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El debate en torno al "neomercantilismo"

Reservas: la era de la acumulación permanente

Fuentes: Clarín

Como la mayoría de los países emergentes, la Argentina está acumulando reservas en forma espectacular. Luces y sombras de esta política monetaria.

La economía argentina cumple con uno de los siete pecados capitales: la codicia. Cualquiera que se detenga un segundo a mirar las estadísticas sabrá de qué se trata. Solamente en los últimos 40 días las reservas del país se han incrementado en U$S 1.500 millones, con lo cual llegaron a tocar un techo de U$S 25.500 millones. Desde enero de 2003 aumentaron alrededor de un 180%. Y todo indica que el nivel seguirá creciendo por los próximos años, de no mediar ninguna crisis mundial.

El Gobierno está decidido a sostener esta política de atesorar divisas. Por un lado, es del agrado del presidente Néstor Kirchner. Por el otro, el Central dice que se trata de una acción deliberada para brindarle mayor solidez al programa económico.

Todo esto tiene, sin dudas, consecuencias sobre la economía. Expertos señalan que por primera vez en muchos años la Argentina hoy vuelve a tener reservas «de verdad» luego de los años de la Convertibilidad. Pero las opiniones están divididas acerca de si esto es bueno o malo. En lo que sí coinciden todos es en que el Gobierno hace bien en guardar la mayor parte de los fondos en Suiza. Por lo menos ahí no corre el riesgo de sufrir un robo como el que le tocó la semana pasada al Banco Central de Brasil.

Habrá más dólares

Según datos de 2004, las reservas argentinas en términos de su producto (12,9%) son más altas que las de las dos economías latinoamericanas más grandes: Brasil (8,7%) y México (9,5%). 200 años atrás, los primeros economistas creían que un país era más rico cuanto más oro atesoraba en sus arcas. Luego esta idea quedó en desuso cuando se supo que la riqueza de un país en realidad dependía de otros factores. ¿Ha vuelto hoy la Argentina a la prehistoria económica, pensando que con más divisas se convertirá en un país más rico?

Lo primero que hay que tener en cuenta es que esta historia arranca luego de la crisis de 2001. Las reservas cayeron de U$S 27.000 millones hasta 18.700 millones al intentar mantener la Convertibilidad. En octubre de 2002 tocaron un mínimo de U$S 8.800 millones.

El flujo de inversión externa directa y el superávit comercial que recibe hoy el país (en total unos U$S 4.000 millones por año), formarían un excedente que podría destinarse a aumentar el colchón de dólares. Según un informe del Banco Francés, entre 2006 y 2008 las reservas argentinas aumentarían 2,2% del PIB.

¿Pero por qué la Argentina seguirá acumulando más dinero? Por varios motivos. Por un lado, para continuar con la política de desendeudamiento. Por otra parte, en el Central admiten que el objetivo de la política de acumular reservas es respaldar el plan económico; o sea, mantener el tipo de cambio en niveles altos.

Buenas y malas

En el último Informe de Inflación que realiza el Banco Central se expresa que «la acumulación de reservas internacionales puede verse como la adquisición de una garantía que permita restablecer los flujos de capitales hacia el país». Sucede que las calificadoras de riesgo asocian inversamente el nivel de divisas atesoradas con el riesgo país.

Mario Blejer, ex presidente del Banco Central, es de los que apoyan esta tesitura. Piensa que le agrega mayor liquidez al sistema financiero en su conjunto. Según este economista que reside en Londres, donde trabaja para el Banco de Inglaterra, el país todavía carga con una pesada deuda y con una dosis de incerti dumbre por parte de los inversores extranjeros. «Dada la historia de inestabilidad de nuestro país es bueno acumular como para ganar credibilidad y pasar bien el ciclo», le dijo a Clarín.

Otros analistas, en cambio, señalan que esta política tiene aspectos negativos. Por ejemplo, el riesgo que una mayor liquidez presione más sobre la tasa de inflación. Para evitar ello, el Central interviene retirando dinero de circulación y emitiendo deuda. Según el Banco Río, el diferencial negativo entre la tasas de interés a la que el BCRA coloca sus reservas internacionales y el costo de los pasivos que emite para adquirir dichas divisas es equivalente a algo más de $ 1.500 millones anuales.

