Muchos países se ufanan de recibir altas sumas de dinero procedentes de las remesas familiares aunque en realidad esa es otra de las formas de explotación de las naciones industrializados contra las que están en desarrollo. Este enunciado puede chocar contra intereses personales o de gobiernos pero analizándolo se comprenderá que esto representa la extracción […]
Muchos países se ufanan de recibir altas sumas de dinero procedentes de las remesas familiares aunque en realidad esa es otra de las formas de explotación de las naciones industrializados contra las que están en desarrollo.
Este enunciado puede chocar contra intereses personales o de gobiernos pero analizándolo se comprenderá que esto representa la extracción de técnicos, profesionales y de mano de obra barata de las naciones del Tercer Mundo.
El presidente mexicano Vicente Fox para exaltar «la capacidad , valor y aportes que hacen los migrantes» de su país a la economía de Estados Unidos afirmó que «ellos están haciendo trabajos que ni siguiera los negros quieren hacer».El mensaje no necesita aclaración.
Se conoce que en Estados Unidos y algunos países de Europa los trabajadores inmigrantes, legales o ilegales, realizan en muchas ocasiones labores prácticamente de esclavos, con salarios irrisorios y sin derecho a la salud y la educación.
Los recursos enviados en el primer trimestre del 2005 por los mexicanos que trabajan en Estados Unidos (4 065 millones de dólares) fueron equivalentes al 55 % del valor de las exportaciones petroleras en igual período, que sumaron 7 355 millones de dólares, de acuerdo con Petróleos Mexicanos (PEMEX).
Es decir, en una nación que desde hace 11 años firmó con Estados Unidos y Canadá el Tratado de Libre Comercio para América de Norte (TLCAN), que suponía un desarrollo acelerado para México, resulta que más de la mitad de su población vive en la pobreza y muchos de ellos tienen los envíos de remesas como aliciente para sobrevivir.
El Pew Hispanic Center informó que cada año emigran al vecino del Norte medio millón de mexicanos, mientras que el Consejo Nacional de Población estimó que hay 10.5 millones que viven en Estados Unidos, además de otros 16 millones de origen mexicano.
Para este año el Banco Mundial prevé que a la nación azteca lleguen 20 000 millones de dólares por concepto de remesas, más que los 18 000 millones de dólares que incluyeron en el paquete económico de este año como ingresos por la exportación de petróleo, que también deberán aumentar por los precios actuales del crudo.
El Fondo Monetario Internacional indicó que las remesas son la mayor fuente individual de divisas en muchos de los países más pobres del mundo y en ocasiones sobrepasan las exportaciones, la inversión extranjera y llamada asistencia o ayuda internacional.
El informe del FMI agrega que las naciones latinoamericanas que reciben más recursos por esa vía son México, Brasil, Guatemala, El Salvador, República Dominicana y Ecuador. Estos ingresos provienen de los inmigrantes en Estados Unidos, Arabia Saudita, Suiza, Alemania y Francia.
En general, durante el 2004 el flujo de envíos de los trabajadores del Tercer Mundo significaron la entrada de 125 800 millones de dólares equivalentes al 76 % de las inversiones foráneas a países en desarrollo y que alcanzó en el mismo período, 165 500 millones de dólares.
Para algunos congresistas estadounidenses, esas remesas debían incluirse como cooperación oficial lo cual fue rechazado por el gobierno de Guatemala.
El vicepresidente de la nación Centroamericana, Eduardo Stein, calificó de «absurda, inaceptable y abusiva» la proposición y puntualizó que ese es dinero duramente ganado por trabajadores guatemaltecos, por el que han pagado impuestos en Estados Unidos y no reciben prestaciones laborales.
Triste papel les ha tocado vivir a las naciones pobres. En primer lugar, en muchos de esos países explotados durante siglos por otras potencias, por las compañías transnacionales y en varios casos con gobiernos corruptos, no se han creado las bases (técnicas y educacionales) para el desarrollo económico y social.
En segundo lugar, en ocasiones, después de enormes gastos y esfuerzos para formar médicos, ingenieros y científicos las naciones desarrolladas los atraen con mayores sueldos y condiciones de vida en un constante robo de cerebros.
Y por último, se han convertido en un caudal de exportación de mano de obra barata que es aprovechada por los países económicamente poderosos.
Esas son las realidades que se esconden tras el aumento de las remesas, dirigidas directamente a paliar las perentorias necesidades de alimentación y salud de sus familiares en sus naciones de origen, mientras se convierten en activos ejecutores del desarrollo económico para los países donde prestan sus servicios.