Si hay un tema del que me gusta opinar, y que hasta me quita bastantes horas de sueño, ése es el tema de los medios de comunicación, de la televisión en concreto. El anuncio de Chávez de que el gobierno bolivariano no va a renovar la concesión a la televisora venezolana RCTV, que tiene más […]
Si hay un tema del que me gusta opinar, y que hasta me quita bastantes horas de sueño, ése es el tema de los medios de comunicación, de la televisión en concreto. El anuncio de Chávez de que el gobierno bolivariano no va a renovar la concesión a la televisora venezolana RCTV, que tiene más de cincuenta años en antena, ha levantado polémica en el país y fuera de él. He opinado muchas veces sobre temas comunicacionales, y no me canso de hacerlo: mis palabras y sobre todos mis videos así lo atestiguan. Cualquiera que haya leído los artículos de mi autoría sobre Globovisión (que si tiene tantos pseudónimos -Globoinvención, Globomojón, Goebbelsvisión, Globoterror, Goebbelsterror- por algo será) o visto alguno de mis videos sobre el tema, conoce de sobra mi postura al respecto. Lo que no impide que haya, todavía, muchos puntos por comentar y dudas que compartir:
a) No, no me alegro de que RCTV se quede sin concesión. Yo reservo mi verdadera alegría a acontecimientos buenos que ocurren, no a acontecimientos malos que dejan de ocurrir. Me alegré de que ganara Chávez, no de que no ganara Rosales. Me provoca profunda tristeza que un medio con tantos años en el aire cayera en manos de un poco de desequilibrados, irresponsables, egoístas que nunca pensaron en el bien del país ni en el de sus empleados, experimentadores mediáticos con maneras de Mengeles comunicacionales, que lo han llevado a esta situación irreversible. Como cabecilla de estos iluminados sólo hay un verdadero responsable. Si RCTV está en la posición en la que se encuentra ahora, no hay que exigirle explicaciones a Chávez, ni acudir a la SIP, ni llorar a la OEA. El responsable de este triste episodio tiene nombre, apellido y bigotes: Marcel Granier.
b) Justificación por reducción al absurdo. Hay ocasiones en las que las soluciones intermedias no existen. Es el caso que nos ocupa: el gobierno bolivariano tenía dos opciones, renovar la concesión o no hacerlo. A simple vista, puede pensarse que la decisión de no renovar fue un desacierto político. Puede ser una medida que caiga pesada en el extranjero y en parte en la propia Venezuela (es de suponer que un 37% de los venezolanos estará en contra, si nos atenemos a los resultados de diciembre), pero podemos demostrar que ésta era la opción a seguir, aunque sea sólo porque la contraria era mucho peor. ¿Cómo renovar la concesión a unos medios que apoyaron un golpe de estado, sabotearon la principal industria del país porque no les gustaba el gobierno, y llevaron de manera incansable una labor disociadora, ocultadora de la verdad y difamadora durante años? Alguien puede pensar que renovarles la concesión era una manera de distensión y acercamiento (el ‘Teorema de Insulza’, podríamos llamarlo), pero eso no deja de ser una posición ingenua. Después del golpe, después del paro, ¿qué terribles medidas represoras se tomaron contra estos medios? Y, sin embargo, lejos de rectificar, los profesionales de la disociación lo tomaron no como una señal de buena voluntad, si no como una luz verde: podemos seguir como hasta ahora, que este gobierno «totalitario» y «dictatorial» se lo cala todo. Puede que la no renovación no sea un acierto político pleno y muchos en el país y el extranjero no lo entiendan. ¡Así es la vida! Porque renovarla habría sido un error catastrófico y todavía menos gente lo habría entendido. He aquí una justificación por ‘reducción al absurdo’: como renovar habría sido inoportuno, incomprensible e injustificable para una mayoría de venezolanos, se decide no renovar. Punto.
c) ¿Y ahora qué hacemos con RCTV? Yo estoy convencido, como la mayoría del país, que al contrario de lo que gimen y lagrimean en las televisoras privadas, esta televisora no se cerró por ser crítica con el gobierno. Si así fuera, se estarían cerrando otras tres, como mínimo, y lo mismo se aplicaría a la prensa escrita. Pero pienso que, lo que se haga con esta frecuencia, será la prueba viviente y definitiva de que el cierre no fue una forma de censura. Opino que hacer una nueva VTV o una nueva VIVE sería un error. No porque estas televisoras no cumplan una labor positiva para el país: si no simplemente porque sí lo hacen. Y como ya hay quien lo haga, redundar en este tipo de mensajes sería un desacierto. El espectro que dejará libre el canal 2 debe ser receptor de nuevos proyectos, que no tengan cabida en ningún canal de cobertura nacional, público o privado. Me gusta la idea de usarlo para que los Productores Nacionales Independientes den salida a sus proyectos. Creo que sería una oportunidad única de hacer democracia audiovisual, dejando que las cooperativas y medios comunitarios tengan mayor espacio y -¿por qué no?- que quienes desde la oposición quieran criticar al gobierno de una manera no disociada, respetando la Constitución, tengan aquí el espacio que las propias privadas les han negado (es asombrosa la respetable proporción de opositores racionales que hay dentro de los que adversan este gobierno, y cómo estos no ocupan ni el 1% de la emisión de las televisoras privadas, que se manejan como un Club Exclusivo -qué sorpresa- para los que vomiten odio irracional y disociado). Si no dices que Chávez es un dictador asesino, aunque a la vez adverses su gobierno, desde su perspectiva eres chavista y por tanto tienes vedado el derecho a disentir del gobierno en sus emisoras. A lo mejor peco de ingenuo, pero ¿qué tal que la directiva de este nuevo canal, al igual que el CNE, tenga representantes bolivarianos y opositores -en estricta proporción a los resultados electorales- y que sean ellos los que en conjunto regulen los contenidos y la cuota de pantalla de cada programa? Si en algo tan sensible e importante como el CNE se consiguió que sus representantes, desde Tibisay Lucena hasta Vicente Díaz, tuvieran un mensaje homogéneo para el país, ¿por qué no en un medio de comunicación? Insisto en que quizá peque de ingenuo, simplemente pienso (o sueño) en voz alta.
