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Estreno de "Borrador", última película del director venezolano Jacobo Penzo

Regreso al intimismo

Fuentes: IPS

 Una torre petrolera de las miles que se erigen junto al Lago de Maracaibo se desploma sobre un individuo, cineasta retirado para más señas, y éste se salva milagrosamente gracias a la nada, al vacío entre los hierros cruzados que apenas si se llevan los lentes con los que hasta entonces había mirado el mundo. […]

 Una torre petrolera de las miles que se erigen junto al Lago de Maracaibo se desploma sobre un individuo, cineasta retirado para más señas, y éste se salva milagrosamente gracias a la nada, al vacío entre los hierros cruzados que apenas si se llevan los lentes con los que hasta entonces había mirado el mundo.

Comienza así la historia de «Borrador», película que se estrenará este marzo en Venezuela y en la que su director Jacobo Penzo retoma un accidente de su vida personal para narrar la historia de un cineasta en este país tropical.

«A mí me marcó ese incidente y por eso lo tomé como punto de partida para hablar de un director de cine, de su mundo misterioso y de las dificultades y vicisitudes por las que se atraviesa para hacer películas en Venezuela», explica Penzo.

Luego del accidente con la torre petrolera, el director, en el filme bautizado Roco, decide contar vida, exigencias y dificultades del oficio. Cuando IPS preguntó a Penzo por el mayor obstáculo para hacer cine en este país respondió sin titubear: «El dinero».

Para revivir su aventura, Roco sale en busca de su antiguo equipo de producción. Se encuentra entonces con Nacho, el camarógrafo, dado al alcohol y al abandono; con Meta, el sonidista, enloquecido por las drogas y medio perdido en el sur el lago; Larsen, director de fotografía, que vive de los recuerdos del cine de los años cuarenta…

¿Por qué esa obsesión de filmar a pesar de tales circunstancias? La respuesta se intuye: si no lo hicieran, sus existencias perderían algo esencial, casi inexplicable, la búsqueda de salvar sus vidas en una carera contrarreloj hacia el mítico «Sonido, cámara, acción»

Quizá para marcar ese reencuentro con la vida, «Penzo recreó una historia con elementos muy tomados de la realidad: está por ejemplo en la ciudad de Maracaibo (occidente) el taller de Ender, un taller de pintura de verdad-verdad, de Ender Colina, lugar de reunión de artistas y bohemios», observó a IPS el comentarista Carlos Ancheta.

Algunas locaciones del filme se ubicaron en Caracas, pero la mayoría en el área de Maracaibo, la petrolífera cuenca del lago y en la noroccidental península de la Guajira.

Milton Quero, cuentista, novelista y actor principal de «Borrador», destaca que «se trata de una película que no se une a los temas manidos del cine nacional, al afincarse en la lucha constante contra las limitaciones de la sociedad y de uno como artista».

El filme contrasta las búsquedas de los hacedores de cine en trance de retiro con las exigencias del público venezolano, habituado, desde el «boom» del cine nacional en los años 70 del siglo XX, a las producciones que narraron la violencia, primero la política de los años 60 y luego la criminal que cada tanto cosecha éxitos de taquilla.

La última fue «Secuestro Express», del año pasado, una pintura realista y hasta maniquea acerca de ese tipo de delitos que ha avanzado en América Latina. Por contraste, «Caracazo», sobre los cruentos desórdenes, saqueos y represión de 1989, una producción de tres millones de dólares, fue casi ignorada por el público a fines de 2005.

Lo cierto es que los grandes éxitos de taquilla del cine venezolano han narrado sobre todo violencia, con buenas dosis de sexo, droga y corrupción, aunque el intimismo abrió brechas desde «Oriana», en los años 80, al mostrar óptica y sentimientos de quien, hecha mujer en Europa, regresa al bucólico terruño de su infancia.

En «Borrador», Penzo trata del gusto y prejuicios del público venezolano «con el que obtienen éxito películas de delincuentes o desnudos. Pero se trata también de que algunos años se producen pocas películas, tres o cuatro, y la preferencia del público por una o dos arroja la visión de que todo el cine venezolano es violencia o sexo, y eso no es así».

«Borrador» tuvo un costo de 600.000 dólares, en parte aportados por el estatal Centro de Cinematografía (CNAC) y parte por la entidad iberoamericana Ibermedia, en tanto el Instituto Cubano de Cinematografía completó la co-producción con dos actores, Tahimí Alvariño y Jorge Alí Pérez.

La cinta irá el próximo trimestre a Colombia y Cuba, y sus 10 copias dan cuenta de una expectativa mediana dentro de Venezuela, a donde llegan entre 30 y 40 copias de producciones extranjeras.

«Hice la película un poco autobiográfica», dijo Penzo. «Aunque también pensando en el público. Yo hago lo mejor que puedo, después, que pase lo que tenga qué pasar», concluyó.