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Resistencia en el Tercer Mundo y solidaridad intelectual occidental

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Carlos Revello

Falluya, Bagdad, Ramadi- todo un pueblo se ha alzado para enfrentar al ejército de ocupación colonial, sus mercenarios, lacayos y colaboradores. Primero, en protestas pacíficas masivas, fueron masacrados por las tropas de Estados Unidos, Gran Bretaña, España y Polonia: no tenían más armas que sus manos contra los blindados y las ametralladoras. La resistencia armada, en el comienzo una minoría, hoy indiscutidamente la mayor fuerza popular, respaldada por millones. Los ejércitos coloniales, temerosos de cualquier iraquí, disparan salvajemente hacia las multitudes y se retiran, rodean ciudades enteras, disparan cohetes en vecindarios repletos de gente trabajadora, los helicópteros derraman su metralla en domicilios particulares, fábricas y mezquitas… para los ojos de los soldados coloniales el enemigo está en todos lados. Sólo que esta vez tienen razón. La resistencia resiste en cada bloque de viviendas, en cada casa particular, en los establecimientos comerciales, se dispara, la resistencia esta en todos lados. Cada edificio soporta el bombardeo, la resistencia no disminuye. El pueblo ayuda a los combatientes heridos, les lava las heridas. Provee de agua a los sedientos -para aplacar sus gargantas y enfriarles las manos – porque las armas automáticas están incandescentes.

Y dónde están los mercenarios occidentales? Los alquilados a 1.000 dólares por día, con sus chalecos antibalas, gafas oscuras -su autosuficiencia e insolencia? – Han desaparecido. Han podido contemplar que las balas también les entran a sus antiguos compañeros de fechorías.

Cientos de iraquíes han sido asesinados, miles han sido heridos, muchos más habrán de morir pero después de cada funeral particular, decenas de miles más, los pacíficos, los apolíticos, los «ve y espera», tomarán las armas de los caídos.

«Es una Guerra civil» grita la burguesía. Un simple deseo del pensamiento. Los shiíes y los sunitas están en el combate juntos, hermanos y hermanas (sí, hay mujeres en los combates) cubriendo las espaldas de sus camaradas mientras estos enfrentan a los blindados. Y la resistencia está ganando. Olvidémonos de las «proporciones» -cinco, diez o veinte por cada soldado colonial. La resistencia iraquí está ganando políticamente. Ningún colaborador oficial designado tiene futuro: sobreviven en tanto y cuanto los militares norteamericanos permanezcan, pero volaran desde los techos de sus cuevas tan pronto como la armada invasora se retire.

Militarmente, los norteamericanos están teniendo cientos de bajas, decenas de muertos y heridos por cada día de combate. En Washington los militaristas civiles, los arquitectos de la destrucción de Iraq están con el pánico a flor de labios. «Envíen mas tropas» dice Rumsfeld, Wolfowitz y el presidente que será, Kerry. Desde su rancho en Texas, Bush proclama que el líder de la resistencia Mogtada Sadr es, un «asesino». Lejos del fuego, los contratiempos, las masacres, su televisión no le muestra al niño con la cara aplastada. Bush una vez mas está lejos de los campos de la muerte- Vietnam y ahora Iraq. Ahora tiene que solicitar un pagaré -es él el presidente que declaró unilateralmente el fin de la guerra en Mayo del 2003. Ahora, abril del 2004, hay más de 600 soldados norteamericanos muertos, mientras la resistencia iraquí se levanta para enfrentar la bravuconada de «Bring them on» [tráiganmelos] y arrebata las calles al ejercito colonial, vienen avanzando y conquistando las ciudades y se mantienen sobre el terreno llenos de coraje y determinación.

Los árabes resisten mientras el zapallo relleno Sharon sigue silencioso. Sus agentes – una vez locuaces- Wolfowitz, Feith, Abrams y sus escuderos, están extrañamente silenciosos. Están preocupados de que haya un repudio masivo a los que manipularon la información para empujar los EE.UU. a una guerra en la cual miles de soldados norteamericanos morirán o terminarán lisiados, para «proteger» a Israel en sus pretensiones de dominio en el Cercano Oriente.

A comienzos de la primavera de este año, 2004, en abril para ser exactos, los sueños de un nuevo imperio colonial se derrumbaron sobre las cabezas de los que abogaban por un Nuevo Orden Mundial, un imperio indisputado y unilateral. El fin del sueño de los Sharon-Wolfowitz-Blair-Cheney de «una Esfera de Co-prosperidad en el Cercano Oriente». La resistencia iraquí ha convertido el sueño de Rumsfeld-Wolfowitz de una serie de guerras contra Siria, Irán, Cuba y Corea del Norte, en una pesadilla de sangrientos combates callejeros en Falluya y la ciudad de Sadr, Bagdad.