d) ¿Llegó la hora de Globovisión? A Globovisión no se le vence la concesión hasta el 2010 (no tengo los datos exactos, corríjanme si me equivoco que es probable). Opino que no hay que forzar las cosas. Revocar por referendum estas concesiones puede ser contraproducente: la movilización que consiguió Chávez en el 3-D no tiene por qué ser tan grande en esta ocasión. Una cosa es votar por Chávez, y otra muy distinta votar contra la oposición. Por contra, la movilización de la oposición, para defender lo que ellos entienden por «libertad de expresión», podría ser equivalente a la que consiguió Manuel Rosales (de hecho, ellos mayoritariamente sí que votan «en contra» y no «a favor»). ¿El resultado? La propuesta podría volverse un boomerang, y ser derrotada en las urnas, o alcanzar una victoria demasiado ajustada como para justificarse: en ambos casos, una derrota política peligrosa de cara a la opinión pública nacional e internacional. Por otro lado, la justificación en este caso sería más dudosa: no sería simplemente «se te venció el contrato, no te lo renuevo». Y como dice el saber popular, no hay nada peor para curar a un paranoico que perseguirlo.
e) ¿Qué hacemos entonces? ¿Nos lo calamos y punto? Considero que Venezuela tiene una de las leyes de comunicación mejores del mundo, salvo por un pequeño problema: que no se aplica ni de vaina. ¡La de problemas que se habría evitado el país de haber aplicado la Ley de Responsabilidad Social como se aplican las leyes: sin dudar, y con apego irrestricto a la Constitución! Debemos estar preparados para ser inflexibles con la aplicación de la Ley ReSoRTe: tanto con Globovisión como con «nuestras» propias estaciones. Si se aplica en todo caso y por igual sin mirar al mensajero pero sí al mensaje a la hora de actuar, pocos tendrán dudas que son las televisoras privadas las que tienen todas las de perder, puesto que son ellas las que desprecian estas regulaciones hora tras hora, día tras día. ¡No, no me he vuelto blando! Les aseguro que el presente eslogan de Globovisión (‘Estés donde estés, Globovisión estará contigo para siempre’) es de los que mayor desasosiego y angustia me ha producido nunca en mi vida, pero creo que tenemos leyes suficientes para hacer cumplir la Constitución sin tener que recurrir a una revocación que puede volverse contra la Revolución.
f) Al socialismo se llega construyendo. Creer que cerrando todas las televisoras disociadoras mágicamente sus espectadores se convencerán de que fueron manipulados por una secta de psicópatas y saldrán a las calles a gritar «Uh, ah, Chávez no se va» es tan absurdo y fantasioso como las teorías conspirativas de Pablo Medina. Como a un drogadicto, la solución no es quitarle su droga y problema solucionado. Eso lo volverá más radical, más disociado (sí, es posible, créanme) y además encontrará las maneras de seguir buscando su dosis: con TV por cable, prensa escrita e Internet. ¿Qué haríamos entonces, revocar mediante referendum todos esos medios? No. La actitud del gobierno debe ser dar más fuerza a los medios que apoyan este proceso esperanzador, darles herramientas, apoyo financiero y pedagógico, crear nuevas estaciones de radio y TV: hacer de esos medios la ofensiva de la que habló Blanca Eekhout, presidenta de VIVE, hace pocas semanas. Con una estrategia adecuada, no conseguiremos que los opositores corran en masa a los brazos de la Revolución (bastantes sí lo harán) pero sí que comiencen a tener una visión crítica de sus propios voceros. Estoy seguro de que si se hace, todavía más, de la comunicación un arma democrática fundamental y pilar básico del Proyecto Bolivariano, Globovisión tendrá que cambiar su mensaje y traerlo de regreso al Planeta Tierra, porque si no lo cambia serán los propios opositores quienes tomen la iniciativa, hartos de los fracasos a los que los han llevado una y otra vez los verdaderos estrategas de la oposición: Granier, Ravel y demás jauría. Si no adecúan su mensaje a la realidad venezolana – sin dejar de adversar al gobierno si así lo desean- serán los propios opositores de base los que encadenen a esos lunáticos a una cama del Hospital Psiquiátrico del Country Club.
Éstas han sido mis reflexiones en torno a este tema. En algunas cosas habré acertado y en otras no. Estoy abierto al debate y sinceramente espero sus opiniones, sus argumentos a favor o en contra y sus propuestas. Aunque para algunos sea tentadora la idea de ponernos a revocar medios como gallinas sin cabeza (y reitero que coincido plenamente con la no renovación a RCTV), creo que no és ese nuestro deber. Como revolucionarios, nuestra meta es contruir el camino al socialismo. Y el camino correcto es siempre el más difícil.
Yo, como persona dedicada desde siempre al mundo audiovisual, estoy a la orden, dispuesto a recorrerlo.
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