Traducido del portugués para Rebelión por Alfredo Iglesias Diéguez
En menos de un año de gobierno centrado en torno a una fuerza de extrema derecha, sus vasallos y robots, Brasil se encuentra inmerso en la más profunda crisis económica, social y política de los últimos 30 años. Ganaron las elecciones gracias a las fake news y al control de la información, con parte de los medios de comunicación haciendo de caja de resonancia a los sectores más politizados del poder judicial, sembrando el odio a la izquierda y estimulando la criminalización de la política.
Bolsonaro mintió al pueblo, profundizó e hizo reformas regresivas, eliminando derechos laborales y previsionales. Está desmantelando el estado brasileño por medio de las privatizaciones del sector público, favoreciendo la deforestación de la selva amazónica y ahora, a través de tres Propuestas de Enmienda a la Constitución (PEC), que destruyen el servicio público y la economía nacional.
Bolsonaro dijo que generaría empleos, pero hoy superamos los 12 millones de desempleados, más de seis millones de desalentados, con una población de casi 30 millones en grave pobreza. Uno en cada cuatro brasileños vive con menos de R$ 420. Pobreza, desempleo y regreso del hambre y de la miseria, que estaban en retroceso en el país.
El presidente dijo también que la economía crecería, pero estamos en depresión económica, descrédito internacional y alza del dólar. En este segundo semestre, la cotización del dólar registró un récord nominal desde la creación del Plan Real, cerrando a R$ 4,24 en la venta. La desigualdad es la marca de ese gobierno. Según la ONU, Brasil tiene la mayor concentración de renta del mundo, pierde sólo ante Qatar. El 1% de los más ricos concentra 28,3% de la renta total.
Dijo, además, que atraería inversiones internacionales, sin embargo la subasta del presal mostró el profundo desinterés que el mercado internacional tiene de hacer negocios en Brasil. Un gobierno autoritario y errático no inspira confianza a los inversores extranjeros.
El gobierno oprime los trabajadores, desarticulando el movimiento sindical y criminalizando la participación política de funcionarios.
¡Este es el momento de darle la vuelta a las cosas!
Chile, hoy, puede ser el Brasil de mañana. Tenemos que revertir esta tendencia destructiva y, con creatividad, retomar la ofensiva política con el movimiento sindical y social, por la reconquista de derechos y de libertad de organización.
¡La defensa de la democracia está en el orden del día! Mantuvieron a Lula prisionero, sin culpa, durante 580 días, en una curva creciente de agresiones a las libertades. El clan Bolsonaro comete desatinos diarios. Él y sus hijos proponen la vuelta del AI-5, el armamento generalizado y exponen relaciones con milicianos, provocando una enorme inestabilidad política.
Ahora, uno de ellos es investigado por supuesta implicación en el asesinato de Marielle Franco.
Necesitamos un amplio frente, articulado en defensa de la democracia. Ya vivimos una dictadura disfrazada y no podemos dejar que la excepción se convierta, de nuevo, en la norma.
Tenemos que proveer a nuestro pueblo de argumentos, enfrentar la arrogancia de este gobierno y afrontar las elecciones municipales, eligiendo a hombres y mujeres del pueblo, para dar el pistoletazo de salida de la reconquista de la democracia en nuestro país.
Alice Portugal es diputada federal (PCdoB- BA) y vicelíder de la minoría en la Cámara de los Diputados
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y a Rebelión como fuente de la traducción.