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Los problemas de SEAT y GM

Relatos de novela negra

Fuentes: Rebelión

Referéndum en la SEAT de Barcelona . La dirección de la SEAT ha puesto al comité de empresa ante el siguiente dilema: Si los trabajadores aceptan una congelación de salarios por dos años la SEAT fabricara en Barcelona el nuevo modelo de Audi Q. Caso que no se acepte lo fabricaran en otro país. UGT, […]

Referéndum en la SEAT de Barcelona .

La dirección de la SEAT ha puesto al comité de empresa ante el siguiente dilema: Si los trabajadores aceptan una congelación de salarios por dos años la SEAT fabricara en Barcelona el nuevo modelo de Audi Q. Caso que no se acepte lo fabricaran en otro país. UGT, que tiene mayoría, convocó un referéndum para que lo decidiesen los trabajadores. Los otros sindicatos lo rechazaron. Celebrado el referéndum, el 19 de marzo, los trabajadores lo aceptaron por mayoría, el 65% de la plantilla.

Acto seguido, sin dar tiempo ni para un respiro, la dirección se manifestó diciendo que eso no resuelve el problema, porque la UGT ha propuesto solo un año de congelación y no dos como quiere la empresa. Ambas partes dicen literalmente que la pelota está en el tejado de la otra. Dice el Presidente del Comité de Empresa: » los trabajadores ya hemos cumplido, ahora la pelota está en el tejado del grupo Vo1kswa gen, que no tiene excusa para no producir el todoterreno de Audi en la planta barcelonesa» Y la Dirección de la empresa responde: «la pelota si­gue en el lado sindical, que debe presentar una propuesta clara y formal a la cúpula de Seat para que sea esta la que traslade la pro posición a Volkswagen, que es quien tomará la decisión respec to al Q3».

O sea, que después de someterse al chantaje, el chantajista quiere más, como suele suceder en todas las películas del «cine negro».

Puede suponerse lo que esto significa para los otros fabricantes de automóviles en España. Naturalmente, abierto el melón van a decir: «Yo también quiero».

La subida al calvario de la OPEL de Zaragoza

La crisis se inicia con la bajada de ventas de automóviles y la presentación de la empresa de una serie de Expedientes de Regulación de empleo y días de paro que han sido después (parece como si ajustasen diariamente la producción a las ventas) cambiados unilateralmente por la empresa incluso avisando a los trabajadores con uno o dos días de antelación. Los últimos meses del año pasado ha sido una confusión difícil de seguir. Las reuniones con el llamado Foro de la Opel, en el que participan los sindicalistas de varias plantas de Europa se han sucedido, sin que todo ese trajín llegase a perfilar una situación estable. Finalmente, se ha ido clarificando la situación, que no resolviendo.

Adelantamos que tradicionalmente la General Motors de Detroit enjugaba sus pérdidas en los EE UU, con parte de los beneficios que obtenía en sus plantas europeas.

Llegada la crisis, quiso involucrar al Gobierno alemán para recibir algún tipo de subvenciones. Pero este, temiendo que los dineros acabasen en los Estados Unidos se negó en redondo. Fueron los sindicatos, me parece que en febrero, los que propusieron que la Opel se segregase de la GM, contando con que así evitarían ese traslado de beneficios y recibirían ayudas de los gobiernos europeos. Para mi que la propuesta no venía de los sindicatos, sino que estos fueron instrumentalizados por el gobierno alemán, para no dar la cara ante la matriz de Detroit. Conociendo a estos sindicalistas, no les creo con capacidad para proponer una medida de esta envergadura. De siempre su «estrategia» ha sido la de esperar propuestas de la empresa para darles alguna respuesta. Se trata de que si la cosa fracasa o deriva hacia medidas que perjudiquen a los trabajadores que no puedan estos culpar a los sindicalistas.

La pugna real esta ahora mismo entre los gerentes norteamericanos y los europeos, abrigados estos por los respectivos gobiernos. La GM, que amenaza un día si y otro también con despidos masivos si no se llega a un acuerdo,    parece que aceptaría alguna forma de segregación con alguna cláusula que le permitiese seguir metiendo la mano en la caja de las plantas de Europa. El gobierno alemán intenta impedirlo. El papel de los sindicatos es totalmente secundario. Lo que hay en este momento es una mesa de poker entre tahúres profesionales, con los sindicalistas sirviendo el café, para que no se diga que no participan en lo que púdicamente definen como «negociaciones». Más material para novela negra.

No hay nada como una buena crisis para que caigan las máscaras.