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Reserva Federal: cambio de timonel en el viejo barco

Fuentes: La Jornada

Se va Alan Greenspan y lo sustituye Ben Bernanke. Pero este cambio ¿en qué afectará a la economía del mundo? Lo más destacado en la trayectoria de Bernanke es su trabajo sobre «metas de inflación», visión basada en la idea de que es mejor fijar metas precisas sobre inflación que sobre expansión monetaria. La tesis […]

Se va Alan Greenspan y lo sustituye Ben Bernanke. Pero este cambio ¿en qué afectará a la economía del mundo?

Lo más destacado en la trayectoria de Bernanke es su trabajo sobre «metas de inflación», visión basada en la idea de que es mejor fijar metas precisas sobre inflación que sobre expansión monetaria. La tesis central es que así se reafirma el compromiso antinflacionario de largo plazo de las autoridades monetarias. La idea es, en cierta medida, una reacción contra las ideas monetaristas ortodoxas de que las metas sobre el crecimiento de la oferta monetaria son suficientes para asegurar la estabilidad de precios. El nuevo presidente de la Reserva Federal no es el creador de estas ideas, pero sí les ha dado credibilidad. Y aunque no es un fundamentalista del libre mercado, comparte la visión estándar de que la estabilidad de precios es buena para la inversión y el crecimiento de largo plazo.

Se supone que el enfoque sobre metas de inflación es menos flexible que el pragmatismo utilizado por Greenspan porque facilitan la tarea del banco central. Sin embargo, reducen su capacidad para mantener una postura anticíclica. Por ejemplo, si un choque por el lado de la oferta aumenta precios y reduce la producción, la Reserva Federal podría seguir reduciendo la oferta monetaria a pesar de que la economía se encontrara en recesión.

Bernanke no puede darse el lujo de ser percibido como irresponsable frente a la inflación. Pero en dos frentes las cosas se le van a complicar muy pronto. En el frente doméstico la inflación está aumentando, el crecimiento no es muy robusto y el desempleo es alto. No sólo se trata de expectativas inflacionarias, sino de la inflación general y la subyacente. La Fed tendrá que tomar decisiones delicadas: aumentos en la tasa de interés para controlar las presiones inflacionarias frenarán el crecimiento. Ya la tasa de interés líder se incrementó de 4.75 por ciento hace un año a 6.75 por ciento, y si las expectativas empeoran, la Reserva no va a titubear en incrementarla nuevamente.

Lo más inquietante para esa economía es que estos aumentos afectarán la evolución de la burbuja de bienes raíces que podría reventar a corto plazo. De hecho, algunas corredurías piensan que ya está comenzando la explosión. Las consecuencias serán desastrosas para el consumo y el empleo.

En el segundo frente domina el tema del déficit en la cuenta corriente y las perspectivas de controlarlo. La visión del flamante presidente del banco central de Estados Unidos sobre la cuenta corriente es sencilla y está equivocada: existe en el mundo un exceso de fondos invertibles debido a las altísimas tasas de ahorro de los países asiáticos que invierten sus ahorros en Estados Unidos, cuyas trasnacionales los reinvierten en Asia. Es como si los asiáticos dejaran a las corporaciones estadunidenses administrar sus ahorros. Esta idea gusta en ese país, donde Bernanke acuñó la frase del «atascamiento de ahorro global» y los medios la han recogido con deleite. A Bush le encanta porque esta plácida visión sobre el funcionamiento de la economía global quita toda responsabilidad a Estados Unidos sobre su gigantesco déficit en cuenta corriente y la desplaza a otros actores (especialmente a China).

En otras palabras, la causa de los desequilibrios globales no debe buscarse en la política monetaria laxa que patrocinó Greenspan hasta hace poco, ni tampoco en la irresponsable política fiscal de Bush (y el Congreso) con sus recortes fiscales para los ricos y el nivel de gasto exorbitante alimentado por la guerra en Irak, entre otras cosas.

La idea de que existe un excedente de ahorros a escala global no concuerda con los datos del último informe sobre la economía mundial del Fondo Monetario Internacional: sus datos revelan que la tasa de ahorro como proporción del PIB mundial ha mantenido un ritmo descendiente ¡durante los últimos 30 años! Por cierto, ése podría ser el epitafio para la globalización neoliberal.

Bernanke está rodeado de la mitología académica. Tiene una larga carrera con muchas publicaciones en torno al impacto de la irreversibilidad de las inversiones sobre la volatilidad (alteraciones marginales en la información pueden tener grandes efectos en las decisiones de invertir) y la importancia de los canales de generación de crédito para la política monetaria.

En el contexto de su llegada a la Reserva Federal, quizás lo más interesante sea su análisis sobre la Gran Depresión. Según él, la gran crisis de 1929 se hizo «grande» por la deflación, la transmisión internacional y el rígido sistema de tipos de cambio. Aunque esta visión de las cosas hoy es aceptada por casi todos los analistas, revela que el nuevo jefe de la Fed conoce los riesgos de la deflación para las economías capitalistas. Lo que no está claro es si está consciente de los problemas estructurales y de largo plazo de la economía capitalista mundial.