Sin embargo, si se toma una foto más amplia, la situación no aparece tan comprometida por el momento. «El resultado cuasi-fiscal sigue siendo positivo», resalta Luciano Laspina, economista de la consultora Macrovisión. Distintos cálculos privados indican que las ganancias por los redescuentos y la rentabilidad de las reservas internacionales superan en más de 400 millones de dólares los egresos del Central.

Existen otros dos puntos que no convencen demasiado a quienes desafían la acumulación de reservas. Uno es el costo de no aplicar esos fondos en inversiones con mayor rendimiento. Otro es que ciertamente un buen colchón dólares no asegura la inmunidad económica frente a cualquier shock adverso: la Argentina de la Convertibilidad es un ejemplo claro de ello.

El nivel óptimo

El nivel óptimo de las reservas puede depender de tres cuestiones: del tipo de cambio, del perfil de la deuda de un país o de su sistema financiero. Si un país tiene un tipo de cambio fijo, entonces necesitará más divisas para defender el valor de su moneda. Si tiene una deuda con perfil de vencimiento de corto plazo, entonces le convendrá tener más dólares a su disposición para ir cancelando. Lo mismo si cuenta con un sistema financiero dolarizado.

Hoy, con un sistema de flotación (en teoría), la autoridad monetaria puede disponer de una variación tanto en las reservas como en el tipo de cambio. «Estos recursos son de más libre disponibilidad que con el 1 a 1, ahora actúan como un seguro más verdadero», opina Miguel Kiguel, economista de Ecoviews.

En el Banco Central piensan que el nivel óptimo surge de analizar el siguiente cocktail de variables: la posibilidad de afrontar emergencias de corto plazo en las importaciones, los pagos de intereses por deuda externa, salidas de capital, evitar una excesiva volatilidad del tipo de cambio nominal y reducir el riesgo de la economía.



A nivel mundial

El fenómeno que hoy vive el país no es un caso aislado. En los últimos diez años, las reservas internacionales en el mundo han crecido de manera explosiva. La mayor parte de la nueva acumulación estuvo en manos de países emergentes y, en particular, de los asiáticos. China guarda U$S 750.000 millones (37% de su PBI), más de seis veces lo que produce la economía argentina en un año.

Distintos países de América latina están llevando a cabo esta misma política, aunque a través de diferentes mecanismos, coincidieron los economistas jefes de los bancos centrales de la región en la última reunión del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos organizada en México semanas atrás. Por ejemplo, la Argentina y Brasil intervienen de forma discrecional (cuando el BCRA lo dispone) y México a través de una regla. En general, todos participan activamente en el mercado cambiario con el objetivo de incrementar sus arcas para poder afrontar situaciones de crisis. «Ya sean derivadas de problemas de liquidez interna o dificultades en la situación financiera internacional», aclara Hernán Lacunza, jefe de Investigaciones Económicas del BCRA.

Con el tiempo, los objetivos por atesorar reservas fueron cambiando. En los años 30 servían para respaldar el sistema de Patrón Oro. En los 60 cumplieron el rol de estabilizador los flujos comerciales para evitar los grandes desequilibrios que habían llevado al crack del 29. En los 70 para atenuar la volatilidad financiera tras el abandono de Bretton Woods.

Pero con las crisis de los 90 vino una nueva interpretación: hoy se utilizan como un seguro ante un repentino cambio en el flujo de capitales.

Sin embargo, los analistas internacionales coinciden que en la actualidad hay sobreacumulación de reservas. Según el economista estadounidense Ben Bernanke (candidato número uno a suceder a Alan Greenspan al frente de la Reserva Federal en enero próximo), las economías emergentes han reaccionado a las turbulencias financieras de los noventa aumentando sus tasas de ahorro de manera espectacular.

Un informe de este mes del Banco de Pagos Internacionales (BIS, siglas en inglés) con sede en Suiza, señala con preocupación la alta probabilidad de que la economía mundial enfrente una nueva crisis financiera. A pesar de que las reservas del mundo totalizan alrededor de 3.800 billones de dólares, aún así aparecen dudas sobre la marcha de la economía global y el dólar como moneda de reserva.

Paradójicamente, es en el mismo BIS donde se encuentra el grueso de las reservas argentinas. Allí, en una cuenta que no se puede embargar, están a salvo de los fondos buitres como Dart o Elliot. El BIS actúa como custodio de las reservas argentinas. Pero también como una suerte de asesor al alertar con informes como estos sobre los peligros que se avecinan. No vaya a ser cosa que a la Argentina la agarre un corralito a nivel mundial.