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Regreso al futuro: la precariedad laboral en la recuperación económica

Fuentes: CTXT

La inestabilidad laboral se ha agravado notablemente desde 2006 al reducirse la duración media de los contratos y al aumentar los contratos de muy corta duración (menos de 7 días)

Empleo precario. MALAGÓN

Tras más de cinco años de crecimiento económico, la situación del mercado laboral español parece seguir mostrando graves problemas: desempleo, subempleo (parcialidad involuntaria), temporalidad y rotación en el puesto de trabajo. Por ello, cabe preguntarse si la recuperación económica ha mejorado las condiciones laborales.

Con este objetivo es útil aplicar la teoría de la segmentación laboral, que sostiene que el mercado de trabajo está dividido en dos grandes segmentos. Por un lado, el mercado primario englobaría los puestos «de calidad» del mercado, definidos como aquellos con salarios elevados, estabilidad, derechos laborales reconocidos, oportunidades de carrera profesional, mayor cobertura sindical, etcétera. Por otro lado, el mercado secundario (tradicionalmente identificado como los puestos «precarios») es aquel en el que se ofertan puestos de trabajo con salarios bajos, inestabilidad laboral, escasas oportunidades de ascenso, reducida protección legal y sindical, mayores riesgos laborales, entre otras características. Como es bien conocido estos puestos están ocupados principalmente por mujeres, jóvenes y migrantes, alcanzado cotas realmente alarmantes en la intersección de esas características.

De acuerdo a este marco, la dualidad no nace de la regulación laboral, pero tiene su reflejo en la contratación. En otras palabras, las características de los contratos son el síntoma que refleja los problemas estructurales. A efectos analíticos se pueden agrupar las distintas formas de contratación en dos grandes grupos:

– Empleo estándar: trabajadores con contrato indefinido ordinario a tiempo completo.

– Empleo atípico: abarca las formas de contratación temporal (incluyendo los contratos indefinidos fijo-discontinuos), el tiempo parcial y otras formas de contratación (como los contratos de formación y prácticas).

Aunque una definición más exhaustiva incluiría otros muchos elementos (por ejemplo, no todos los contratos indefinidos son necesariamente de calidad), esta sencilla clasificación permite ver de manera simple la evolución del empleo atípico utilizando los datos de afiliación al Régimen General de la Seguridad Social.

Como se observa en el gráfico 1, existen dos dinámicas claramente diferenciadas. Desde el año 2006 comienza una caída del empleo atípico que se intensifica con el inicio de la crisis económica. Esto implica que la destrucción de empleo se concentra en los trabajadores del segmento secundario. Por el contrario, cuando se reinicia la creación de empleo este lo hace esencialmente en figuras atípicas, de tal manera que se recuperan rápidamente los niveles pre-crisis (las áreas sombreadas indican recesión). 

Por desgracia los datos de afiliación no permiten desagregar por género o nacionalidad, pero sí se puede obtener la evolución por grupo de edad. En este caso, si consideramos como jóvenes a los afiliados entre 16 y 29 años, vemos que la dinámica anterior es incluso más pronunciada al llegar a alcanzar los contratos atípicos el 75% del total de afiliados.

En definitiva, una primera conclusión es que el empleo atípico ha recuperado, e incluso superado los niveles precrisis, esto significa que el empleo creado durante la recuperación económica se ha centrado en empleo precario hasta el punto de que estos empleos suponen la mitad de los afiliados (y 3 de cada 4 en el caso de los jóvenes).

Sabiendo que los puestos del sector secundario suelen estar ocupados por trabajadores que sufren una elevada rotación e inestabilidad laboral, cabe preguntarse ahora cómo evoluciona la duración de contratos.

Utilizando los datos del SEPE, en 2018 se firmaron 22,3 millones de contratos de trabajo, de los cuales 20 millones son contratos temporales (9 de cada 10). Este claro predominio de la contratación temporal puede deberse a la menor duración de este tipo de contratos. En otras palabras, como estos contratos son mucho más cortos, se firman muchos más a lo largo del año.

Analizando el gráfico 2 es evidente que la duración media de los contratos se ha reducido dramáticamente desde el año 2006. Si bien es cierto que se ha incrementado muy ligeramente desde 2016, aún se mantiene muy lejos de los niveles precrisis. Otro hecho relevante es que las diferencias entre hombres y mujeres se han reducido, pero la menor diferencia se debe a la mayor caída en la duración de los contratos de los hombres. Además, como cabía esperar, la duración tiene un importante componente estacional; y son los meses de agosto y diciembre los que tienden a presentar una duración más corta. En cualquier caso, la caída de la duración se produce en todos los meses del año.

 

No existe una única explicación sobre este fenómeno, pero una hipótesis plausible es que la caída en la duración media de los contratos se encuentra asociada al incremento del peso de los contratos de menos de 7 días sobre el total de contratos. El gráfico 3 muestra la correlación entre ambas variables, de tal forma que un aumento en un punto porcentual del peso de los contratos de muy corta duración supone una reducción de la duración media en 2.4 días.

 

Finalmente, aunque no es sencillo explicar por qué se ha producido este auge de los contratos de 7 días o menos, una posible explicación es su enorme uso en el sector de la hostelería (sobre el 40% del total) y en las pequeñas empresas (de 1 a 25 empleados), ya que ambos casos concentran un importantísimo volumen de contratos de duración muy corta, como muestra el gráfico 4. 

En conclusión, los datos de afiliación a la Seguridad Social muestran que el empleo atípico se ha incrementado durante la recuperación económica. Asimismo, la inestabilidad laboral, uno de los principales problemas del mercado de trabajo, se ha agravado notablemente al reducirse la duración media de los contratos y al aumentar los contratos de muy corta duración (menos de 7 días). Dicho aumento se concentra en el sector de la hostelería y en las pequeñas empresas, donde parece haberse producido un cambio en las formas de contratación (sin que a priori se haya producido ningún cambio técnico o productivo que lo justifique).

A la luz de estos datos es hora de preguntarse qué sentido tiene la existencia de contratos temporales cuando es evidente que sólo están generando inestabilidad y precariedad laboral. Parece evidente que, si se quiere abordar realmente un cambio en la cultura de la contratación, un primer paso ha de ser la eliminación de los contratos temporales y establecer límites a la proporción de trabajadores con contratos atípicos en las empresas. Sin ser la solución a todos los problemas del mercado de trabajo parece una condición necesaria para atajar la expansión de la precariedad. 

Luis Cárdenas del Rey es investigador del Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI) y miembro de La paradoja de Kaldor .

Fuente: https://ctxt.es/es/20190227/Politica/24663/Luis-Cardenas-del-Rey-La-paradoja-de-Kaldor-econom%C3%ADa-empleo-temporalidad-paro.htm