendientes».
El restablecimiento de los sistemas monetarios soberanos en todo el mundo podría desembocar en un Renacimiento Global.
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Un mensaje de Dennis Kucinich a los manifestantes de Occupy Wall Street: http://www.youtube.com/watch?v=4IdPyYRnOY0
Ley DH 2990 NEED: http://kucinich.house.gov/UploadedFiles/NEED_Act_Fact_Sheet_09232011.pdf
Ley NEED: http://kucinich.house.gov/UploadedFiles/NEED_Act_FINAL_112th.pdf
Escucha a Dennis Kucinich explicar la ley http://www.truthdig.com/podcast/item/dennis_kucinich_and_chris_hedges_on_the_99_percent_20111006/ Dennis Kucinich y Chris Hedges sobre el 99 Por ciento
Nikki Alexander es un joven periodista que escribe en distintos medios y que reside en California
Traducción para www.sinpermiso.info: Vicente Abella Aranda