El secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-Moon, criticó las políticas que «empobrecen a los vecinos» y el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, fustigó el proteccionismo de los países ricos, al iniciarse el martes la Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial. Ban pidió una rápida […]
El secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-Moon, criticó las políticas que «empobrecen a los vecinos» y el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, fustigó el proteccionismo de los países ricos, al iniciarse el martes la Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial.
Ban pidió una rápida conclusión de la ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC) para eliminar «las políticas económicas que distorsionan los mercados», en tanto que Lula denunció el «intolerable proteccionismo que atrofia y desorganiza» la producción agrícola de los países pobres.
En ese sentido, el director general de la OMC, Pascal Lamy, urgió a atacar el problema de las subvenciones, al coincidir con Ban Ki-Moon respecto a que «crean distorsiones» en los mercados y dan una «ventaja injusta» a algunos países. Por su parte, el vicepresidente de Cuba, José Ramón Machado Ventura, criticó la «siniestra estrategia de convertir granos y cereales en combustibles» y pidió que se reactive la producción agrícola de los países del sur.
Revitalizar la agricultura
«Tenemos una oportunidad histórica para revitalizar la agricultura», dijo Ban al abrir la reunión de tres días en la sede de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO). Ante unos 40 jefes de Estado y de gobierno denunció «las políticas alimentarias que empobrecen a los vecinos», por lo que pidió la reducción de las barreras comerciales y la eliminación de las vedas a las exportaciones para ayudar a frenar la propagación del hambre que amenaza a cerca de mil millones de personas en el mundo.
«Nada es más degradante que el hambre, especialmente cuando es provocada por el hombre» dijo el secretario general de la ONU y estimó que el costo para superar la actual crisis alimentaria mundial sería de entre 15 mil y 20 mil millones de dólares por año, por lo que urgió a aumentar la producción alimentaria en un 50 por ciento hacia el año 2030 para hacer frente a la demanda. Advirtió que el mundo debe «responder inmediatamente» al aumento de los precios, que alcanzan sus máximos niveles de los últimos 30 años.
El jefe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y anfitrión de la cumbre, Jacques Diouf, dijo que los países ricos han estado invirtiendo miles de millones de dólares en subsidios agrícolas, en un consumo excesivo de alimentos y de armas.
«Apenas 30 mil millones de dólares anuales serían necesarios para extinguir el hambre y la desnutrición. En armamento se gastan cada año un billón 200 mil millones de dólares. El tiempo de las palabras pasó, ahora llegó el tiempo de los hechos», reclamó.
El Banco Mundial y las agencias de ayuda humanitaria calculan que la escalada de los precios de los alimentos podría arrastrar hasta cien millones más de personas al hambre. Cerca de 850 millones ya la sufren.
Los precios mundiales de los alimentos se han casi duplicado en tres años, de acuerdo con el Banco Mundial, y provocaron motines en Egipto y Haití, así como en numerosos países africanos. Como medida ante la crisis Brasil, Vietnam, India y Egipto impusieron restricciones a la exportación de alimentos.
El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, dijo recientemente que 2 mil millones de personas se ven afectadas por los elevados precios de los alimentos, y que cien millones de habitantes en los países pobres podrían verse aún más afectados por esta crisis.
Los diagnósticos por la crisis son variados, y apuntan a factores como las restricciones comerciales, el incremento de la demanda asiática, las cosechas insuficientes, la creciente utilización de biocarburantes y el incremento de los costos del transporte a causa de la escalada del petróleo.
Por su parte, el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, calificó el hambre mundial como un insulto a la humanidad. La crisis, consideró, «se trata sobre todo de una cuestión distributiva: se debe producir más alimentos y repartirlos mejor».
En un discurso de 20 minutos Lula defendió «una revolución dorada» (que combina tierra, sol y tecnología de punta) basada en los biocombustiles y la eliminación de los subsidios, también urgió a la comunidad internacional a tomar medidas «viables y audaces» para impedir que unos cien millones de personas en África, Asia y América Latina ingresen al umbral de la desnutrición con sus consecuencias sociales, como calcula Naciones Unidas.
«No habrá solución estructural para el hambre en el mundo mientras no seamos capaces de direccionar recursos para la producción de alimentos en los países pobres y de eliminar las prácticas desleales que caracterizan el comercio agrícola. Es intolerable el proteccionismo que atrofia y desorganiza la producción agrícola de los países pobres», clamó ante los jefes de Estado que asisten a la cumbre, entre ellos numerosos europeos que otorgan millonarios subsidios a sus agricultores.
El mandatario brasileño defendió también la producción de etanol a partir de caña de azúcar de su país y aseguró que «la razón de la actual crisis de alimentos es sobre todo debido a la distribución», postura que fue apoyada por la presidenta de Argentina, Cristina Fernández.
El presidente de una de las mayores potencias agrícolas mundiales considera que entre los factores que han influido en el alza espectacular de los precios de los alimentos está el elevado precio del petróleo que pasó de 30 a 130 dólares en poco tiempo.
Excluyen a mandatarios de cena
Junto con mandatarios europeos como el francés Nicolás Sarkozy y el español José Luis Rodríguez Zapatero, también llegaron controvertidas figuras, como los presidentes de Zimbabwe, Robert Mugabe, y de Irán, Mahmud Ahmadinejad, quien llamó a enfrentar la crisis alimenticia fuera del sistema de Naciones Unidas, por sostener que «las potencias imponen sus decisiones al Consejo de Seguridad» y «algunos países lo usan para aplicar sus políticas injustas».
Tanto Ahmadinejad como Mugabe fueron excluidos de una lista de invitados a la cena ceremonial organizada por anfitriones italianos y de la ONU.
Por su parte, el presidente de Senegal, Abdulaye Wade, acusó a la FAO de tratar a los países en desarrollo como «mendigos». No cuestiono la cooperación multilateral, por ejemplo, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, que hacen su trabajo. El problema son las instituciones multilaterales que pretenden hacer una asistencia alimentaria.