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Réquien para la OMC

Fuentes: IPS Noticias

Los activistas de la sociedad civil, quienes dedujeron desde un principio que el resultado adverso de la Ronda de Doha conducía de manera inevitable a su defunción, ahora presagian un destino también aciago para la propia OMC, responsable de ese fracasado ciclo de negociaciones.

«En este momento mi impresión es que se trata claramente de una organización herida de muerte», diagnosticó Walden Bello, director ejecutivo de Focus on the Global South y profesor de sociología de la Universidad de Filipinas.

En realidad, el lenguaje lúgubre para describir la suerte de la Ronda de Doha de la OMC (Organización Mundial del Comercio) no provino inicialmente de grupos no gubernamentales. Fue el ministro de Comercio de India, Kamal Nath, quien con una dosis de humor negro dijo que la Ronda no había muerto, «simplemente está entre los cuidados intensivos y el crematorio».

Esa fue la primera reacción formal de uno de los principales actores de las negociaciones precipitadas al abismo el 25 de julio, cuando se anunció la imposibilidad de un acuerdo entre Australia, Brasil, Estados Unidos, India, Japón y la Unión Europea, que se habían arrogado la representación del resto de la OMC.

En este punto, Bello observó que el proceso de monopolio de la toma decisiones en la OMC por parte de esos seis miembros fue muy defectuoso y mostró nítidamente que «no es una organización democrática».

Los vaticinios sombríos sobre la suerte de Doha habían comenzado prácticamente desde su lanzamiento, en noviembre de 2001 en la capital de Qatar, cuando ya se insinuaron diferencias insalvables entre el mundo en desarrollo y naciones industrializadas, principalmente en torno a la apertura del comercio agrícola.

Una vez desencadenado el fracaso de las negociaciones, las respuestas de las organizaciones no gubernamentales interesadas en los temas comerciales variaron en el tono conforme a su grado de oposición ante la OMC, aunque coincidieron en pronosticarle un futuro adverso.

Oxfam teme que se exacerbe la crisis del multilateralismo, opinó Celine Charveriat, jefa de la campaña por un comercio justo que realiza esa institución humanitaria,

Carin Smaller, directora de la oficina de Ginebra del Instituto de Política Agrícola y Comercial (IATP en sus siglas inglesas), comentó que el actual sistema de la OMC ha sido devastador para los agricultores de pequeña escala del Sur y tampoco ha servido para las familias de granjeros de Estados Unidos.

«Existe un consenso bastante amplio de que tenemos un sistema que revienta», sostuvo.

Bello estimó que la OMC se encuentra actualmente «muy débil, luego de tres colapsos, en su tercera conferencia ministerial en 1999 de Seattle (Estados Unidos), en la quinta de (la sudoriental ciudad turística mexicana de) Cancún en 2003, y ahora con esto».

Para una institución es muy difícil sobrevivir a tamañas postraciones vitales de su proceso de toma de decisiones, declaró el académico filipino a IPS.

Por su parte, el militante indonesio Henry Saragih, coordinador de la no gubernamental Vía Campesina, mencionó que el director general de la OMC, el francés Pascal Lamy, ha reconocido que esa institución multilateral atraviesa en estos momentos por un estado de hibernación.

«Esperamos que se trate de un profundo coma que lleve a una muerte rápida», expresó el dirigente de ese movimiento internacional que coordina organizaciones campesinas, de trabajadores sin tierras y otros productores rurales de 56 países, incluidos algunos europeos.

Pero por el momento, la desaparición de la OMC no parece previsible por cuanto la institución, con un plantel de alrededor de 635 funcionarios y un presupuesto para este año de 175 millones de francos suizos (unos 141 millones de dólares), tiene en sus manos la administración de los acuerdos comerciales vigentes.

Por otro lado, el Órgano de Solución de Diferencias de la OMC resuelve los desacuerdos comerciales entre los 149 estados miembro, en una labor que está llamada a incrementarse a causa del fracaso de las negociaciones de Doha, como reconocieron la semana pasada la representante comercial de Estados Unidos, Susan Schwab y otros ministros del área.

A pesar de eso, Bello cree que «la OMC seguirá estando allí, como la Sociedad de las Naciones, que continuó aún después de no funcionar más».

La Sociedad de las Naciones, el embrión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), fue establecida en 1919 en Ginebra con la misión de intervenir en la seguridad y la cooperación internacional, además del arbitraje de los conflictos.

Esa organización despareció en 1946 al crearse la ONU, pero pasó por lo menos su última década en la inacción, incapaz de impedir la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Con la OMC «herida de muerte», los países en desarrollo deben comprender que esta organización «verdaderamente no se ocupa de ellos», dijo Bello.

Por otra parte, la llamada Ronda del Desarrollo de Doha fue una denominación errónea porque en realidad nada tuvo que ver con el desarrollo, puntualizó el director de Focus on the Global South.

Otro activista, el uruguayo Alberto Villarreal, de Amigos de la Tierra, saludó como una buena noticia el fracaso de Doha porque un acuerdo en esas negociaciones «hubiera significado un flujo de comercio mucho mayor en productos forestales, pesca y minería, con gravísimos efectos ambientales».

También la negociación agrícola proponía una liberalización acelerada de la agricultura que amenazaba con mayor presión sobre la tierra, explicó Villarreal a IPS.

Bello interpreta que la tarea de los países en desarrollo consiste ahora en eliminar los aspectos del anterior ciclo de negociaciones, la Ronda Uruguay (1986-1994) que dio lugar a la creación de la OMC e incorporó por primera vez la agricultura al sistema multilateral de comercio.