El heroísmo, el valor, la inspiración, la resistencia masiva, es cada vez mayor en la medida que el pueblo iraquí desarrolla sus propios recursos, su propia solidaridad, su historia particular, su convencimiento de que serán libres y que sepultarán a todo soldado colonial luchando hasta la muerte. La frase «Patria o Muerte» toma un significado especial y muy concreto en Iraq: no es la consigna de un líder, una vanguardia, para levantar e inspirar al pueblo- es la práctica misma de toda la población. Patria o Muerte viene de la garganta de los adolescentes luchadores callejeros así como de los vendedores y las viudas con sus pañuelos negros. Los «días de abril iraquíes» son una lección para todo el Tercer Mundo y todo otro aspirante a poder colonial imperialista: la resistencia armada masiva no puede ser derrotada política o militarmente. El heroísmo de la resistencia iraquí se yergue en fiero contraste con la cobardía consuetudinaria de los líderes árabes: los monarcas de Arabia Saudita y de Jordania, el miserable y corrupto «presidente por vida» Mubarak, los colaboradores del Ayatolla iraní. Ninguno de ellos ha movido un dedo para ayudar a la lucha de liberación iraquí. Temen que el ejemplo de que una resistencia iraquí triunfante prenda la fogata bajo sus amplios traseros.

Y los intelectuales occidentales? Desde que la resistencia comenzó hace un año… ni un solo intelectual norteamericano, o una docena de progresistas, pensadores críticos («No en mi nombre») se ha animado a declarar su solidaridad con la lucha anticolonial. «Tienen problemas» escucho «con respecto a apoyar «el fundamentalismo árabe, los terroristas, el antisemitismo, etc.» Son ecos de la intelectualidad francesa que también se oponía a la resistencia popular armada «porque los comunistas se iban a apoderar de la misma»…o más tarde en Argelia «porque los colonos también tienen derecho a vivir en Argelia» (Albert Camus). En su libro «Escucha yanqui» C. Wright Mills desafió a los «progresistas» de los EE.UU. que vacilaban en apoyar a la Revolución Cubana a comienzos de los años 60. «Esta es una revolución popular de verdadero coraje y sangre» dijo. «Uds. pueden hacer la diferencia, ser una solución o una parte del problema».

Los intelectuales occidentales tienen un problema. No están comandando las tropas, aún menos ellos (o sus hijos y nietos) aprietan los gatillos que asesinan escolares iraquíes. Están sentados sobre sus propias manos. «Pero -dicen- nos oponemos a la Guerra» mientras agitan las alcancías para apoyar al candidato Kerry que apoya la Guerra y aun más, exige el envío de 40.000 soldados más para que disparen cohetes en los barrios, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, como medida de seguridad. Así que, dónde están los intelectuales occidentales en estos momentos cuando el pueblo iraquí se levanta con las armas en la mano para resistir al Frankestein norteamericano? Hay dos bandos: una nación entera luchando contra un ejército de ocupación colonial y el imperialismo norteamericano. Los intelectuales políticos serios y consecuentes tienen que hacer una elección. Rehusar tomar partido es evidente complicidad, la autosatisfacción intelectual es un lujo para los intelectuales que viven en el imperio. No existe en Iraq. Mas de 1000 intelectuales y profesores iraquíes han sido asesinados durante la ocupación. Esto no son problemas oscuros o complejos. Una parte exige elecciones libres, una prensa libre y la autodeterminación, mientras que la otra parte, los funcionarios coloniales, prohiben periódicos, promueven títeres al gobierno y asesinan oponentes.

La parálisis de los intelectuales norteamericanos de izquierda, su incapacidad para expresar solidaridad con la resistencia iraquí es una enfermedad que aflige a todos los intelectuales «izquierdistas» de los países coloniales. Tienen miedo ante el problema (la guerra colonial) y tienen miedo de su solución (la liberación nacional). Al final, el confort y las libertades que disfrutan, el aplauso universitario y la adulación que reciben en la patria colonial tiene más peso que los costos mentales de la declaración directa de apoyo a los movimientos de liberación revolucionarios. Recurren a tonterías como «la equivalencia moral» contra la Guerra y contra los «fundamentalistas», los «terroristas», los «lo que sea» que están ocupados en su propia auto emancipación y no le han prestado atención suficiente a los designados por sí mismos guardianes de Los Valores Democráticos Occidentales. No es difícil comprender la ausencia de solidaridad con los movimientos de liberación, entre la intelectualidad progresista occidental en los países imperiales: han sido colonizados ellos también, mental y materialmente.

Miles de personas humildes en Iraq están dando a estos eruditos occidentales una lección práctica de solidaridad desde el 4 de Abril del 2004. En medio de los blindados amenazantes y de los helicópteros armados, miles marcharon de Bagdad a Falluya llevando alimentos y medicina a los que están combatiendo y rodeados en una ciudad que será recordada por siempre como la cuna de la emancipación.

Fijaran nuestros intelectuales su atención en el suceso? Pueden por lo menos hacer circular un manifiesto «En nuestro nombre» de solidaridad con la resistencia iraquí? En el mientras tanto, la resistencia popular masiva en Iraq combate contra los bien alimentados, super armados ejércitos de ocupación en combate singular. No preguntan si sus vecinos, amigos o camaradas son sunitas, laicos, shiíes, del partido Baath o comunistas, no dan un paso al costado cuando una mezquita, una escuela, un proyecto habitacional es bombardeado o ametrallado… Han jurado comprometerse con la lucha, unirse en un movimiento nacional para expulsar al invasor, los ladrones del petróleo, los asesinos, los que están al alcance de la mano y los otros, que están lejos. Es una desgracia, más para ellos mismos que por cualquier contribución material que pudieran haber hecho a esta lucha histórica, que los intelectuales progresistas de los EE.UU. han elegido abstenerse y una vez más han demostrado su irrelevancia, la de los Intelectuales Occidentales, a la Liberación del Tercer Mundo.

7 de Abril del 2004