Luis Francisco Cintrón Morales (Puerto Rico, 1976) es escritor. Graduado en Administración Comercial con concentración en Gerencia (B.A., 2000) de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano, comparte parte de su tiempo muerto dirigiendo categorías menores de baloncesto de aquello otro que me llenó por tantos años, y dándole duro a la literatura, su otra pasión de ser.
Kløft (2018) es su último poemario. Además de la poesía, Cintrón Morales le da duro al relato y a la novela ejemplar o breve. En el 2014, publicó Microgramos de sol, y en el 2016, publica Gris, ambos libros de poesía. En el 2015, ha de publicar La ciudad en mi estómago, seguido en el 2016 de Hilos de Pangea, textos de narrativa o de relatos. Su novelar breve ha de venir con Tu Constantino en el 2017. Son varios años de continuidad en el quehacer diario de la escritura creativa, aquella que nace de la pasión por la vida.
De Kløft, la escritora Lynette Mabel Pérez ha dicho que es un poemario “lleno de toda esa energía de transformación, a pesar de la tristeza inherente al inconformismo de una realidad que no nos gusta”. En Kløft, ha de resaltar su Luis Francisco, su origen y significado. Así, nos resaltará su origen nórdico como palabra que ha de significar precipicio, abismo, hendidura, despeñadero. Si en Tu Constantino, escrita a manera de novela ejemplar, el poeta que es Luis Francisco devino en escribir poemas a sus amantes, en Kløft los ha de escribir de su consciencia a vuestra consciencia.
Lo primordial en Kløft es la poesía que se escribe con el optimismo de ver, observar una dura realidad que no es del agrado del poeta, y que, en vuestra consciencia, como también en la nuestra no lo es. Es ese país que vuestro paisano retrata, aquel que María, en su furia, en su coraje, nos hizo ver, observar, vivir. Secundario será en sí el poeta, ese que va “tirando hebras por si el tiempo volviese con sus caricias”.
Kløft es un poemario bien trabajado. Es duro, en su contenido, en su lectura del abismo al que todos, todas, despertamos tras María, pero que ya el poeta contemplaba en el “Arte de Guantánamo”, uno de sus poemas. Es esa mirada prevista la que hace a Luis Francisco un poeta ejemplar.
Luis Francisco es convincente, y convence. Su quehacer poético es político y práctico. Su argumento nace y renace dentro del contexto de un hombre que a su vez es poeta y amante, así como también militante. Cintrón Morales es hijo del piquete, y su poesía también es arte de protesta contra aquello que nos disgusta.
Título y contenido se entretejen. Vida, pasión y realidad dura también. De la dura realidad de la vida escribe con pasión Luis Francisco, de modo tal que al leerle es como tener un barbudo adentro, o susurrándonos de oído. Al fin y al cabo, somos hijos de una generación que prefirió hacer el amor en lugar de la guerra. Luis Francisco publica su poemario a un año de María y tras cuatro décadas de vida de la dura que nos ha tocado vivir. El título como el contenido de su poemario lo delatan.
El grueso de las imágenes, esas ráfagas de viento, o ese “cristal empañado de una ventana en cualquier hogar habitado u opacado por un jardín abandonado” son las fuentes de las que se vale Cintrón Morales para tratar el tema central o el eje central de su poemario. Son fuentes que el autor hace suyas, que están ahí, y que él como observador partícipe trae a su poesía de protesta sutil con sutileza.
Luis Francisco se vale de sí como fuente como de sus circunstancias, tan suyas como vuestras. De modo, que en Kløft logra que nos sintamos identificados, y envueltos en su pasión por vivir aún dentro del contexto crítico en que se desarrolla su poesía. Kløft se compone de unos 19 poemas, cuyos contenidos se entrelazan entre la indignación por lo que indigna, pero también con el deseo por aquello que llena de vida y nos hace apasionados de la vida, el amor a dos voces.
En Kløft son las cualidades cuánticas el mejor instrumento de análisis de Luis Francisco. Tales formarán parte de su poesía en adelante como ya formaban de su quehacer diario. La vida, será la lección de Kløft será precipicio, abismo, hendidura, despeñadero, pero es poesía con pasión toda si queremos que valga la pena vivirla. En Kløft, ante el precipicio, el abismo, la hendidura, el despeñadero, el poeta se nos mostrará viril. Su virilidad no es más que una fórmula de optimismo ante un mundo que no gusta, y que, a él, menos.
Luis Francisco hace de la poesía, lo que tantos otros, su mejor arma de protesta. Lo ha de hacer de la mano de la pasión de saberse que no todo anda perdido, por lo menos él, y que, ante una realidad caótica, un beso no viene mal. Cintrón Morales domina el arte de escribir. Su enfoque realista de la vida, tal como le incorpora a su poesía más íntima y sentimental, le hace un poeta agudo, profundo, difícil, necesario.
El énfasis de Luis Francisco en el precipicio, el abismo, la hendidura, el despeñadero, a un año de María, y luego de cuatro décadas de crisis en crisis, reflejan su formación personal pero también su formación profesional. Este país ha sido un caos desde siempre, este mundito que nos ha tocado compartir con él también. Luis Francisco no hace nada que no sea recordarnos que podemos indignarnos, y que no tiene que gustarnos.
La poesía que Kløft es poesía de difícil lectura. Es poesía que duele, es poesía solidaria, es poesía realista. También es poesía de amor en el amor que corresponde aún sin correspondencia. El contexto social en que le publica -a un año de María- le hace poesía pertinente. Las ideas, las imágenes, los conceptos que Luis Francisco integra a su quehacer poético son más que adecuados y particulares. Es su vida, tan suya como podría ser vuestra, nuestra. Y es ahí, ahí donde está su esencialidad, pues el poeta o nos delata, o se nos abre a todos nosotros. En ese sentido, Kløft abre caminos, no cierra. Su lectura invita, revitaliza, es necesaria.
Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.